Queridos
amigos de La
Orilla de las Letras,
comenzamos
la semana con la entrevista que nos ha concedido Pablo Heral:
¿Cuándo
descubriste que la escritura era algo más que un pasatiempo?
Lo
cierto es que la pasión por la escritura me viene desde la adolescencia y considero
que nunca dejé de escribir. Ahora tengo 35 años y creo que la escritura siempre
ha formado parte de mi vida. Aunque fuera una vez al año siempre encontraba
algún rato para darle forma a mis pensamientos o a ideas que me venían a la
cabeza: algún relato corto real o ficticio. Nunca he considerado seriamente que
pudiera ser mi profesión, pero el año pasado (2024) fue cuando me planteé que se
transformara de un pasatiempo individual a poder compartir lo que hacía con
otras personas. Esa etapa fue cuando comencé a darle forma
al libro después de unos meses expresando ideas que escribía en un documento
Word y sentí que no solo era solo un pasatiempo para mí, sino una manera de
comunicarme y algo incluso absolutamente terapéutico. Fueron dos de mis amigas
más cercanas las que me hicieron hacer ese clic mental y comencé a
pensar que lo que estaba escribiendo podría ser un producto: un libro.
¿Qué
lecturas crees que te han influenciado como escritor?
No soy un escritor que se
caracterice por haber leído mucho durante su vida. Mi trabajo como científico implicaba
dedicar mucho de mi tiempo a redactar artículos y para ello, debía leer muchos
otros. Por tanto, cuando acababa mi jornada, casi nunca tenía ganas de leer.
Siempre que interaccionaba con compañeros, amigos o familiares me intentaba
empapar de qué se estaban leyendo y si me cautivaba mucho, me leía la sinopsis
e intentaba encontrar el libro en alguna biblioteca cercana u obtener el libro
electrónico.
De
cualquier forma, es indudable que la manera de escribir “se hereda” no solo de
nuestros progenitores, sino también de lo que leemos, de todo lo que leemos.
Por ello, supongo que soy una amalgama muy extraña de escritores nacionales e
internacionales: desde Elvira Lindo y su Manolito gafotas, hasta uno de
los libros que más ha impactado en mi vida: El mundo de Sofía, de Jostein
Gaarder.
¿Qué
estás leyendo ahora mismo? ¿Nos lo recomendarías?
Ahora mismo estoy leyendo, a la
vez, La mala costumbre de Alana S. Portero; Sociópata de Patric
Gagne y Primera Sangre de Amélie Nothomb.
Me encanta leer varios libros a la vez porque me permite no saturarme y no
sentir prisa. Lo cierto es que recomiendo los tres. Si empiezo a leerme un
libro y no me entusiasma, siempre lo dejo. «La vida es demasiado corta como
para malgastarla». Ojalá me creyera más esa reflexión en otros ámbitos. De
cualquier forma, empiezo a leer y voy dando oportunidades a la lectura;
si deja de entusiasmarme… acabo dejándolo. Pocas veces acabo un libro y digo
que no me ha gustado.
¿Cómo
compaginas tu trabajo como científico con la escritura?
Yéndome a dormir tarde y
aprovechando para escribir en fines de semanas y en periodos vacacionales.
Escribir
para mí es mi momento íntimo de hacer algo que me apasiona y de lo que me
siento muy orgulloso. He de decir que adoro mi trabajo como bioestadístico,
pero escribir es otro estado, es otro plano de mi vida donde yo soy quién
decide el rumbo y eso no tiene comparación con nada.
¿Cómo
te definirías como escritor?
Raro, pero no solo como escritor.
De hecho, ¿soy escritor porque he escrito un libro? Soy un people pleaser
así que esta pregunta puede venir de mi falsa humildad/modestia, pero también
viene, necesariamente, del sentido común.
Yo creo
que la carrera o la profesión de escritor va más allá de haber escrito
algo alguna vez. Todos formulamos hipótesis casi constantemente y eso no nos
convierte en investigadores (aunque durante la pandemia se viviese de otra
forma). Si acaso, soy un escritor aficionado. Y si seguimos ese hecho,
soy un escritor aficionado al que le gusta mucho hacer reflexionar: desde la
verdad y el humor.
Me gusta
poner por delante lo que siento al escribir frente a que sea elegante o que venda.
Me gusta ser justo, practicar la equidad, incluso cuando escribo. Es cierto que
tengo un humor demasiado cínico o sarcástico que a veces distorsiona el propio
mensaje.
¿Eres
escritor brújula o mapa?
Soy escritor brújula, sin
ningún tipo de duda. Me dejo guiar por mi intuición y necesito de una gran
libertad emocional y creativa para poder escribir bien. Digo bien porque
escribir sin más es fácil, lo difícil es sentirse orgulloso de lo que escribes.
En mis
proyectos futuros estoy intentando actuar más como un escritor mapa,
aunque lo que he experimentado hasta ahora es que tiendo a alterar el relato
para hacerlo más mío. No puedo crear algo de lo que no esté orgulloso y eso
implica muchas veces recalcular ruta y crear otro mapa, otra ubicación y
dirección.
¿Escribirías
una novela de moda a cambio de hacerte famoso?
Seguramente sí. Ojalá pudiera
decir con rotundidad que no, pero pienso que el dinero podría llegar a
comprarme.
No
escribiría nada en primera persona que no sintiera, pero la ficción es otra
cosa.
A ver, critico
a ese tipo de escritores y escritoras, pero desde la envidia. Y no digo sana
porque hablar de envidia sana es como hablar de egoísmo generoso.
¿Por
qué te has decantado por la autopublicación a la hora de dar a conocer tu
primera novela, Sin pedir permiso?
Porque
además de raro, también soy una persona impaciente. Probé a enviarlo a Blackie
Books pero como no recibí respuesta, asumí que Sin pedir permiso (SPP) no era un producto comercial y, gracias al
consejo de una de mis amigas y editoras, me decanté por la autopublicación.
No me arrepiento de haberlo autopublicado, pero sí me arrepiento de no haberme
autoregulado para darme un tiempo del que, sin lugar a duda, disponía. ¿Por qué
tenía prisa? Supongo que es una mezcla de emociones donde hay una fuerte
presencia de mí en el libro que me hacía, a veces, huir hacia adelante.
¿Qué
vamos a encontrar en Sin pedir permiso?
Es un relato que habla de la
adolescencia, pero que no es solo para adolescentes. Es un libro milenial,
donde hay un vocabulario claro, llano, mezclado en algunos puntos con algo de
vocabulario científico que está explicado y que se usa para ejemplificar
conceptos como el del acompañamiento (chaperona) o hacer que algo
vaya más rápido (catalizar). El libro tiene cartas, tiene chats de MSN y
muchas reflexiones. SPP es un relato que evoluciona y donde lo menos relevante
es quién es Pablo, el protagonista. Todos hemos podido ser Pablo, podremos
serlo o habremos huido de llegar a serlo.
¿Qué
tiene de ti Sin pedir permiso?
Pablo Heral soy yo y yo soy
Pablo Heral. Somos la misma persona, pero el Pablo escritor cuenta solo las
cosas que quiere. Hay muchísima intimidad en el libro con el fin de incluso
hacerle reflexionar al lector sobre qué es propiamente la intimidad. Hay también
mucha reflexión y autocrítica. Hay mucha comunicación entre el protagonista y
el escritor. Hay muchos capítulos creados desde el llanto, desde la rabia,
desde la alegría: desde las emociones. SPP tiene mucho de mí, pero todo con la
finalidad de ser compartido.
¿Qué
esperas que los lectores aprendan de esta novela?
A valorar la comunicación. Es lo
más importante del mundo. No hay amistad sin comunicación, ni amor, ni familia,
ni vida. Debemos aprender a comunicarnos no solo con los demás sino también con
nosotros mismos.
SPP no es
un libro que ofrezca respuestas, al contrario, proporciona muchas preguntas y
reflexiones, contrastando constantemente lo que el adolescente Pablo hacía o
pensaba, con lo que el adulto Pablo siente o sobre lo que reflexiona.
Obviamente, en el libro, Pablo Heral expresa sus reflexiones, pero no para ser
tomadas como la verdad absoluta sino para obligar al lector a
reflexionar también.
SPP son
años de terapia ordenando pensamientos de manera supervisada. SPP es una
reformulación de la vida de una persona, eso que nos puede suceder a todos:
referirnos a algún suceso como anecdótico cuando verdaderamente fue
abusivo. Huir hacia adelante. SPP es un alto en el camino para hacerte ver y
valorar que lo único que importa es el camino.
©
Pablo Heral.
¿Qué
nuevos proyectos literarios tienes en marcha?
Ahora mismo tengo algunos frentes
abiertos. Un proyecto que trata sobre religión, sobre sectas, sobre sexualidad.
Otro que trata sobre relaciones tóxicas. Y otro que trata sobre un asesinato en
el barrio del Eixample, en Barcelona.
Lo que
tengo claro es que ya he acabado con la autoficción, ahora quiero disfrutar
este proceso de otra manera.
¿Te
gustaría añadir algo antes de terminar esta entrevista?
Sí, que nunca nos olvidemos de que
la valía de un libro no lo marcan sus ventas, sino lo que es capaz de
transmitir.
Eso es lo
que me digo para seguir teniendo la expectativa de que haya lectoras que me
lean y que valoren mi trabajo. Mi segundo trabajo.
Estoy seguro de que existen muchos libros en las sombras de editoriales,
estanterías o incluso en carpetas de ordenador que no son conocidos ni famosos
porque no hay un marketing detrás: para hacerlo atractivo al público o
para hacerlo conocido. No digo que SPP sea necesariamente un ejemplo, pero me
gusta pensarlo para tener energía para continuar compartiendo esta afición.
Confieso que me encanta que me escriban los lectores y me digan que el libro
les ha hecho reflexionar, que se han emocionado. Eso, me ilumina. Me da una
utilidad más allá del utilitarismo profesional.
Un mismo
libro, un mismo autor, una misma historia nos va a impactar de una u otra forma
dependiendo de nuestro estado emocional. Los libros actúan muchas veces como
precursores de nuestras emociones y eso es fascinante.
Muchas
gracias, Pablo, por tu tiempo, tus
palabras y tus fotos personales. Te deseamos una carrera literaria larga y
próspera.
Y
a vosotros, amigos lectores, gracias
por estar un día más atentos a nuestras publicaciones. Ahora, ¡a leer!
Cristina Monteoliva