miércoles, 31 de marzo de 2021

HUELE A INCIENSO

 

Huele a incienso por aquella calle, por esa otra, por la de más allá.

Instintivamente el alma a través de la vista busca el Trono, a los penitentes,  la banda de música: la procesión. Por más que me esfuerzo, sin embargo, la típica estampa de la Semana Santa granadina no aparece al fondo de la calle. Los Cristos, los Santos y las Dolorosas se han quedado un año más en sus templos. Las aglomeraciones de gentes, antes repartidas por las calles de la ciudad por las que pasaban los pasos, se concentran en las inmediaciones de las Iglesias. Todo el mundo quiere visitar a sus Imágenes de cabecera, aunque haya que procesionar hasta el interior durante una hora, con este calor que aprieta ya en la capital narazí; se pueda mantener o no la distancia social.

Por lo menos, las mascarillas están en su sitio.

Hablando de mascarillas, este martes 30 de marzo hemos sabido que el

próximo verano serán obligatorias también en la playa. Pronto no solo luciremos la marca del bikini o el bañador. La cara nos quedará morena por una parte, blanquecina por la otra. Ni las playas nudistas lo serán tanto.

Esto de llevar mascarilla en la toalla será raro durante un tiempo. Luego, nos acostumbraremos.

O no. Porque no a todo nos acostumbramos con la pandemia. Algunos podrían pensar que después de tres meses de confinamiento en casa y de las restricciones impuestas durante las sucesivas olas (no olvidemos que ya vamos por la cuarta, y lo que te rondaré morena mientras no estemos todos vacunados, lo que creo que será dentro de tanto tiempo, que cuando nos vacunemos los últimos, habrá que volver con los primeros), ya estaríamos hechos a lo de relacionarnos solo por internet y teléfono con los amigos y tomar la cervecita en casa con las personas convivientes. Se conoce que el ser humano tiene unas costumbres bien arraigadas, y en cuanto se abren los bares, ¡todos juntitos vamos para allá!

Todos vamos a los bares, unos con más precaución, otros con menos. Algunos observamos las mesas de las terrazas calculando las distancias entre ellas, entre las sillas, entre vete tú a saber qué. Somos las Viejas del Visillo de la ciudad, siempre atentas a esos detalles que nos hacen pensar que nosotros lo estamos haciendo mejor. ¿Mejor? ¡Pero si también vamos paseando por calles concurridas y nos sentamos en las terrazas en vez de quedarnos en casa a ver si de verdad se aplanan ya esas curvas que tan locos nos tienen!

Llegamos a la Gran Vía y nos topamos con una nueva y considerable cola. Han abierto Los Italianos hace unos días y los granadinos quieren comer sus helados a toda costa. Mi Vieja del Visillo se pregunta si no sería mejor probar los helados de otros establecimientos menos concurridos (y también muy buenos) y dejar así paso por esta acera, ya de por sí concurrida.

¡Ah, mejor dejarlo ya! Todo resulta agotador si te paras a pensar. Demos por terminado el paseo, que el cuerpo y el alma piensan ya en la cena.

Volvamos a casa buscando una calle donde huela de nuevo a incienso: lo único que cada Semana Santa, incluso en esta tan particular, permanece siempre igual.

Cristina Monteoliva

 

© Giuseppe Favale.

miércoles, 24 de marzo de 2021

Reseña: MI DULCE NIÑA, de Romy Hausmann.

 

Todos conocemos algún caso real en el que un tipo despiadado secuestra a una chica para tenerla encerrada durante años en una cabaña o en un sótano. Durante ese tiempo, el criminal y su víctima conviven y tienen hijos. Cuando por fin las autoridades descubren lo que pasa, la madre y los hijos han de reintegrarse en una sociedad que les puede resultar complicada, de ahí que necesiten ayuda psicológica durante un buen tiempo. ¿Va de esto Mi dulce niña, la nueva novela de Romy Haysmann? Sí, pero de una forma que… Mejor que leáis mi reseña para que lo sepáis.

Tras muchos años sin saber de su hija desaparecida, Matthias y Karim vuelven a abrazar la esperanza la noche en la que se les comunica que una mujer que podría ser su querida Lena ha ingresado en un hospital acompañada de una niña. La mujer habría sido atropellada al intentar huir de su captor; la niña, podría ser la hija de Lena. El disgusto de los ancianos se hace patente en cuanto Matthias ve a la mujer y comprueba que no es Lena. La niña, sin embargo, es idéntica a su hija. ¿Cómo puede ser? ¿Por qué ha estado esta mujer encerrada en una cabaña con los presuntos hijos de Lena durante un buen periodo de tiempo? ¿Dónde está el lugar del encierro? ¿Y quién sería el secuestrador? ¿Tendrán todas estas preguntas una respuesta?

Una chica desaparece un día y no se vuelve a saber de ella durante años. Podría haber sido asesinada, pero no hay cuerpo. Podrían haberla secuestrado, pero nadie pide un rescate. Su ausencia, lejos de mitigarse con el tiempo, se hace cada vez más pesada para unos padres que la añoran cada vez más.

En esta historia la hija, Lena, no aparece. En su lugar, lo hace otra mujer, una tal Jasmin, que ha estado cuidando forzosamente de los hijos de Lena, Hannah y Jonathan, durante los últimos meses. ¿Qué fue de Lena? ¿Quién es el secuestrador? Tampoco Jasmin parece saberlo, por lo que tendremos que esperar al final de la historia para conocer las respuestas.

La novela nos es contada por varias voces, las de: Jasmin, la que fuera secuestrada para que hiciera de madre de los niños de Lena, una mujer que se encuentra asustada y confusa tras salir del hospital, prácticamente incapaz de estar tranquila en su propia casa; Hannah, la hija de Lena, una niña que presenta un retraso importante en el desarrollo y un comportamiento un tanto sospechoso, lo que no será impedimento para que su abuelo quede prendado de ella; y Matthias, el dolido padre de Lena, un hombre que no parará hasta descubrir qué pasó con su hija.

En Mi dulce niña nada es lo que parece. Así, conforme pasemos las páginas nos daremos cuenta de que nos encontramos ante un embrollo cada vez mayor, uno del que, como lectores, querremos resolver lo antes posible. Lena y Jasmin se nos presentarán como seres inocentes, pero, ¿lo serán Hannah y Matthias? ¿Y el secuestrador? ¿Acaso no está más cerca de lo que pensamos?

Mi dulce niña, en definitiva, es un intenso thriller, original e impactante, en el que nos encontramos con un caso difícil de resolver, unos personajes perfectamente perfilados y un final totalmente sorprendente. Si eres de los que buscan novelas negras que no te dejen indiferente, ¿a qué esperas para leer esta?

Cristina Monteoliva

sábado, 20 de marzo de 2021

Entrevista: JORGE ALONSO CURIEL.

 

Queridos amigas de La Orilla de las Letras,

 

seguimos con las entrevistas de 2021, esta vez con la que nos ha concedido el autor Jorge Alonso Curiel.

Jorge Alonso Curiel es licenciado en Filosofía y Letras, escritor, profesor de Literatura Española, articulista de opinión en distintos periódicos (El Día de Valladolid, y en Delicias al Día) y crítico cinematográfico, además de experto en edición y corrector de textos. Es autor del poemario Es Mejor el Sueño (2007), de la novela breve Las Guerras han Terminado (2011), del libro de relatos eróticos Tu Mejor Pecado (2011), y del conjunto de relatos y microrrelatos Yo Conocí a un Hombre Satisfecho (2012), publicados los cuatro por la editorial neoyorquina Babel Books Inc. También participó con varios cuentos en el libro Mujeres (2011), y con un diario ficcionado en La Crisis (2012), publicados por Babel Books Inc. En 2013 publicó, en la misma editorial, una edición del clásico de la literatura española El Lazarillo de Tormes; y el libro infantil Paisaje de Risas, escrito junto a la escritora mexicana María Robles Echeverría. En 2016 publicó el libro de relatos Saber Moverse en la editorial Atlantis. En 2017 apareció su primer trabajo como antólogo de relatos con el libro Los bares tienen corazón (Playa de Ákaba) y publicó el libro de relatos La noche del escaparate (Ediciones Atlantis). En 2018 apareció el libro de relatos Media hora (Apache Libros), una colección de cuentos eróticos y canallas, en los que predomina el humo,r y en 2020, el poemario titulado Las Manos del Sueño, en Ediciones Vitruvio. Además de todo esto, nuestro autor ha publicado numerosos relatos y participado en un sinfín de antologías con sus relatos y poemas.

Dicho esto, creo que ya va siendo hora que entremos en la entrevista. ¿Listos? ¡Pues a leer!

 

¿Qué recuerdas de tus primeras lecturas de la infancia?

Recuerdo las que nos obligaban a leer en el colegio, que nadie quería leer porque a todos nos parecían aburridas excepto alguna, muy pocas. Recuerdo también los libros que nos gustaban y que no obligaban a leer en clase como eran las aventuras de los Cinco, de Enid Blyton, o las de los Siete, o los libros de la colección de Alfred Hitchcock, repletos de intriga, que tantos nos gustaban. También los libros de los Hollister, muy entretenidos: tramas casi detectivescas con personajes adolescentes que se metían en investigaciones propias de mayores. Todo muy divertido que te hacía leer durante horas. Y recuerdo incluso las andanzas de Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle, que me atrapaban durante días hasta llegar al desenlace sorprendente. Recuerdo algunos más, como una colección de libros que tenía la cubierta roja, y en los que podías elegir por las acciones de los personajes y así te encaminabas a un desenlace u otro. O alguna obra de teatro para niños que me gustó. Es decir, me gustaba todo lo que no recomendaban en el colegio. De todas formas no fui un niño muy apasionado por la lectura, prefería otras cosas. Los libros los veía como objetos que me podían dar un rato de entretenimiento, pero no era un lector empedernido. Tampoco en mi casa eran muy aficionados a la literatura, ni mis amigos. El descubrimiento auténtico de lo que me ofrecían los libros fue en la adolescencia, a los 15 y 16 años, al descubrir la profundidad que podía haber en ellos, intentando explicar la condición humana y el mundo que nos rodea. En esos años reconocí en la literatura a una amiga que me ofrecía consuelo y que intentaba responder todas mis dudas y zozobras, me regalaba un lugar donde guarecerme de un mundo del que me sentía ajeno. La lectura, entonces, se convirtió en algo esencial, necesario, con ella daba un sentido al abismo que tenía delante de mí, y dentro de mí. Poco después, a los 17, vendría el querer hacer lo mismo que quienes escribían esos libros que caían en mis manos. Quise ser escritor.

 

Como lector, en la actualidad, ¿qué debe tener un libro para que te interese?

Como soy un lector enfermizo, o empedernido, leo todo, absolutamente de todo. Primero por el mero hecho de leer, y después por seguir aprendiendo para mi oficio de escritor, porque de todo se aprende, aunque no te guste. Y cuando digo de todo, no solo me refiero a los libros, también a lo que se escribe en los periódicos y en otros medios. En concreto, la lectura de los periódicos, ya sea en papel o en digital, me encanta y me sirve para estar al día no solo de la información de cada día, sino también de lo que hacen los articulistas de opinión, ya que escribo columnas en algunas publicaciones de la prensa vallisoletana, o porque también hago crítica cinematográfica en varias publicaciones. Si no leo, estoy mal, me enfermo. Pero también enfermo si no escribo. Pero quiero concretar. Ya he dicho que leo de todo, pero si tengo que decir lo que debe tener un libro para que me guste de verdad, diría que prefiero los escritores que nos cuentan historias profundas, esenciales, apasionadas, en las que la sangre hierve a borbotones; historias necesarias con personajes desgarrados por la vida, y con las que el lector puede llegar a cambiar, ser otra persona. Historias que se clavan en el corazón y en el recuerdo para siempre. Hay una cita de Ernesto Sábato que lo explica: "Nunca he escrito para pasar el rato ni para vender, es una cuestión de comerciales. Yo he escrito para no morirme. Y esto no es una exageración. Escribir me ha salvado la vida durante años. El arte es salvador. Hablo del arte en sentido grande, el que tiene que ver con lo más profundo del espíritu humano". Libros y autores que te cambian la vida; que te la pueden salvar. Autores que escriben con autenticidad de asuntos auténticos e importantes. Así, te podría decir que mis favoritos son, por ejemplo, el citado Sábato, Antonio Machado, Pessoa, Charles Bukowski, Raymond Carver, Pío Baroja... y muchos, muchos más. Al fin y al cabo, escritores y autores que crean vida, y que hablan de vida. Libros por los que sientes correr la sangre al tenerlos en la mano. 

  

©Jorge Alonso Curiel.

¿Qué estás leyendo ahora mismo?

Releo mucho. Releo mucho mis libros favoritos y a mis autores favoritos. Pero al mismo tiempo leo todo lo que va cayendo en mis manos. Todas las novedades que puedo, y también libros de hace unos pocos años. Ahora mismo, a día de hoy, estoy con los relatos de juventud de Truman Capote. He leído toda su obra, y me quedaban estos relatos que me están encantando. Y la relectura que tengo entre manos ahora mismo es la novela El Último de la Fiesta, de Dioni Arroyo, una historia juvenil distópica que engancha desde la primera frase.

 

¿Cuándo comenzaste a interesarte por el mundo de la escritura?

Fue a la edad que antes te decía, a los 17 años. Hasta entonces, en la adolescencia, desde los 14 o 15 hasta los 17, lectura empedernida, que fue un descubrimiento esencial en mi vida. Y a partir de los 17, el querer ser escritor, me decidí a serlo. ¿Cuándo lo descubro? Aparte de la lectura de todos esos libros que me decían tanto, hubo un momento decisivo que sucedió una tarde de primavera en el colegio, en clase de literatura. Hasta ese día el profesor nunca había recitado versos de los autores que estábamos estudiando, y esa tarde se colocó de pie en mitad del estrado y recitó dos poemas modernistas del siglo XIX y que aparecían en el libro de texto. El primero fue Lo Fatal, de Rubén Darío, y aquello me impactó de una manera increíble, creándose en mí una herida que ya nunca ha cicatrizado. El poeta hablaba allí de la condición efímera del ser humano, de la duda existencial de la transcendencia, del dolor y de la amargura de los hombres al vivir sin certezas, al residir en terrenos zozobrantes, sin asideros. Aquello me hizo ser otro. No fui el mismo tras ese impacto de sensibilidad y desconsuelo, y que había despertado totalmente la mía hacia el mundo de los interrogantes y hacia la búsqueda de respuestas y de la belleza de formularlas e intentar encontrarlas. Aquella tarde salí de clase con los ojos como platos, mirando al infinito, sin poder articular palabra. Todo había cambiado. Fue mi particular "caída del caballo". Yo quería escribir para hacer sentir lo mismo que yo había sentido. El otro poema que recitó fue Ocaso, de Manuel Machado, y aquella belleza decadente que contiene este poema, fue otro aldabonazo para cambiarme la vida. Para siempre.

 

¿Dónde encuentras la inspiración?

Suelo escribir de noche, que es cuando más a gusto me siento, cuando se crea la magia, cosa que no sucede de día, aunque estoy siempre en "estado de literatura". 24 horas. Siempre pensando en argumentos, en personajes, en poemas, en relatos. También tomo notas muchas veces al día. No he sentido nunca el bloqueo del escritor o el no tener ideas. Trabajo en la cabeza y tomando esas notas a partir de cualquier asunto: la idea puede surgir de una conversación escuchada en la calle, en una tienda, en un portal, o de una conversación que he tenido; también de las lecturas o de las tantas películas que veo; de cualquier cosa. La inspiración, esa idea luminosa como una bombilla que se enciende dentro de ti, llega y te obliga a trabajar sobre ella. Y una vez que ha aparecido, lo que hago es caminar, caminar mucho unas cuantas horas ya por la ciudad o por el campo dándole vueltas y vueltas, ordenando y tomando notas. Y una vez que está ya todo pensado, me pongo a la faena, toca sentarse delante del ordenador y trabajar. Y trabajar mucho. Y a veces esa idea sigue adelante y se convierte en una novela o un relato o lo que sea (cada idea me viene también con el género al que corresponde), y a veces, no. Todo tiene que fluir y brillar, lograr que lo que voy creando sea un reflejo de lo que quería, aunque eso es casi imposible: nunca consigues del todo lo que deseabas.

 

¿Eres un escritor autodidacta o has recibido alguna vez clases de escritura?

No tengo nada en contra de las escuelas y talleres de escritura. Entiendo que los que quieren aprender a escribir se acerquen a las aulas para ello, como con cualquier otra cosa. Pero yo nunca lo he hecho. Nunca he querido. Yo pienso que todo lo que de verdad cala en uno es lo que se aprende de manera autodidacta. Lo que se aprende en soledad, como puedas. Francisco Umbral opinaba lo mismo. A escribir se aprende leyendo y escribiendo, escribiendo mucho, y tirando muchos papeles a la papelera. Y viendo cine, teatro, arte. Y relacionándote con ciertas personas. Y viviendo. Escribir es aprender a borrar. Escribir es aprender a escribir solo lo necesario y lo que funciona. Es un largo y difícil recorrido de aprendizaje, y por eso está lleno de espinas y de caídas, pero de las que hay que levantarse para seguir adelante con lo aprendido. Es un oficio muy vocacional. Tanto largo recorrido formando tu músculo como escritor, solo puede llevarlo a cabo quien tenga una auténtica vocación.

 

¿Cuál de tus obras te ha costado más escribir?

He publicado ya once libros en distintos géneros y he participado en más de diez antologías de relato y poesía. Quizá la que más me ha costado fue la primera, mi ópera prima el poemario Es Mejor el Sueño, que se publicó en 2007, cuando había cumplido 32 años. Hasta publicarlo, pasé muchos años perfeccionando mi estilo y mi oficio, borrando mucho y tirando mucho a la papelera. Escribir ese mi primer libro me costó diez u once años, hasta que comprobé que lo que tenía entre manos ya tenía una cierta madurez y me decidí a publicar. 

©Jorge Alonso Curiel

¿Y cuál la que menos?

Después de aquella primera, el resto ha sido un duro trabajo, pero dentro del esfuerzo que se esperaba. Escribir siempre ha sido para mí una mezcla de preocupación y dolor, pero también de placer inmenso. Una rara mezcla, sí.

 

¿Cómo se te ocurrió escribir Media Hora (Apache Libros), tu libro de relatos eróticos y canallas?

Media Hora no fue algo nuevo para mí. Años antes, en 2012, la editorial neoyorquina Babel Books Inc., con la que tenía contrato en exclusiva, me encargó un libro de relatos que mezclase lo erótico con el humor. Al principio no supe cómo encararlo, pero encontré el tono y escribí Tu Mejor Pecado, un libro que me gustó hacerlo y que creo, pasado el tiempo, que no está mal del todo. Tuvo buena acogida en Estados Unidos, algo menos en España, y a partir de esa experiencia, no he dejado nunca de escribir relatos eróticos con mucho humor. Y en 2018, la editorial madrileña Apache Libros me dijo que quería publicar algo erótico, algo arriesgado, y les presenté el libro que había formado con todos los relatos escritos en esos años. Y les gustó. Y es un libro del que me siento orgulloso porque es un grito de libertad y un grito también de alerta contra esa lacra que nos ahoga que es "lo políticamente correcto". Son relatos llenos de humor, libertad y placer por narrar.

 

¿Hay algo de autobiográfico en él?

No especialmente. Hay el trasunto de alguna mujer que conocí, algún hombre con el que me topé, alguna situación soñada, quizá algún deseo, pero en definitiva es pura ficción. El poeta Ángel González decía que nada de lo que aparece en un libro es autobiográfico, a no ser de que sean unas memorias, y aun así también se miente y se ficciona; pero que es cierto que es autobiográfico en el sentido de que uno es el que escribe el libro, y en él se descubren unos temas y una mirada que, obviamente, al escritor le interesa, forman parte de él.

 

¿Cuánto has tardado en recopilar la buena cantidad de textos que componen este libro?

Lo componen 67 relatos, unos más largos que otros. Hay una mezcla de relato corto y microrrelato. Como decía antes, los escribí mientras escribía otros libros y otros asuntos, desde 2012 hasta 2018. La verdad es que podía haber publicado en él otros veinte textos más, pero el editor prefirió dejar el libro en esas 212 páginas que tiene. O sea, que tengo más relatos para otro libro que quizá se publique; aquellos que no se añadieron y otros más que he escrito en estos tres años desde 2018.

 

¿Qué esperas que los lectores encuentren en Media Hora?

En primer lugar, diversión, entretenimiento, un territorio para pasarlo bien con la mezcla de humor y sexo, que hacen una buena pareja. Y también, y como en el libro hay tantas cosas, varios niveles de lectura, momentos para la reflexión. Bajo la imagen quizá frívola y lúdica e incluso demasiado sexual, en el libro se tratan temas que me interesan mucho como son el amor, el desamor o la soledad y la incomunicación del hombre contemporáneo. Un libro, en definitiva, que espero que no deje indiferente, y al menos eso ha conseguido en todos aquellos lectores que me han hecho llegar su opinión.

 ©Jorge Alonso Curiel.

Tu último libro publicado es el poemario Las manos del sueño (Ediciones Vitruvio). ¿Qué puedes contarnos de este libro?

Es mi undécimo libro publicado, y es el tercer poemario. Los otros dos poemarios fueron Es Mejor el Sueño (Babel Books. Inc.), en 2007; y Reflejos en el cristal cotidiano (Playa de Ákaba), en 2016. Las manos del sueño incide un poco más en los temas que me preocupan como son, entre otros, las complejas relaciones humanas, el amor, el desamor, el inexorable paso del tiempo, el doloroso paso a las diferentes edades vitales, la fatídica importancia que tiene el pasado y el recuerdo en nosotros y, como decía antes, la soledad y la incomunicación del hombre contemporáneo. Y continúo en él apostando por un estilo de línea clara, sencillo, cercano, coloquial, sin retórica inextricable, porque escribo para todos los lectores y no en concreto para ninguna élite. Mi literatura va dirigida a todo tipo de lectores, ya que tengo mucho respeto por ellos.

 

¿Ha cambiado la pandemia tus hábitos de escritor?


Durante la pasada cuarentena de la primavera de 2020 creí que, al no poder salir de casa, era casi un sueño hecho realidad (y que se me entienda la expresión), ya que los escritores siempre buscamos el confinamiento y estar aislados para escribir todo lo que queremos sin que nada ni nadie nos moleste. Pero fue difícil porque echaba de menos el caminar unas horas durante el día, y además las noticias que llegaban del desastre que estaba haciendo la pandemia en todo el mundo, hacía flaquear mi ánimo. Fue un poco complicado escribir en aquella situación, pero a pesar de ello y con mucho esfuerzo, escribí bastante, todo lo que tenía planeado, como artículos periodísticos, relatos, poemas y la conclusión de una novela. Tras aquel confinamiento, todo ha vuelto a la normalidad en cuanto a mis hábitos de escribir y de escritor, y no paro de hacerlo.

 

¿Te gustaría añadir algo antes de terminar esta entrevista?

Darte las gracias, Cristina, por tu amabilidad, y por tu pasión y dedicación en tu estupendo espacio La Orilla de las Letras; es admirable y te animo a seguir acercando la literatura a la gente, este arte que tanto nos regala a todos. También quería decir que seguiré escribiendo, disfrutando de ello, porque es mi vocación y mi camino, y quizá porque no sé hacer otra cosa mejor. Y que pronto publicaré un nuevo libro; en este caso la novela que cité antes y que espero que guste a muchos lectores.

 

Muchas gracias a ti, Jorge, por tu tiempo, tus respuestas y tus fotos personales. Desde luego, no dejes nunca de escribir y sorprendernos con tus escritos. ¡Suerte con todos ellos!

Y a vosotros, amigos, muchas gracias por estar ahí otro día más.

Cristina Monteoliva

Reseña: MEDIA HORA, de Jorge Alonso Curiel.

 

¿Te gusta el género erótico y estás buscando un libro que te lo ofrezca en pequeñas pero intensas pildoritas? ¿Quisieras, además, encontrar humor en este tipo de textos? Pues entonces tienes que echarle un vistazo a Media hora, el libro de relatos eróticos y canallas de Jorge Alonso Curiel, precisamente el libro que vamos a comentar a continuación.

Media hora es un libro de relato breve, de textos de extensión variable, que se compone de un total de sesenta y siete piezas. Si bien en un libro con tantos textos es de imaginar que vamos a encontrar un poco de todo, como se suele decir, también podemos decir que existen ciertos rasgos comunes que dan cohesión al libro. Así, como pronto podréis comprobar los que os atreváis con este libro, casi todos los textos están escritos desde un punto de vista heterosexual y masculino; muchos de ellos están narrados en primera persona; bastantes podrían entrar en el terreno de lo anecdótico y, por supuesto, en todos, o en casi todos, encontramos el humor de una u otra forma.

El onanismo, las fantasías sexuales, las parafilias, las confidencias entre amigos, los amores platónicos… El erotismo se presenta en este libro en todas sus perspectivas, siempre huyendo de lo políticamente correcto, por lo que no creo que sea un libro acto para todos los lectores, aunque sí para los más atrevidos.

La lujuria, el amor, el desamor, la soledad, el arrepentimiento, el miedo… Son muchos los sentimientos que encontraremos reflejados en estas pícaras piezas en las que cualquier cosa podrá pasar.

Al tratarse de un libro, como ya he dicho, con tantos textos y tan variados, a pesar de sus rasgos comunes, encontraréis bastantes matices de unos a otros. Para mí, de todos estos relatos, destacan aquellos en los que encontramos más que realismo, fantasía y ciencia ficción, siendo mi favorito de todos ellos Conferencias, una historia que podríamos clasificar de amor entre mundos.

Media hora, en definitiva, es un libro de literatura breve erótica y canallesca que da mucho que pensar a distintos niveles. Un libro que sin duda no deja indiferente a sus lectores y que está esperando que le deis una oportunidad para que veáis todo lo que pueden sus textos dar de sí. ¿Os atreveréis a adentraros en sus páginas?

Cristina Monteoliva

jueves, 18 de marzo de 2021

Reseña: NEKO CAFÉ, de Anna Sólyom.


¿Cuántas veces te has encontrado perdido? ¿No te hubiera gustado entonces haber encontrado enseguida el camino de vuelta a ti mismo? ¿Y si de casualidad te toparas con unos seres que te ayudaran a hacerlo? Seres que en principio podrían incluso desagradarte, como le ocurre a la protagonista de Neko Café, la novela de Anna Sólyon, con los gatos. Si quieres saber de qué va su historia, ya sabes: solo tienes que seguir leyendo este artículo.

Tras años viviendo en Londres con su novio, Nagore, la diseñadora gráfica de profesión, ha de volver a Barcelona, donde pronto no solo se encontrará sin pareja, sino también sin trabajo y a punto de no ser capaz de pagar el alquiler de su casa. Es entonces, ese mismo verano, cuando su amiga Lucía aparece en su ayuda: una japonesa está a punto de abrir un café de gatos y ella le ha dicho que Nagore podría ser su camarera. Aunque nuestra protagonista siente más que respecto, miedo, por los felinos, acaba aceptando el trabajo de tarde. Poco a poco, conforme pase el tiempo, no solo dejará de temer a los gatos, sino que aprenderá mucho de ellos, hasta el punto de comprender que solo tenemos una vida y que tenemos que vivirla lo mejor posible.

Esta es la historia de Nagore, una mujer a punto de cumplir los cuarenta que se encuentra sola en Barcelona, con la cuenta del banco prácticamente a cero y las ilusiones perdidas. Por suerte, Nagore tiene buenas amigas, y una de ellas, Lucía, le conseguirá un trabajo insólito como camarera en un café de gatos donde cada felino tiene una forma de ser muy característica que nuestra chica aprenderá a apreciar.

Nuestro café de gatos está regentado por Yumi, una japonesa feliz que le busca un hogar a los mininos del establecimiento al tiempo que sirve café y bizcochos a los clientes que acuden a él. Tanto Yumi como los gatos tienen mucho que enseñarle a Nagore, como pronto descubriremos: enseñanzas sencillas pero sabias que nos servirán también a los lectores, relacionadas, buena parte de ellas, con el mindfullness.

En Neko Café Nagore también conocerá a Marc, un hombre preocupado tanto por el gato Sort, el nuevo en el local, como por su antiguo dueño, un antiguo profesor ingresado en un hospital. ¿Surgirá algo más que una amistad entre ellos?

¿Encontrará Nagore las ilusiones perdidas? ¿Aparecerá un nuevo camino en el horizonte? ¿Se encontrará, en definitiva, a sí misma a lo largo de este inusual verano? Sin duda, para responder a estas preguntas tendrás que adentrarte en las páginas Neko Café, esta novela en apariencia sencilla que nos aporta tantos buenos mensajes y consejos: un pequeño manual para aprender a estar en el momento presente, a buscar nuestros objetivos y a tomarnos la vida de otra manera.

Cristina Monteoliva

martes, 16 de marzo de 2021

Entrevista: EUGENIA KLÉBER.


Queridos amigos de La Orilla de las Letras,

 

la cuarta entrevista de esta nueva tanda se la dedicamos a la autora Eugenia Kléber.

Eugenia Kléber ha estudiado Filosofía y Piano, y ha estado vinculada al cine desde muy joven, campo en el que ha ejercido como profesora de Guión Cinematográfico y guionista en el Centre d´estudis Cinematogràfics de Catalunya de Barcelona durante muchos años; como guionista de las películas La memoria del agua e Invocación, premiadas en Cannes y Ámsterdam y seleccionadas en San Sebastián, Venecia, Karlovy Vary, Alcalá de Henares y Figueira da Foz; y directora de la película experimental en b/n Torturados por las rosas, con la que participa en diversos festivales internacionales. Su primera novela, Algo se ha roto, obtuvo el Premio Tusquets Nuevos Narradores 1997. Con Editorial Siníndice ha publicado los relatos Lo que quede después y La hechizada y la novela ilustrada Marie Valentine. En 2019 publica la novela Terrible intimidad, Serial Ediciones, y las obras Indemnes/Lucy N. en Ediciones Irreverentes, Colección de Teatro nº 114. Su obra corta Laura y el Danubio es seleccionada en el Festival Dramaturgia Femenina Atenas 2021. Ha participado en la Antología de relatos Mujeres de la Antigüedad Clásica, de M.A.R Editor y su obra inédita Carne de tu carne ha sido elegida en el Concurso Internacional La Escritura de La/s Diferencia/s Cuba/Italia 2020-2022, para representar a España en el Festival que se llevará a cabo en Cuba.

Dicho esto, ¿qué tal si pasamos a conocer un poco más a la autora? ¡A leer, amigos!:

 

¿Qué recuerdas de tus primeras lecturas de la infancia?

Los primeros libros que recuerdo de pequeña son los Cuentos de Andersen, en una edición ilustrada muy bonita en tapa dura, y Cuentos andinos, un libro también en tapa dura que tenía un cóndor en la cubierta. Me enamoré de ese ave, de su nombre, de su majestuosidad. Más tarde me regalaron Mujercitas y novelas de Enid Blyton. Mis padres no tenían precisamente una gran biblioteca aunque les gustaba leer, a mi padre sobre todo obras de Historia y Arqueología y a mi madre lo que recibía de Círculo de Lectores. Esas fueron mis primeras lecturas. No me aconsejaron ni me prohibieron

ningún libro, así que la elección y la mezcla de lecturas dependía de mí.

 

Como lectora, en la actualidad, ¿qué debe tener un libro para que te interese?

Una voz personal que me atrape, fuerza, sensibilidad. Sin pretensiones, sin alardes. Más allá del interés que me despierte el tema y el argumento.

 

¿Qué estás leyendo ahora mismo?

Entre los últimos libros, La perra, de Pilar Quintana; La forastera, de Olga Merino; Dobles, de José María Merino, y Teoría de la gravedad, de Leila Guerrero. Ahora estoy leyendo la primera novela de la colombiana Lorena Salazar Masso, Esta herida llena de peces, un título precioso al igual que la novela. En la mesa me esperan Hamnet, de Maggie O´Farrell y Cuentos de Agota Kristof. 

©Eugenia Kléber.

¿Cuándo comenzaste a interesarte por el mundo de la escritura?

Desde muy pequeña. Inventaba historias para mis muñecas, no me gustaba jugar tratándolas como bebés a los que había que alimentar, pasear y vestir, sino que las sentaba y les contaba lo que se me ocurría. A veces lo escribía y otras simplemente improvisaba. Era una forma de sentirme acompañada, en casa el ambiente solía ser tenso, o más bien triste o ambas cosas, y al ser hija única la imaginación, la escritura y la lectura fueron mi salvación.

 

¿Por qué te has decantado más por el teatro que por cualquier otro género?

No puedo decir que haya un motivo concreto. Empecé escribiendo guiones, después novela y relato. Escribo teatro desde hace tres o cuatro años, o sea desde hace poco, pero es verdad que sin darme cuenta he ido enlazando una obra tras otra hasta desplazar el trabajo en una novela que tengo empezada desde hace un par de años, por ejemplo. Lo que no quiere decir que no vaya a retomarla. Paralelamente a la última obra de teatro, escribí un relato para la Antología de MAR Editor Mujeres de la Antigüedad Clásica, un libro de varias autoras con relatos inspirados en mujeres de Grecia, Roma y Egipto. Se publicará antes del verano.

 

¿Dónde encuentras la inspiración?

Pues entendiendo inspiración como la chispa que pone en marcha un motor interno, te diría que en lo bueno, en lo malo, en la propia angustia, en las personas, en los detalles, en los gestos, en la observación, en la lectura…

 

¿Eres una escritora autodidacta o has recibido alguna vez clases de escritura?

Autodidacta. Estudié Filosofía y Piano, nunca he cursado talleres literarios.

En lo que respecta al teatro sí he seguido talleres de Dramaturgia en la Sala Beckett: con Josep Maria Miró, Xavier Albertí, Victoria Szpunberg, Paco Zarzoso, Lucía Carballal y Davide Carnevali.

 

©Eugenia Kléber.

¿Cuál de tus obras te ha costado más escribir?

Cada libro tiene su dificultad, al menos a la hora de darlo por terminado. Porque si la primera redacción fluye y parece fácil, al releerlo me asaltan las dudas y lo cambiaría todo. Por eso, una vez publicado, soy incapaz de leerlo. Como las actrices o los actores que no pueden ver sus películas. Una mezcla de inseguridad, autocrítica (algo que me parece muy saludable y necesario) y perfeccionismo.

Pero, para responder mejor a tu pregunta, la primera recopilación de relatos que se publicó en 2017, Lo que quede después. Me costó seleccionar los relatos que iban a formar parte del libro y elegir el orden. Por eso quizá dan cierta sensación de haber sido juntados al azar, lo que no es cierto.

 

¿Y cuál la que menos?

La primera novela, Algo se ha roto. La escribí de un tirón en menos de tres meses. No tenía intención de enviarla a editoriales o a premios, solo sentí la necesidad de escribir esa historia y lo hice. Un amigo la leyó y me animó a enviarla al premio Tusquets. Yo no lo tenía claro pero me convenció.

 

¿Qué supuso para ti ganar el Premio Tusquets Nuevo Narradores en 1997 por tu novela Algo se ha roto? ¿Podríamos decir que este hecho impulsó tu carrera como escritora?

Lo primero que recuerdo es mi incredulidad. Encontré la carta en el buzón y la leí subiendo las escaleras. Entonces vivía en un sexto piso sin ascensor en el barrio gótico de Barcelona, así que leí la carta varias veces. Después empecé a hacerme preguntas: ¿Qué se espera de mí, qué tendré que hacer, de verdad he ganado o es un error que aclararán enseguida? Para resumir, en ese momento me vino grande, me desbordó. Trabajaba desde hacía años en una escuela y productora de cine como profesora de guion y tutora, iba a festivales y escribía por encargo guiones de ficción y documental. La parte más personal de la escritura, digamos la literaria, la reservaba para mí pero sin ánimo de hacer una carrera, de ahí que no pensara presentar la novela.

La editorial se portó maravillosamente pero yo preferí volver a mi mutismo y a mis cuadernos porque desde siempre me desenvuelvo bien en soledad. 

©Eugenia Kléber.

Tu obra de teatro Carne de tu carne fue, por otra parte, la ganadora por el jurado español para participar en el Festival Internacional de Dramaturgia Femenina La Escritura de La/s Diferencia/s Cuba/Italia 2020-2022, y una de las tres elegidas por el jurado internacional para representarse en Cuba el próximo año. ¿Qué supuso para ti este nuevo premio precisamente en teatro?

Me he presentado a dos concursos teatrales hasta la fecha, el primero fue en 2019 con una obra corta que seleccionaron. Es el Festival Internacional de

Dramaturgia Femenina Atenas 2021. El Festival debería estar celebrándose ahora pero debido a la pandemia se ha cancelado. Se hará a través de Radio Iaspis de Atenas del 15 de marzo al 15 de diciembre, y constará de lecturas dramatizadas de las obras, entrevistas y mesas redondas.

Al concurso que mencionas me presenté con una obra larga que acababa de escribir. Fueron pasando los meses y al no recibir ningún correo me olvidé del tema. Cuando llegó el email con la noticia el pasado agosto imagina mi alegría. También este Festival se ha visto afectado por la situación actual, lo que iba a celebrarse en Italia se ha cancelado. Espero que en 2022 pueda ver representada mi obra en Cuba por una compañía de allí.

 

¿Qué puedes contarnos de Carne de tu carne?

Yo soy muy mala para hablar de mis obras, me temo. Para intentar explicar qué significan para mí, de qué tratan, por qué y cómo nacieron, etc.

Esta obra habla de la violencia en la preadolescencia, la familia, el silencio, la fantasía, el amor, la intransigencia. Seis personajes y un acto espantoso e inexplicable que en una u otra medida les afectará a todos. No está tratado de manera explícita, lo que creo que ayuda a que llegue de una manera más intensa al lector y, espero, al futuro espectador.

 

¿Ha cambiado la pandemia tus hábitos de escritora?

Los primeros meses sí, me costaba mucho concentrarme tanto para escribir como para leer. He hablado con escritores y artistas y a muchos les pasó lo mismo. Era una mezcla de angustia, tristeza, preocupación, irritabilidad…

Normalmente escribo a última hora de la tarde hasta la madrugada, antes de la pandemia y ahora.

 

¿Te gustaría añadir algo antes de terminar esta entrevista?

Lo primero darte las gracias por ayudarnos a difundir nuestro trabajo.

Lo segundo, cuando se cumple un año de esta situación impensable que ha causado y sigue causando tanto dolor y devastación en el mundo, recordar que los libros, el arte, el teatro, la música, son más necesarios que nunca.

 

Muchas gracias a ti, Eugenia, por tu tiempo, tus palabras y tus fotos personales. ¡Y mucha suerte con todos tus escritos!

Y a vosotros, amigos lectores, muchas gracias por estar un día más al otro lado de la pantalla.

Cristina Monteoliva

 

lunes, 15 de marzo de 2021

Entrevista: PASCAL BUNIET.


Queridos lectores de La Orilla de las Letras,

 

la tercera entrevista de esta nueva etapa se la dedicamos al autor Pascal Buniet.

Pascal Buniet es licenciado en filología inglesa por la Universidad de Lille, Francia. Tras vivir dos años en Irlanda y trabajar un año en el departamento de francés de la Universidad de Galway, se traslada en 1979 a Tenerife, donde reside desde entonces. Autor que destaca como ejemplo de Novela Enigma, ha publicado las novelas: Lágrimas en el mar, publicada en Francia como Des larmes d’espoir, La verdadera historia de Gloria T Sombras en la meta, publicada esta última en Francia como L’ombre du coureur, y La muerte sabía a chocolate, obra ganadora del IX Premio Wilkie Collins de Novela Negra.

Dicho esto, ¿qué tal si vemos qué tiene nuestro autor que contarnos? ¡A leer!:


¿Qué recuerdas de tus primeras lecturas de la infancia?

No tengo muchos recuerdos de mis lecturas de la infancia. Se trataba principalmente de libros perteneciente a una colección que se llamaba “ La bibliothèque verde”, aventuras de pandillas de niños ,escritas para niños. Creo que muchos franceses han empezado a leer con esa serie. Lo que sí me acuerdo es que más tarde, un poco mas crecidito, me entusiasmé por las aventuras de Arsène Lupin (le gentleman cambrioleur) de Maurice Leblanc que ahora ha vuelto a estar de actualidad.

 

Como lector, en la actualidad, ¿qué debe de tener un libro para que te interese?

Trato de variar estilos, temas y no limitarme a una categoría. Así que procuro encontrar libros que se dejan leer, con eso quiero decir obras que provocan ganas de pasar de una página a otra y no de pasar página.

A veces uno acierta otras veces no, aunque por regla general no me gusta abandonar un libro a la mitad. Incluso leyendo libros malos se aprende algo. Ver errores ajenos puede servir para evitar caer en ello.

¿Qué estás leyendo ahora mismo?

Terminé hace unos días de leer El taxista asesino de Miguel Ángel de Rus, y estoy leyendo, en francés, L’Anomalie, de Hervé Letellier, premio Goncourt 2020.

Aunque son historias muy distintas me parece que tienen en común la forma de mirar a nuestro mundo rompiendo estereotipos.

 

¿Cuándo comenzaste a interesarte por el mundo de la escritura?

Tarde. No pertenezco a esa categoría de autores que han sentido desde la cuna un impulso incontrolable por escribir. Pasé de la lectura a la escritura cuando me di cuenta que yo también tenía cosas que contar y lo podría hacer por lo menos igual de bien que algunos y quizás también porque había llegado a una edad en la que se tiene una visión más madura del mundo. Es decir cuando uno comprende, por fin, que lo que sabe es poco o nada después de años creyendo saberlo todo. 

©Pascal Buniet.

¿Dónde encuentras la inspiración?

Encuentro la inspiración en la realidad que me rodea, en hechos sin importancia pero que pueden tenerla si se le da otro toque. Mi novela Lágrimas en el mar parte de un hecho real. Encontré en la costa restos de pertenencias de unos inmigrantes llegados por la noche en una patera.  Podría haber quedado en una simple anécdota de un día de mi vida.

Mi libro Sombras en la meta trata de la extraña desaparición de un corredor en una carrera de trail running en la cual yo he participado. La idea me vino por el hecho de que cada corredor lleva un chip para localizarlo. De ahí me surgió la trama. Torcer un poco la realidad.

La idea de La muerte sabía a chocolate me vino cuando observé que los turistas mayores no controlan las nuevas tecnologías y son muy confiados. Quien lee el libro sabrá a que me refiero.

En la práctica, cuando estoy escribiendo una historia, las ideas se me aclaran  mientras practico deportes. Suelo salir a correr en la naturaleza. El ejercicio cansa el cuerpo pero deja que vuela la mente. Las ideas, las dudas afloran solas, sin tensión. Mientras tanto, van pasando kilómetros sin que uno ni se dé cuenta.

 

¿Eres un escritor autodidacta o has recibido alguna vez clases de escritura?

Autodidacta aunque después de escribir mi primera novela  me apunté a un curso de escritura, más bien para acercarme a ese mundo con el cual no tenía ningún contacto, para  conocer a gente. Me sirvió para darme cuenta de que no iba mal encaminado. No cambié nada a lo que tenía escrito. Pero me vino bien. Creo que leer mucho y con ojo crítico es la mejor escuela.

 

Aunque algunas de tus novelas han sido publicadas también en francés, el grueso de tu obra está en español. ¿Por qué decidiste escribir tu obra en castellano? ¿Te parece más atractivo el mercado español que el francés?

No, no es una cuestión de mercado. Cuando empecé a escribir no me planteé en qué idioma lo iba a hacer. Me vino naturalmente el español porque era el idioma que se hablaba en el mundo donde me movía a diario. Llevo cuarenta años en Tenerife.

No hablaba ese idioma cuando llegue. Aprendí leyendo el periódico a diario y hablando también, claro, y después pasé a libros. Me acuerdo que el primer libro que leí en español fue El diario de Ana Frank, fácil de leer, y después libros de Vázquez Figueroa. Y así poco a poco.

He traducido dos libros míos al francés. Fue como reescribirlos. Tengo la ventaja sobre un traductor tradicional, sé exactamente lo que pensaba y quería expresar el autor.

 

¿Cuál de tus obras te ha costado más escribir?

La primera, Lágrimas en el mar. No tanto por razones técnicas sino por las dudas que conlleva lanzarse a escribir una primera obra. ¿Soy capaz? ¿Interesará a alguien? ¿Encontraré editor? Y salió bien. Gustó y sigue gustando, doce años después sigue de actualidad. 

©Pascal Buniet.

¿Y cuál la que menos?

Quizás las dos últimas, Sombras en la meta y  La muerte sabía a chocolate. No porque resultó fácil sino porque tengo presente en mi mente cuando escribo todos los comentarios, criticas o halagos recibidos por las anteriores y eso me ayuda en marcar el camino. Experiencia se llama eso, me parece.

 

Con tu última novela, La muerte sabía a chocolate, ganaste el IX Premio Wilkie Collins de Novela Negra. ¿Fue este un galardón esperado o te cogió totalmente de sorpresa?

Cuando uno se presenta a un premio suele pensar: “Sé que no tengo ninguna posibilidad pero voy a probar” Aunque todos sabemos que en el fondo, muy fondo, brilla una luz de esperanza.

Ha sido sin duda una gran alegría y es una gran ayuda en la promoción de la novela.

 

La muerte sabía a chocolate es una historia que transcurre fundamentalmente en Tenerife. ¿Por qué aquí y no en cualquier otro lugar?

En realidad todas mis novelas transcurren en Tenerife, si no enteramente, por lo menos una buena parte. Como he dicho anteriormente es el lugar donde vivo.

Lágrimas en el mar se desarrolla entre Tenerife e Irlanda.

Sombras en la meta: Tenerife y Colombia. La verdadera historia de Gloria T.: Tenerife e Italia.

La muerte sabía a chocolate se desarrolla en Tenerife y Bélgica. Dos ambientes opuestos: la soleada y montañosa isla y  el país plano (ce plat pays qui est le mien como decía Jacques Brel) gris, lluvioso y verde que es Bélgica. Los paisajes descritos ahí corresponden a dos épocas de mi vida. Crecí en el norte de Francia a diez kilómetros de la frontera Belga y esos paisajes me son familiares. Los de Tenerife son los que disfruto ahora.

 

¿Te sientes identificado con el protagonista de esta última novela tuya?

Para quien no ha leído todavía la novela, quiero recordar que empieza con la muerte violenta del propietario de una fábrica de chocolate belga en ese país. Ese empresario solía pasar el invierno en una villa que posee en un pueblo turístico de Tenerife donde viven muchos jubilados de la misma nacionalidad. Pepe el Belga es el apodo, de un personaje atípico, dueño de un restaurante, punto de encuentro de todos esos jubilados. Quien me conoce sabe que tuve durante años un restaurante en las mismas circunstancias (sin llegar a ser un personaje atípico… creo). Estar dentro de la barra de un bar o restaurante es un excelente punto de observación de la raza humana. Esa experiencia me ha permitido desarrollar con realismo y muchos matices ese personaje clave y sus clientes. Así que no me identifico con él pero él si se identifica conmigo.

©Pascal Buniet.

¿Qué esperas que los lectores encuentren en La muerte sabía a chocolate?

Encontrarán enigma, misterio y intriga, suspense, eso por la parte de novela policiaca. Además, hallarán reflexiones sobre el paso del tiempo, la vida, la muerte, la vejez, la ilusión de vivir mirando adelante sabiendo que el pasado, pasado está y que de nada sirve cargar su maleta de recuerdos irremediables. Pero sobre todo se quedaran enganchados hasta saber…

 

¿Ha cambiado la pandemia tus hábitos de escritor?

En cuanto a escritura, cuando empezó el confinamiento pensé que sí, pero al final he seguido la misma cadencia. No soy un autor que escribe en función del tiempo libre. Las ideas vienen a su ritmo.

En cuanto a la promoción de los libros ha habido un gran parón, muchas de las ferias a donde hubiera ido fueron suspendidas. La entrega del premio Wilkie Collins se aplazó. Pudimos hacer algunos actos respetando las normas vigentes. A pesar de todo, La muerte sabía a chocolate sigue su camino.

La gran contradicción de la pandemia respeto a la literatura es que cuando la gente por fin tenía tiempo de sobra y ganas de leer se cerraron las librerías.

 

¿Te gustaría añadir algo antes de terminar esta entrevista?

Ha sido un placer responder a tus preguntas.

Quien quiere saber más sobre mí o mis libros me pueden encontrar en: www.pascalbuniet.com

Muchas gracias Cristina por tu interés y larga vida al blog La orilla de las letras.

 

Muchas gracias a ti, Pascal, por tu tiempo, tus palabras  y tus fotos personajes. Esperamos que tanto La muerte sabía a chocolate como tus otras obras sigan llegando cada vez a más lectores, y pronto sepamos de una nueva publicación tuya.

Y a vosotros, amigos del blog, muchas gracias por estar al otro lado de la pantalla una vez más.

Cristina Monteoliva