Queridos amigos de La Orilla de
las Letras,
volvemos
con nuestra sección de entrevistas, esta vez con la que nos ha concedido la
periodista y escritora María Iglesias.
María Iglesias
trabaja como articulista de elDiario.es y como redactora especializada en política internacional, migraciones y
derechos humanos. Ha sido analista
de actualidad en Canal Sur Radio
y antes trabajó para Público, la SER,
EFE, Canal Sur TV, Jot Down, Paramount Comedy Channel, Diario de Sevilla y
el canal de televisión franco-alemán ARTE.
En 2016, recibió el XXV Premio de
Comunicación de la Asociación de la Prensa de Sevilla y fue coautora tanto de la campaña de concienciación Acojamos a los
refugiados ¡Ya!, como del documental
Contramarea, sobre la emergencia humanitaria en el Egeo, premiado por la Cruz Roja y la ONCE.
Como autora, ha publicado las novelas: El
granado de Lesbos (Galaxia Gutenberg, 2019), Lazos de humo (Planeta, 2011) y Horizonte (Edhasa, 2023). Además, con Plata (2019), fue reconocida
con el VII Premio Francisco Ayala de Narrativa. Por otra parte, junto a la artista Irene Mala, creó el
álbum ilustrado Vaho (Maclein y Parker, 2018), y ha participado también en libros colectivos, como El ADN de la Memoria,
sobre la represión franquista, y Comunicación y desarrollo en la sociedad
global de la información. Imparte
talleres de especialización sobre periodismo digital en Campus Universitario
EUSA Sevilla, presenta y modera
debates y conferencias y coopera como asesora académica con el Festival
Internacional de Cine y Memoria Común de Nador (Marruecos).
Dicho
esto, ¡vamos con la entrevista!:
¿Qué fue primero: tu pasión
por el periodismo o por la literatura?
Lo primero
fue la pasión lectora. De niña, bastante pequeña, disfrutaba con álbumes
ilustrados como Soy un árbol, Rosa Caramelo o El bosque mágico inolvidables y que conservo o he recuperado. Mucho
después, al ir a entrar a la facultad, elegí Periodismo porque quería escribir
y me parecía una carrera más enfocada a la práctica de la escritura que
Filología. Aunque también es verdad que tenía en la cabeza cierta mistificación
del trabajo de periodista y reportero. Luego, tanto escribir novelas como textos
periodísticos (artículos, entrevistas, crónicas, reportajes…) me llena. Son
dimensiones de una misma tarea, comunicativa, que me hace sentir realizada. Y
se retroalimentan. Para mí están íntimamente conectadas y no separadas por
ninguna frontera.
¿Qué lecturas crees que te
han influenciado como escritora?
Guardo en
mí muchos recuerdos, huellas e influencias de lecturas claves. Desde aquellos álbumes
ilustrados de mi infancia a lecturas muy tempranas como La historia interminable. Luego, ya en mi juventud me marcaron El perfume de Patrick Süskind, toda
Virginia Woolf en especial el Orlando,
Una habitación propia o Tres guineas,
Emilie Brontë y su Cumbres borrascosas,
Annie Ernaux con su Pura Pasión o
Margarite Duras y el Marinero de
Gibraltar. Más adelante vinieron Mario Vargas Llosa sobre todo Conversación en la Catedral y La fiesta del Chivo, Ian MacEwan y su Expiación, Agota Kristof y su Claus y Lucas. Y, en fecha más reciente,
Emmanuel Carrère en especial Una novela
rusa, Leila Slimani y su Canción
Dulce, la autobiografía de Malcolm X contada por Alex Haley, Condiciones nerviosas de Tsitsi
Dangarembga o Desierto sonoro de
Valeria Luiselli. No es ninguna lista cerrada. Releo lo que he escrito y veo
que me he dejado atrás a Stefan Zweig, a Maryse Condé, Jean Rhys, el Frankenstein de Mary Shelley o el Quijote
que da hasta apuro citar pero que he disfrutado mucho desde la primera vez que
lo leí, en el instituto.
©Santi Burgos.
¿Qué estás leyendo ahora
mismo? ¿Nos lo recomendarías?
Arado torcido de Itamar Vieira Junio, la
perturbadora y lírica historia, que recomiendo vivamente, de dos hermanas traumáticamente
unidas por las consecuencias de un terrible accidente infantil y por su destino
de braceras desposeídas en una hacienda brasileña como descendientes de
esclavos africanos.
¿Dónde encuentras la
inspiración?
En la
vida: en lo que vivo en mi esfera personal y en mi vivir social, como mujer
dentro de la comunidad de mi tiempo, en lo que sueño dormida o despierta. Cualquier
hecho, persona, encuentro, reflexión o sentimiento es potencialmente
inspirador. Nunca elijo qué me inspira, más bien algo/alguien llama tanto mi
atención, me atrapa de tal modo que se encarna en una imagen o una serie de
ellas y no puedo quitármelo de la cabeza, necesito pensarlo y escribirlo, darle
forma, expresarlo y compartirlo. Es un proceso que ocurre de forma muy natural,
orgánica. En cualquier instante y lugar. A menudo trabajando en el escritorio,
pero con frecuencia también de improviso obligándome a salir corriendo a buscar
la libreta y anotarlo.
¿Cómo surgió la idea de
escribir Horizonte?
Para mí Horizonte nace y se asienta sobre dos
pilares. El primero fue la entrevista que hice en noviembre de 2018 por encargo
de la revista en papel de elDiario.es a Sani Ladan, joven inmigrante camerunés
entonces estudiante de segundo de Relaciones Internacionales quien me habló de
una nueva juventud africana decidida a dar el definitivo pulso de igualdad a
Europa. Yo imaginé ese pulso como dos brazos, uno negro y otro blanco, formando
un puente sobre el Estrecho de Gibraltar. Y me pareció un símbolo muy
sugerente, muy potente de la necesidad urgente que tenemos de trenzar puentes
de empatía, puentes humanos entre la población de ambos continentes.
Horizonte habla, entre
otros muchos temas, de la construcción de un puente entre Europa y África. ¿Te
has basado en una noticia real para ello?
El segundo
pilar de mi novela es, en efecto, mi descubrimiento de que, desde la
Transición, existe un proyecto de puente o túnel entre España y Marruecos,
entre Europa y África. Este proyecto real, desarrollado por la sociedad SECEGSA
que depende del Ministerio de Transportes, cuenta con una elegante sede en
Madrid, con personal, altos cargos, presupuesto millonario y, según noticias
recientes, podría experimentar un impulso gracias al Mundial de fútbol 2030 cuya
sede compartirán España, Marruecos y Portugal. En la novela el protagonista,
Ketu Simo, descubre este proyecto que lleva hibernando 40 años, y lo transforma
para impulsar un nuevo contrato social África-Europa basado en la
igualdad.
¿Quién es Ketu Simo, uno de
los protagonistas de esta historia?
Ketu es un
joven camerunés que, como Sani Ladan en quien está inspirado, deja atrás su
Duala natal frustrado porque le roban una beca a Quebec para dársela al hijo de
un alto funcionario y que tras sobrevivir al Boko Haran en un camión de
tomates, al Sáhara donde muere un compañero, al mar al nadar entre Fnideq
(Marruecos) y Ceuta, al CIE de Tarifa y los invernaderos almerienses retoma sus
estudios. Entonces descubre el proyecto puente y en torno a él lidera un
movimiento de emancipación africana llamado a cambiar la historia para siempre.
¿Y Carmen? ¿Qué puedes
contarnos de ella?
Carmen
Barea es una activista tarifeña que trabaja ayudando a los inmigrantes,
inspirada en Ana Rosado quien es investigadora de migraciones en frontera sur
de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía. En la novela Carmen Barea
conoce a Ketu y ve en su proyecto de puente y en su carismático liderazgo una
esperanza para cambiar la deriva de décadas de muerte de los migrantes
náufragos en el Estrecho. Y por eso, mientras ella recobra el vínculo con el
desaparecido padre de su hijo, se entrega a promover el mayor apoyo posible
para el puente desde esta orilla europea.
©Edhasa.
¿Te has encontrado en el
mundo real a muchas personas como Ayo?
Ayo
Sanogo, joven inmigrante marfileña y la mejor amiga de Ketu, es a la vez un
personaje extraordinario y, por otro lado, un perfil de inmigrante que
probablemente nos es más cercano no solo a mí, a todos: la migrante cuidadora
de niños o ancianos, con unas condiciones de abuso y explotación que, en su
caso, irán a peor hasta obligarla a afrontar un desafío vital espectacular.
¿Crees que en literatura
vende menos hablar de migración y derechos humanos que de otros temas?
Algo
frustrante de lo que a menudo hablamos los periodistas de migración es el hecho
de que nuestros lectores, oyentes o espectadores se anestesien ante el
sufrimiento y muertes de los migrantes. Pero pienso que eso ocurre por una
lógica reacción de autoprotección. Como los medios solo solemos mostrar las
consecuencias de la migración, las llegadas de pateras, sin explicar las
causas, parecen tragedias inevitables ante las que uno se siente impotente. Algo
parecido a lo que pasa con la catástrofe climática.
Horizonte
plantea algo distinto. En ella la nueva juventud africana, encarnada en sus
protagonistas, abre una partida de ajedrez, un juego de estrategia para liberarse
del expolio europeo, del neocolonialismo y las y los lectores son llamados a
tomar partido, a posicionarse sobre qué futuro construir. Y la estupenda
acogida que la novela ha tenido desde el primer momento de su publicación en
septiembre evidencia que este enfoque es atractivo para mucha gente.
¿Qué esperas que encuentren
los lectores en Horizonte?
Una
historia que les atrape y emocione. Para mí escribirla ha sido un viaje de
desconstrucción de falsas ideas, de prejuicios y miedos hacia lo africano gracias
al cual he podido luego viajar físicamente no solo al Marruecos más cercano
sino también al de interior, en la subyugadora región del Atlas, y a Senegal,
como primeros pasos para adentrarme más. Ojalá su lectura y los viajes que
contiene, a Camerún, Sudáfrica o Sudán se convierta en sí misma en un puente a
África para quien lee, en una vivencia que amplíe los horizontes mentales.
¿Qué nuevos proyectos
literarios tienes en marcha?
Ahora que
he publicado y comparto Horizonte, mi
tercera novela tras Lazos de humo y El granado de Lesbos es la primera vez
en mi carrera que tengo claro un proyecto que emprenderé después. No
necesariamente el inmediato siguiente, ya veremos, es pronto para saberlo
porque creo que es muy positivo, fundamental, darse tiempo de vivir,
reflexionar, pensar, de dejarse inspirar, sin aturullamiento. Pero sí que hay
ya unos personajes, un espacio-tiempo, un conflicto, unos dilemas, imágenes,
sonidos, olores que me rondan y obsesionan y eso, por mi experiencia previa, es
lo que me lleva a sentarme y escribir novelas.
¿Te gustaría añadir algo
antes de terminar esta entrevista?
Sí, que
estoy absolutamente segura de que igual que hoy nos resulta incomprensible que
hasta que en 1955 Rosa Parks se negó a ceder su asiento los negros fueran
relegados a las filas de atrás de los autobuses de EEUU, pronto no le cabrá a
nadie en la cabeza que aún en 2023 Europa y Occidente mantengan a los africanos
en su continente como enjaulados cobrándoles dinerales por tramitaciones de
visados que luego les denegamos por sistema mientras nosotros, que expoliamos
sus riquezas, viajamos a sus países con plena libertad solo por ser
occidentales, europeos, blancos. Esta injusticia es la que, a través de una
trama coral y de aventura, se desenmascara en Horizonte.
Muchas gracias, María, por tu tiempo, tus palabras y
tus fotos personales. Ojalá tu obra llegue a un gran número de lectores.
Y
a vosotros, amigos de las letras,
gracias por estar un día más al otro lado de la pantalla. Ahora, ¡a leer!
Cristina
Monteoliva