Título: Harry, revisado
Autor: Mark Sarvas
Traducción: Mme. Brz
Editorial: Libros del Silencio
Págs: 400
Precio: 20 €
A rey muerto, rey puesto. La mancha de
mora, con otra verde se quita. ¿Cuántos refranes conoces que hagan alusión a lo
beneficioso que puede resultar volver a llenar enseguida el hueco que un amor
deja en tu corazón por otro nuevo? Seguro que alguno más se te ocurrirá si te
paras a pensar. Y seguro que en todos ellos estaría pensando Harry, si fuera
español y no un radiólogo norteamericano, tras la muerte de su esposa. ¿Qué de
quién hablo? Pues del protagonista de Harry,
revisado, la primera y exitosa
novela de Mark Sarvas.
Anna ha muerto y lo único en lo que puede
pensar Harry Rent, su marido, justo antes de su entierro es en conquistar el corazón
de Molly, una de las camareras de un café retro de Los Ángeles. Poco después,
este hombre taciturno incapaz de sentir nada por la desaparición de su esposa,
decide convertirse en el nuevo conde de Montecristo. Así, el nuevo Harry será
capaz de hacer cosas que nunca antes habría hecho, aunque tal vez no obtenga
los resultados que esperaba en un principio. ¿Conseguirá acaso alcanzar la
ansiada felicidad?
Harry es un hombre de pocos amigos, y
ninguno tan íntimo como el narrador que se pega como una sombra a este
radiólogo de mediana edad para contarnos su verdadera historia. Pero tal vez la
historia no sea una, sino varias, y para darnos a conocer todo el conjunto,
este narrador decide alternar los capítulos que van desde la muerte de su mujer
en adelante, con aquellos que nos narran su vida junto a ella, pero en sentido
inverso (es decir, de adelante hacia atrás). Sólo así llegaremos a aprehender
al Harry auténtico, a ése que ha decidido “revisarse” para ser mejor persona.
Pero, ¿qué es lo que quiere mejorar de sí
mismo Harry? ¿Y quién es él en realidad? Muchas podrían ser las respuestas, y
de hecho lo son: cambian conforme vamos conociendo más detalles de su mejora y
de su vida marital con Anna. Por ahora, sólo te diré lo que no es Harry: ni un
licenciado por la Universidad de Harvard, ni un buen deportista, ni siquiera
alguien capaz de impedir que su mujer, por despecho, decida operarse para,
supuestamente, mejorar su aspecto.
Anna, la difunta. Anna, la
perfecta. Anna, la mujer que hizo de Harry un ser pequeño. Podría haber sido
una solución más que un problema para Harry. Pero ahora está muerta y sólo
puede intentarlo con Molly, la guapa y joven camarera que adora a los macarras
con moto; y, de paso, también con Lucille, la otra empleada de la cafetería
retro que tan necesitada parece de ayuda. ¡Qué grandes planes tiene Harry para
ellas!
Harry, revisado es una novela profunda y a la
vez llena de un gran sentido del humor (sobre todo negro) protagonizado con
unos personajes tremendamente reales en los que en algún momento de nuestras
vidas podríamos sentirnos identificados. Harry no sólo te resultará entrañable
e inolvidable, un hombre de lo más curioso y de comportamiento totalmente
impredecible; si no que gracias a él podrás llegar a pensar en temas como el
perdón, en todas aquellas pequeñas mentiras que se convierten en un grave
problema entre las personas (más aún cuando éstas están casadas), en la
importancia de arreglar los conflictos antes de que éstos se conviertan en
heridas infectadas, en lo terrible que resulta convertirse en alguien que los
demás quieren que sean pero que realmente tú no quieres ser, etc. Emprende este
ameno viaje con Harry, conoce sus sentimientos y descubre los tuyos a través de
él. Revísate junto a este pobre infeliz y aplaude, como ya yo lo hago, la
genialidad de un escritor que con tan sólo una novela publicada ha conseguido
transmitir tanto en cuanto al mensaje de su obra como a lo literario en sí.
No creo que curar un corazón
roto sea tan fácil como sustituir una persona por otra. El duelo por el amor
difunto es algo que hay que pasar antes de emprender una nueva relación, en mi
opinión. En todo caso, no dejes de revisar la vida de un viudo tan interesante
como Harry, pues una vez que conozcas al Harry, revisado puede que lo tengas todo un poco más claro…O no.
Cristina Monteoliva