Queridos
amigos de La
Orilla de las Letras,
llegamos
a las puertas del fin de semana siempre dispuestas a daros a conocer a nuevos
autores. En esta ocasión, nos visita Daniel
García Martín, un poeta que, como pronto veréis, tiene mucho que contar:
¿Cuándo
descubriste que la escritura era algo más que un pasatiempo?
En el cole nos obligaban ciertas
lecturas, también nos turnábamos en su biblioteca para clasificarla, y ahí,
manejando todos esos libros, vas viendo cosas que piensas que te gustarían… y
ahí es donde te das cuenta de que en los libros se viven muchas vidas distintas.
¿Qué
lecturas crees que te han influenciado como escritor?
Bécquer por encima de todas las
cosas, aunque poesía no es lo que más he leído curiosamente.
¿Qué
estás leyendo ahora mismo? ¿Nos lo recomendarías?
Ahora sí que leo más poesía, y
estoy con varios libros de una profe, Begoña Regueiro, Ser raíz y Versos de piel.
La poesía siempre la recomiendo, porque puedes leer uno, dos poemas, cerrar el
libro y seguir con tu novela o lo que leas. No tiene esa complejidad de una
trama que te atrape y no te deje cerrar el libro, pero sí tiene ese poder (al
menos para mí) de empatizar contigo y sentirte identificado con ciertos
sentimientos y reconfortar… aunque sea por aquello de “mal de muchos…”
La última
novela que he leído ha sido Silentium,
que es el segundo libro de Ruben Juy. Un thriller ambientado en Salamanca, en
el que un padre joven, recién enviudado acaba en una situación compleja con
peligro para su vida y la de su hija.
©
Daniel García Martín.
¿Cómo
compaginas tu trabajo como informático con la escritura?
Pues la informática no es que
inspire mucho, la verdad, pero esa mente analítica y procedural que se necesita
para desarrollar programas es la que hace que se analicen también los sentimientos,
y trazar la complejidad de los mismos, y traducirlos a lenguaje comprensible.
La poesía
no es tan esclavista como pueda ser una novela, se mueve más por impulsos.
Luego sí lleva trabajo de corrección de rítmica, etc. Pero en sí, tanto
escribir como leer poesía no necesita tanta dedicación. No en mi caso, al
menos.
¿Qué tiene de poética la informática, por cierto?
Pues salvo que riman, poco, la
verdad. La informática es muy estática, mientras que la poética es mucho más
sensorial. Enfrentamos algo frío y cerebral al flujo de los sentimientos.
¿Y
por qué escribir poesía en los tiempos que corren?
Empecé de adolescente, cuando no
entiendes muchas cosas, cuando parece que un varón de 16 años no puede
compartir ciertos sentimientos porque puede parecer flojito, moñas o blandito o
como se quiera denominar de cualquier forma políticamente correcta. Y poco a
poco se convirtió en una forma de hacer terapia, vaciaba mi vida en versos (a
veces no, eran inventados, pero mucho era autobiográfico).
En 2006
hubo un parón en el casi no escribí en seis u ocho años, pero luego volvió a
aflorar. Es un medio para sacar cosas, buenas y malas.
Ha habido
una evolución en la misma, porque ahora puedo escribir de cosas inventadas o de
cosas de otras personas de alrededor. Antes solo escribía de mí, pero he
modificado eso para poder canalizar los sentimientos a través de otras personas
e incluso de personajes ficticios.
¿Por
qué te has decantado por la autopublicación a la hora de dar a conocer tu obra
al público?
Publiqué con Círculo Rojo porque
conocí a otros autores que lo habían hecho con ellos, y me pareció interesante
y, sobre todo, sencillo. Me ayudaron mucho a la corrección, la edición y la
publicación.
Además maquetan
también el libro electrónico y te ayudan a publicarlo en Amazon.
Ha sido
fácil el proceso con ellos.
¿Qué
ha supuesto para ti publicar Versos
dormidos?
Pues ha sido ilusionante, el
camino, el desarrollo, y ver en tus manos una obra que has mimado durante 20
años. Es un trabajo entre 1986 y 2006 que ves que va a llegar a la gente
conocida y desconocida.
Muchos
conocidos se han sorprendido al saber que escribía, y mucho más que era poesía.
Porque relatos cortos tengo muchos, pero no habían leído poesía mía nadie.
Por otro
lado supone mucho trabajo, de darte a conocer, de llegar a la gente, de salir
de ese círculo de la gente allegada y conocida. Mucho lío en redes sociales,
ampliar ese círculo desde cero para ir creciendo, presentaciones pírricas (y
menos pírricas), ferias del libro. Un mundo desconocido y sobre todo, un abismo
al que te asomas sin conocer muy bien si tienes alas para volar por si acaso, o
si se te va a abrir el paracaídas en el caso de que te vayas a estrellar.
¿Qué
vamos a encontrar en este libro?
Una evolución en la poesía. Desde
poemas de amor, a desamor, sobre la muerte, sobre religión, sobre los amigos,
sentimientos… muchas cosas. Difícil que no encuentren algo que no les llene.
Yo siempre
digo que el poeta escribe, pero es el lector el que hace suyo el poema, el que
tiene que encontrar ese “algo mágico” que le enganche con ese poema y le
explique esa parte de su vida que no entendía o que le reconforte, o que
simplemente le guste.
¿Qué
tiene de ti Versos dormidos?
Versos
dormidos soy yo, sencillamente. Ahí está gran parte de mis sentimientos
y de la gente que pasó por mi vida durante esos 20 años. Me conocerán algo más,
más de lo que me conocía yo en aquellos años, incluso. Al final, esa gente que
pasa por tu vida es la que te forma en cómo eres ahora, así que es mi propia
evolución a través de las idas y venidas.
¿Qué
esperas que los lectores aprendan de Versos
dormidos?
No soy yo quién para enseñar. Pretendo que vean cosas que les identifiquen, que compartan ese momento de vida y de poesía con lo que yo he escrito y se derramen borbotones de sentimientos. No pretendo enseñar nada.
©
Daniel García Martín.
¿Qué
nuevos proyectos literarios tienes en marcha?
Pues hay varias cosas que tengo
pendientes. Hay que pensarlo mucho, porque publicar es sencillo, pero recuperar
la inversión (en mi caso por ser autopublicado) es muy difícil, la poesía no es
muy popular.
Tengo un
cuento que me están ilustrando y que espero que este año pueda estar disponible
para ver la luz.
Hay otro
poemario que estoy completando, más evolucionado y maduro, y que completa otros
20 años de poemas. Aunque muchos se han creado en estos dos últimos años.
También
tengo unos cuantos haikus que quisiera ver de qué forma se les puede dar algo
de vida fuera del ordenador.
Hay unos
cien relatos cortos que me gustaría ver de qué forma les puedo dar luz también,
aunque es un tema complejo, porque son relatos ciclistas, en formato jocoso
sobre rutas que hago con mis compañeros de bici.
Hay varias
cosas, pero, que hay que revisar con el mimo y la cordura adecuadas.
¿Te
gustaría añadir algo antes de terminar esta entrevista?
Pues me gustaría romper una lanza
a favor de la poesía, que es un poco el patito feo de la literatura. A pesar de
tener grandes poetas, pienso que los lectores creen que la poesía es compleja,
difícil de entender, pesada, rebuscada. Y sí, puede que tengan razón, en gran
parte. Pero yo estoy seguro de que, siempre hay poemas que están hechos para
uno. La cuestión es buscarlo. No vas a encontrarlos en el mismo libro, en el
mismo autor, en la misma época, en el mismo país. A mí no me gustan todos los
poetas, pero hasta de los que no me gustan, siempre hay algo que sí salvaría.
Hoy por
hoy hay poesía de calle, sencilla, fácil de entender, nada críptica.
O por el
contrario, para los lectores que le gusta la poesía atormentada, pues también
tienen esos autores extremos.
No todo es
poesía épica, del Cantar del Mío Cid, o el teatro poético del siglo de oro
español. Hay más poesía, y sobre todo, aún queda mucha por escribir.
Muchas
gracias, Daniel, por tu tiempo, tus
palabras y tus fotos personales. Te deseamos una carrera literaria larga y
próspera.
Y
a vosotros, amigos lectores, gracias
por estar de nuevo atentos a nuestras publicaciones. Ahora, ¡a leer!
Cristina Monteoliva