Título: Talco y bronce
Autor: Montero Glez
Edita: Algaida
Páginas: 312
Precio: 18 € / 9,99 € (epub)
La transición española dio para mucho,
tanto para lo bueno como para lo malo. De lo malo últimamente se habla poco; será
que preferimos mirar hacia atrás con ese aire nostálgico e idealista, deseando
que el espíritu de aquellos tiempos nos invadiera de nuevo para salir por fin
de esta crisis que nos agobia. Pero hablemos de lo malo: la alta delincuencia,
los policías corruptos, las drogas… En resumen, de todo lo que trata Talco y Bronce, la novela de Montero
Glez ganadora del VIII Premio Logroño de Novela de la que hoy os vengo a
hablar.
Chuqueli y Malata son
una pareja de delincuentes que, junto con los otros componentes de su banda, se
dedican a atracar joyerías, además de diversas empresas del todo conocidas por
los lectores españoles. Las cosas les va más o menos bien hasta que roban una
cantidad de oro demasiado grande como para conseguir colocarla entre los
compradores habituales de material robado. Malata y Chuqueli se irán de España
durante un tiempo. Para cuando regresen al país, las cosas ya no volverán a ser
igual.
Esta es la historia de
amor, delincuencia, venganza y sangre de Chuqueli y Malata, dos personajes
marginales de principios de los ochenta dispuestos a casi cualquier cosa por
llevar a cabo sus planes.
La narración comienza a
media res, justo cuando Chuqueli y Malata deciden emprender su particular
venganza contra unos policías corruptos que han destruido todo su mundo. Tras
esta parte, nos encontramos en la segunda con el comienzo de la historia de
amor y delincuencia de Chuqueli y Malata. La narración nos sitúa en Madrid a
principios de los años 80. Chuqueli es un delincuente vasco que llega a Madrid
para montar una banda con la que cometer diversos atracos. En la casa donde se
hospeda conoce a Malata, una chica aún menor de edad que se enamora en seguida
de él.
Tras mucho atracar y
mucha aventura, como es de esperar, en la tercera parte conoceremos el
desenlace de esta historia tan romántica como violenta.
El narrador de esta
obra es un ser de tono tan canallesco como los personajes que la pueblan, de
tal manera que prácticamente es un personaje más. El vocabulario utilizado por
él es muy propio de la época y del mundo de la delincuencia de esos años. Tampoco puede decirse que sea muy pudoroso a
la hora de narrar ciertas escenas en extremo violentas o incómodas.
Talco
y bronce recuerda, tanto por su argumento como por sus
personajes, a novelas y películas de quinquis de la época, a los que sin duda
quiere homenajear aquí el autor. Los actores de esta historia tan
cinematográfica (y con una banda sonora muy de la época, todo hay que decirlo)
viven una vida al límite pensando poco en las consecuencias. Para cuando
quieren darse cuenta, ya están atrapados de forma inevitable en las redes de
los policías que los persiguen. La pregunta es: ¿conseguirán los componentes de
la banda, en especial, Chuqueli y Malata, salvarse?
En definitiva, Talco y bronce es una novela con
carácter propio especialmente indicada para los seguidores del género negro que
además tengan ganas de conocer el lado más oscuro de los años ochenta en
España. Si este es tu caso, no dejes escapar la oportunidad de leer este libro.
Cristina Monteoliva