La gente se
sorprende cuando un reseñista publica un libro. Tampoco nadie parece esperar que un traductor se convierta de pronto en
el autor de su propia novela. Pero lo cierto es que estas cosas pasan, y mucho
más a menudo de lo que esas personas que nos encasillan a los reseñistas y a
los traductores se esperan.
José C. Vales es traductor y está especializado en todo lo que
tiene que ver con el romanticismo.
Pero José C. Vales
también es escritor y acaba de publicar El
pensionado de Neuwelke, una novela que nada tiene que envidiar a las
románticas de los siglos XVIII y XIX, una historia de misterios sin resolver y
jovencitas díscolas (podéis ver mi reseña en http://www.laorilladelasletras.com/2013/06/el-pensionado-de-neuwelke-jose-c-vales.html).
Yo creo que José C. Vales
tiene mucho que contar acerca de su novela, del romanticismo y otros muchos
temas. Y él, que además de traductor y escritor, es una persona solícita, me
contesta amablemente a mis preguntas. ¿Queréis ver el resultado? Solo tenéis
que seguir leyendo:
He leído que te
licenciaste en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca para
especializarte luego en filosofía y estética de
la literatura romántica en Madrid. Tu actividad profesional ha estado siempre
vinculada al mundo editorial, como redactor, editor y traductor para distintas
casas. Sin embargo, hasta ahora no habías publicado ninguna novela. ¿Se debe
esto a que antes no habías sentido la necesidad de escribir, o al menos no la
de publicar, o a otros factores diferentes?
Siempre he escrito, claro. Sería una monstruosidad –y una
irresponsabilidad– no haber escrito nunca y, sin más, redactar una novela de
quinientas páginas. Cuando era joven, escribía más. Después, la filología te
enseña a ser más humilde y prudente, y dejé de escribir durante muchos años.
Escribía, en realidad, como quien hace ejercicios... Los estudiantes antiguos y
medievales lo hacían también: imitaban a los grandes escritores para adquirir
destrezas, aparte de estudiar otras muchas disciplinas, naturalmente. El hecho
de publicar ahora casi ha sido una casualidad; una aventura curiosa e interesante.
Eres un experto en romanticismo y tu novela, El Pensionado de Neuwelke, es una
historia de corte romántico. ¿Has temido en algún momento que los otros amantes
del género que la lean pudieran no sentirse satisfechos con el resultado?
Me gustaría dejar muy claro que el romanticismo de El Pensionado de Neuwelke no tiene nada que ver con las novelas de género modernas,
llamadas “románticas”, sino con el movimiento cultural revolucionario que
comenzó a finales del siglo XVIII con el Sturm und Drang alemán –entre otras
cosas– y concluyó, aproximadamente, a mediados del XIX. Ese movimiento
ideológico, filosófico, cultural y literario no guarda ninguna relación con el “romanticismo”
de las novelas sentimentales y de erotismo soft
modernas. Es una confusión habitual y una desgracia, pero los lectores (lectoras,
sobre todo) de novelas “románticas” probablemente se sentirán muy decepcionados
con El Pensionado. Por el contrario, si disfrutan con Austen, las hermanas
Brönte, Shelley, Byron, Goethe, Dickens, Trollope o Collins, es posible que
pasen un buen rato con mi novela.
¿Es difícil escribir una historia de estilo romántico con la
visión que hoy en día tenemos de las cosas?
En general, las novelas “de época” tienen algunas
dificultades inevitables que son también parte de su encanto: es necesario
conocer la mentalidad de la época (en mi caso, mediados del siglo XIX), conocer
las costumbres, la literatura, la cultura, y otros datos imprescindibles, como
el léxico y el modo de hablar. Nuestro mundo, es cierto, ya nada tiene que ver
con el siglo XIX, y lo que se propone en El
Pensionado es, en cierto sentido, un juego con la “mitología” romántica.
Nos gusta ver esa época tal y como la imaginamos, aunque probablemente era más
dura y menos encantadora de lo que sospechamos. Ocurre lo mismo cuando se
redactan novelas del medievo o de la antigüedad clásica.
©José
C. Vales.
El Pensionado de
Neuwelke se inspira en un hecho que, tal y como citas en tu web, www.josecvales.com, aparece en el libro Footfalls of ghe Boundary of Another World,
with narrative ilustrations, de Robert Dale Owen, en 1960. ¿Recuerdas cómo
llegaste a esta historia (o cómo esta historia llegó a ti)?
Recuerdo que estaba buscando información sobre fenómenos
extraños en el siglo XIX, pero no recuerdo si era por algún trabajo editorial o
por una curiosidad personal. Di con ese libro después de conocer brevemente el
caso de Émilie Sagée, la profesora francesa que vagó durante años por Europa
huyendo de una dolencia que, más bien, era una maldición. Robert Dale Owen, que
era un congresista americano aficionado a los sucesos paranormales, supo de esa
historia y la redactó en el libro que has citado; escribió en un par de páginas
la historia de esta institutriz, y esos breves párrafos sirvieron de fundamento
—bastante modificado, lo reconozco— a la historia de El Pensionado.
¿Cuántos de los personajes de los que hablas en tu novela
existieron realmente y cuántos han salido de tu imaginación?
Si no recuerdo mal, el congresista dice que existieron realmente Émilie Sagée, el señor Buch (el propietario
del Pensionado), la señorita Antoinette de Wrangel y Julie von Güldenstubbe.
Todos los demás personajes de la novela son ficticios. Pero incluso los
personajes que Owen dijo que eran reales se han modificado sustancialmente en
la novela.
¿Cuál es tu personaje favorito de esta historia? ¿Por qué?
Mi personaje favorito es una alumna de unos dieciséis años
que se llama Sönke. Es una lectora emperdernida de las obras de Jane Austen y
tiene una percepción de la existencia basada en el afecto y el cariño a los
demás. Es la única joven que sufre un proceso de iniciación a la madurez en la
novela, porque tiene que afrontar la muerte terrible de su maiden. Los lectores suelen preferir al jardinero Fou’fingers, a la
profesora Vi, a la sensual sor Yvonne, o incluso al gato Ossián. Hay muchos personajes y cada cual disfruta con uno.
El Pensionado de
Neuwelke gira en torno al fenómeno del doppelgänger, del desdoblamiento fantasmagórico que sufre la
protagonista. ¿Crees en este tipo de fenómenos?
No, no creo que ese tipo de cosas sean muy probables. Aunque
lo que uno crea no tiene demasiada relevancia, me parece. En realidad, el
fenómeno paranormal en la novela sólo es una excusa para tejer una red de
relaciones humanas entre los personajes del Pensionado. Y eso era lo que más me
interesaba. De todos modos, la gente se asombra por un fantasma y no le da
mayor trascendencia a ir girando por el espacio en una minúscula gota de tierra
y agua a cientos de miles de kilómetros por hora alrededor del Sol. La gente
pone el grito en el cielo por un fantasma, pero no se asombra ante el proceso
de generación de una crisálida y su mariposa... Este mundo, mi querida
Cristina, es asombroso, misterioso, caótico, ridículo, maravilloso... casi
milagroso. Y deberíamos poder disfrutarlo, gozarlo y sufrirlo –vivirlo, en fin–
tal y como es. A veces bastaría con apartar la mirada del ordenador o del
teléfono: entonces descubriríamos una cantidad de prodigios que nos dejarían
estupefactos.
He leído que el doppelgänger
suele ser un “gemelo malvado”. Sin embargo, el de tu novela no me lo parece.
¿Por qué, sin embargo, crees que podría asustar tanto este fenómeno a los que
supuestamente lo experimenten?
No, no tiene por qué ser un gemelo malvado. El folclore del
norte de Europa está plagado de figuras parecidas. El doble puede traer buenas
o malas noticias, avisar de un peligro, indicar una muerte o una tragedia... o,
como en mi novela, ser simplemente una experiencia indeseable e incontrolable.
Eso me interesaba más que proponer un cuento de miedo. A Émilie Sagée le ocurre
algo que no puede controlar y que no puede dominar. En realidad, eso nos ocurre
a todos. Creemos que dominamos nuestro mundo, cuando, en realidad, no sabemos
ni lo que nos ocurre en el interior ni lo que puede ocurrirnos en el exterior.
Es la consecuencia de un mundo caótico, terrible, aterrador... pero también
maravilloso y sorprendente.
Volviendo al tema de los doppelgänger,
¿por qué crees que no son tan populares, al menos literariamente hablando, como
los zombis, los vampiros o los hombres lobo?
Nunca me he planteado la razón de esa falta de popularidad,
pero... yo diría que tiene que ver con la fuerza del mito. La criatura de
Victor Frankenstein, Drácula o los zombies son mitos modernos y, como tales,
tienen una estructura tan potente, tan sólida y tan interesante como los mitos
clásicos, digamos, Prometeo o Ulises o Teseo. Representan un deseo, un anhelo,
un temor, un miedo... alguna de las miles de facetas misteriosas y
complejísimas del ser humano. El doppelgänger,
al parecer, no tiene esa potencialidad mítica en la mentalidad popular.
©José
C. Vales.
¿Qué esperas que encuentren los lectores en El Pensionado de Neuwelke?
Redacté El Pensionado
de Neuwelke como quien reúne a unos amigos junto al fuego y les cuenta una
historia. Digamos, un ambiente dickensiano. Me gustaría que se entendiera en
ese sentido un poco ancestral y casi homérico: venid, sentaos, que os voy a
contar un cuento de fantasmas. Y me gustaría que se entendiera como un relato
entretenido y curioso. Es un cuento para pasar un par de noches invernales
junto al fuego. Eso me gusta pensar. Desde luego, el lector que tenga
referencias literarias un poco más complejas podrá disfrutarlo de otro modo;
pero no es necesario conocer la filosofía y la estética del Romanticismo para
leerlo y disfrutarlo, creo.
¿Tienes nuevos proyectos literarios en marcha?
Sí, naturalmente. Espero poder comenzar la redacción de una
nueva novela en cuanto acabe los trabajos de planificación y la documentación
previa. Por otro lado, mis labores habituales de traducción y de edición con
frecuencia me impiden dedicarle a la creación todo el tiempo que me gustaría.
¿Crees que debería haberte preguntado algo más en esta
entrevista? Adelante, diles a los lectores lo que quieras antes de finalizar.
Lo primero que quiero hacer es darte las gracias por tener en
cuenta El Pensionado de Neuwelke. Y
en segundo lugar, me gustaría que los lectores que se acercaran a esta novela
no cayeran en el error de pensar que es una novela sentimental: es una novela
romántica porque todo en ella está basado en los textos de la revolución
cultural romántica del siglo XIX, en Schiller, en Goethe, en Shelley, en Byron,
etcétera. No tiene sentido buscar aquí sucesos precipitados, crímenes sin
cuento, o amores de “comedia romántica”. Es un relato –espero que entretenido–
en el que los afectos y las emociones tienen más relevancia que las carreras y
los sustos. Que la disfruten, porque para eso se escribió. Un saludo a todos.
Muchas gracias, Jose, por tu tiempo, tus palabras y tus fotos
personales.
Yo estoy segura de que todos los que se acerquen a tu libro
lo harán a sabiendas de que se trata de una novela romántica decimonónica, y no
otra cosa. Y los que no, seguro que se llevan una sorpresa, pero de las
agradables.