martes, 1 de abril de 2025

Entrevista: JAVIER REGUEIRA SERRANO

 

Queridos amigos de La Orilla de las Letras,

empezamos el mes con una extensa e interesante entrevista, la que nos ha concedido Javier Regueira Serrano. Sin más dilación, aquí va:

¿Cuándo descubriste que la escritura era algo más que un pasatiempo?

Durante muchos años, escribir fue para mí una especie de refugio íntimo. Escribía relatos cortos, muy personales, de corte casi autobiográfico. Era una forma de ordenar mis pensamientos, de entenderme y de desahogar emociones que a veces me costaba compartir en voz alta. Pero no pasaba de ahí: lo veía como algo privado, incluso secreto.

El punto de inflexión llegó en uno de los momentos más duros de mi vida: la pérdida de mi mujer. En medio del duelo, sentí una necesidad profunda de volcar en palabras todo aquello que no sabía cómo gestionar. De ese impulso nació mi primer libro, que fue, en esencia, un acto de autoterapia. Un intento de curar heridas a través de la escritura.

A partir de ahí, empecé a valorar seriamente la posibilidad de publicar las historias que tenía rondando por la cabeza.

 


© Javier Regueira Serrano.

¿Qué lecturas crees que te han influenciado como escritor?

He leído mucho y muy variado, pero si tuviera que trazar una línea de influencias, diría que empecé por los grandes clásicos de la ciencia ficción como Isaac Asimov y Arthur C. Clarke, que me abrieron la puerta a imaginar futuros posibles y a reflexionar sobre el impacto de la tecnología en la sociedad. De ahí, la transición a la literatura distópica fue natural: Orwell, Huxley… autores que me enseñaron a usar la ficción como herramienta de crítica social.

También he sido un devorador de thrillers, tanto clásicos como contemporáneos. Agatha Christie ocupa un lugar especial entre mis autoras favoritas: su forma de construir el suspense, de dosificar la información y de jugar con el lector siempre me fascinó. En los años 80 y 90, mis estanterías estaban llenas de novelas de espías. Frederick Forsyth, Tom Clancy, Patricia Highsmith… eran nombres habituales en mi mesilla de noche.

No faltó tampoco la literatura fantástica, con Tolkien a la cabeza. El Señor de los Anillos y El Hobbit fueron dos obras que me marcaron profundamente por su capacidad de construir mundos completos, con sus propias reglas y lenguajes.

Otros autores que considero “fetiche” y que me han acompañado durante años son Michael Crichton, Christian Jacq, David Baldacci, John Grisham o Patricia Cornwell. Cada uno, a su manera, me ha aportado algo: el ritmo narrativo, la precisión en la documentación, la tensión psicológica, la construcción de personajes sólidos… En definitiva, he intentado absorber lo mejor de cada uno para ir encontrando mi propia voz.

¿Qué estás leyendo ahora mismo? ¿Nos lo recomendarías?  

Ahora mismo, curiosamente, no estoy leyendo nada. Y no es por falta de ganas, sino porque estoy inmerso en la escritura de mi próxima novela, El décimo ángel. Cuando estoy en plena fase creativa prefiero no leer, para no “contaminarme” con las voces, estilos o ideas de otros autores. Es un momento muy delicado en el que intento conectar al máximo con mi propia historia y mantenerme centrado en el universo que estoy construyendo.

Dicho esto, el último libro que leí antes de sumergirme en este proyecto fue El infinito en un junco, de Irene Vallejo. Una auténtica joya. Es de esos libros que te reconcilian con el amor por la palabra escrita, por la historia de los libros, por todo lo que significan. Lo recomiendo sin dudarlo: es una lectura que deja huella.

¿Cómo compaginas tu trabajo fuera del mundo de las letras con la escritura?  

La verdad es que es difícil, pero se puede.

Mi día a día transcurre en el ámbito de la seguridad de la información, donde trabajo como consultor y auditor. Es un entorno exigente, que requiere concentración, precisión y estar siempre al tanto de los cambios tecnológicos y normativos. Aun así, la escritura es mi espacio personal, ese lugar al que regreso para desconectar, pero también para conectar conmigo mismo.

Escribo por las tardes, cuando termina la jornada laboral. Es mi momento sagrado del día: una especie de ritual en el que dejo atrás lo técnico y lo racional, y me zambullo en la creación, en los personajes, en las emociones. A veces cuesta hacer el cambio de chip, pero con el tiempo he aprendido a proteger ese espacio como algo imprescindible en mi vida.

¿Cómo ves el panorama literario actual?

Lo veo como un escenario en transformación constante, lleno de oportunidades pero también de desafíos. Por un lado, la tecnología ha democratizado la escritura y la publicación como nunca antes. Hoy en día, cualquier persona con una historia que contar puede compartirla con el mundo, sin necesidad de pasar por los filtros tradicionales de una editorial. Eso me parece maravilloso: más voces, más diversidad, más libertad creativa.

Por otro lado, esa misma facilidad ha generado una saturación de títulos que puede hacer muy difícil destacar. El lector está expuesto a miles de propuestas y, a veces, es complicado que una obra sin grandes campañas de promoción encuentre su espacio. Ahí es donde entra en juego la constancia, el boca a boca y, sobre todo, la autenticidad. Creo que el público valora cada vez más a los autores honestos, que escriben desde lo que sienten, sin disfrazar sus intenciones.

También me parece interesante cómo el concepto de “éxito” está cambiando. Ya no se mide solo en ventas, sino en la capacidad de un libro para generar comunidad, provocar reflexión o emocionar a quien lo lee. En ese sentido, veo un panorama vibrante, con lectores muy activos, curiosos, que no se conforman con lo de siempre y están abiertos a descubrir nuevas voces.

En resumen: escribir hoy es un reto, sí, pero también un privilegio. Y formar parte de esta era de cambio me parece profundamente estimulante.

¿Escribirías una novela de moda a cambio de hacerte famoso? 

Sinceramente, no. Me gusta escribir sobre lo que me inquieta, lo que me remueve. Y eso rara vez coincide con lo que dicta la moda. Para mí, la escritura tiene sentido si es honesta.

¿Por qué te has decantado por la autopublicación en Amazon a la hora de dar a conocer tus obras al público?   

La decisión de autopublicar fue, en parte, práctica… y en parte una cuestión de salud mental. Te cuento: admiro profundamente a quienes tienen la paciencia y la perseverancia de enviar su manuscrito a decenas de editoriales, esperar meses —cuando no años— y recibir (con suerte) una respuesta que no sea un silencio atronador. Pero, sinceramente, ese no es mi estilo. No tengo alma de monje tibetano. Cuando tengo una historia que contar, necesito compartirla, verla publicada, sentir que avanza.

Después de escribir mi primer libro, me di cuenta de que el camino tradicional me iba a costar muchas canas (más de las que ya tengo). Así que exploré la autopublicación en Amazon… ¡y descubrí un mundo nuevo! De repente tenía control sobre todo: los plazos, el diseño, el contenido, la portada… incluso el precio. Y lo mejor: podía llegar directamente a los lectores sin tener que mendigar la atención de una editorial sobrecargada de manuscritos.

No voy a negar que autopublicar supone mucho trabajo. Eres autor, editor, maquetador, comercial, community manager y psicólogo de ti mismo cuando los días de ventas flojean. Pero también es una experiencia enormemente gratificante. Cada lector que llega lo hace porque ha elegido tu historia entre miles. Y eso, créeme, tiene un valor inmenso.

Además, el sistema de Amazon te permite tener estadísticas, ajustar estrategias, interactuar con tus lectores, recibir valoraciones en tiempo real… Es casi como un laboratorio literario. Puede que algún día me anime a probar el camino editorial tradicional, pero por ahora, la autopublicación me ha dado libertad, satisfacción y muchas lecciones valiosas.

¿Qué supuso para ti publicar Guía de supervivencia en la empresa?  

Guía de supervivencia en la empresa fue mi primer libro, y nació en un momento muy particular de mi vida. Lo empecé a escribir poco después de quedarme viudo, en una etapa en la que necesitaba desesperadamente mantener la mente ocupada. Fue una especie de salvavidas emocional, una escritura curativa que me permitía canalizar el dolor a través del humor, la reflexión y, sobre todo, la ironía.

No fue un proyecto planeado ni con ambiciones editoriales concretas al principio. Era, más bien, una conversación conmigo mismo: una forma de revisar mi experiencia en el mundo corporativo —ese ecosistema tan peculiar y lleno de contradicciones— desde una mirada crítica, pero también desde mi yo más auténtico. Por eso el tono del libro es tan irónico, incluso ácido en ocasiones. Es mi manera de desnudar el absurdo que muchas veces rodea a la vida empresarial… y, de paso, reírme un poco de todo eso. Y de mí mismo también.

Cuando decidí publicarlo, lo hice con algo de vértigo, porque es un libro que mezcla experiencia profesional con emociones muy personales, aunque camufladas bajo el sarcasmo. Para mi sorpresa, muchas personas se sintieron identificadas, y me escribieron contándome que les había hecho reflexionar, reír… o ambas cosas. Ahí entendí que, a veces, lo que uno escribe desde la vulnerabilidad conecta más que cualquier manual técnico o discurso grandilocuente.

Así que sí, fue un punto de partida muy especial. No solo porque supuso mi debut como autor, sino porque me demostró que escribir podía ser una vía de expresión, de sanación y, por qué no, de conexión con los demás.

¿Qué vamos a encontrar en este libro?

Guía de supervivencia en la empresa no es un manual de autoayuda al uso, ni tampoco una recopilación de fórmulas mágicas para ascender en la jerarquía corporativa. Es, más bien, una mirada irónica —a veces tierna, a veces demoledora— sobre ese ecosistema que muchos habitamos a diario: la empresa.

Lo que vas a encontrar en sus páginas es una especie de espejo: uno que refleja con humor y sin filtros los absurdos, contradicciones y rituales del mundo corporativo. Desde jefes imposibles hasta reuniones interminables que podrían haber sido un email, pasando por las guerras de egos, los cambios de logo disfrazados de revolución estratégica o la obsesión por las métricas que nadie entiende… Todo eso está ahí, contado con sarcasmo, sí, pero también con una profunda comprensión de lo que significa navegar ese entorno sin perder la cordura (o al menos intentarlo).

Además, el libro tiene algo que para mí era esencial: honestidad. No pretende sentar cátedra ni pontificar. Es más bien una conversación de café entre colegas, con anécdotas reales, reflexiones personales y alguna que otra confesión inesperada. Si alguna vez has sentido que la empresa parece un teatro con guion mal escrito… este libro es para ti.

Y si no trabajas en una oficina, también puede resultarte interesante, porque al final habla de algo más universal: la lucha por conservar nuestra identidad en un entorno que, muchas veces, tiende a uniformarnos. Es un libro que busca hacerte sonreír, pero también invitarte a pensar. Y si consigue las dos cosas, misión cumplida.

Tu nuevo libro es la novela distópica El límite Kallman. Parte 1: La caída. ¿Qué nos puedes contar de esta historia?  

El límite Kallmanm es una bilogía compuesta por Parte 1: La caída y Parte 2: Sufrimiento. Juntas, ambas novelas intentan explorar —y responder— una pregunta tan inquietante como fascinante: ¿qué podría ocurrir para que el ser humano eligiera, de forma consciente, su propia extinción?

La historia se sitúa en un futuro inquietantemente cercano, en el que la acción del ser humano ha empujado al planeta más allá del punto de no retorno. En ese contexto, aparece un misterioso manifiesto mecanografiado que parece anticipar con precisión milimétrica una cadena de catástrofes: crisis ecológicas sin precedentes, guerras inesperadas, revueltas globales y decisiones políticas extremas que parecen orquestadas por una lógica inhumana… o demasiado humana.

La novela nos lleva desde los despachos enmoquetados del poder hasta los márgenes más radicales del ecologismo militante, planteando dilemas morales imposibles. En el fondo, El límite Kallmanm no va solo de conspiraciones o colapsos: va de decisiones. De las que tomamos como individuos, pero sobre todo de las que tomamos como especie. ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a sacrificar la libertad por la seguridad? ¿Qué estaríamos dispuestos a justificar en nombre de la supervivencia? ¿Y qué precio tendría salvar el planeta si a cambio tenemos que perder aquello que nos hace humanos?

Con un estilo ágil, giros de trama constantes y un trasfondo muy actual, la novela combina emoción, tensión y reflexión. Es una historia que no da respuestas fáciles, pero sí plantea preguntas que quizá ya deberíamos estar haciéndonos. Y, sobre todo, prepara el terreno para una segunda parte aún más intensa, donde la verdadera dimensión del sufrimiento —personal, social y planetario— saldrá a la luz.

¿Y qué esperas que los lectores aprendan de este libro?

Más que una enseñanza cerrada, lo que me gustaría es que El límite Kallmanm deje en los lectores una sensación incómoda… pero necesaria. Quiero que, al cerrar el libro, se queden pensando en lo frágil que es la sociedad que hemos construido. Porque aunque desde fuera parezca robusta, sólida y bien engranada, la realidad es que basta con una serie de estímulos —una crisis ecológica, un colapso social, una cadena de decisiones erróneas— para que todo se tambalee como un castillo de naipes o caiga como fichas de dominó.

Ese es el corazón de la historia: mostrar cómo, sin necesidad de escenarios apocalípticos imposibles, podríamos llegar a una situación extrema provocada por nosotros mismos. No se trata de ciencia ficción desatada, sino de un futuro plausible. Y para lograr transmitir esa inquietud, me he documentado en profundidad. Cada uno de los elementos científicos que aparecen en la novela —desde los escenarios metabólicos bioquímicos hasta las teorías biológicas o los comportamientos psicosociales— está respaldado por estudios reales, por teorías vigentes, por situaciones que, en muchos casos, ya están ocurriendo en alguna parte del mundo.

Esa verosimilitud, ese “esto podría pasar de verdad”, es lo que genera la intranquilidad que busco en el lector. Porque no hay monstruos fantásticos ni catástrofes extraterrestres: solo hay decisiones humanas, intereses cruzados y una sucesión de acontecimientos que empujan a la humanidad hacia un límite… que quizás ya estamos rozando.

Si después de leer la novela alguien mira las noticias con otros ojos, se pregunta cuánto control tiene realmente sobre su vida, o se plantea qué mundo estamos dejando a las siguientes generaciones, entonces habré conseguido lo que me propuse: sacudir un poco la conciencia desde la ficción.

 


© Javier Regueira Serrano.

¿Qué nuevos proyectos literarios tienes en marcha? ¿Nos puedes adelantar algo de ellos?

Ahora mismo estoy completamente inmerso en la escritura de El décimo ángel, una novela negra con tintes de thriller psicológico y elementos muy potentes de asesinato ritual. Es un proyecto al que le tengo especial cariño porque me permite explorar el lado más oscuro y complejo de la mente humana. La historia gira en torno a una serie de crímenes que poco a poco van revelando un patrón inquietante, vinculado a un trasfondo simbólico y religioso.

El asesino no solo mata: escenifica. Cada crimen es una representación, una especie de ritual que esconde un mensaje, un código, una venganza. A medida que avanza la investigación, tanto los personajes como el lector se verán arrastrados a una red de secretos, obsesiones y traumas que cuestionan lo que creemos saber sobre la moral, la fe y la justicia. Es una novela muy atmosférica, con tensión constante, y que juega al despiste hasta el final. Estoy disfrutando mucho del proceso, porque me permite construir capas de significado y trabajar la psicología de los personajes al detalle.

Paralelamente, también estoy trabajando en la segunda parte de El límite Kallmanm, que llevará por título Parte 2:Sufrimiento y cuya publicación está prevista para finales de enero de 2026. Ya estoy perfilando las tramas, atando cabos y preparando una continuación que será aún más intensa que la primera parte. Si La caída planteaba la pregunta sobre qué nos llevaría al borde del colapso, El sufrimiento mostrará las consecuencias humanas, políticas y emocionales de ese colapso, y hasta dónde estamos dispuestos a llegar para sobrevivir… o resistir.

En definitiva, 2025 y 2026 vienen cargados de historias. Historias que buscan entretener, por supuesto, pero también incomodar, remover, dejar poso. Esa es, al fin y al cabo, la razón por la que escribo.

¿Te gustaría añadir algo antes de terminar esta entrevista?

Sí, me gustaría aprovechar este espacio para dar las gracias. En primer lugar, estoy muy agradecido por hacer posible esta entrevista, por el interés, la generosidad y por brindarme la oportunidad de compartir no solo mis libros, sino también la parte más personal que hay detrás de ellos. Escribir puede ser un camino solitario, pero cuando alguien se detiene a escuchar, a preguntar y a profundizar, uno se siente acompañado.

Y, sobre todo, quiero dar las gracias a quienes están al otro lado de las páginas: los lectores. A los que se han atrevido a descubrir mis historias, a los que se han emocionado, sorprendido o inquietado con ellas… y, muy especialmente, a quienes me escriben para contarme sus impresiones, para compartir una frase que les marcó o simplemente para decirme: “me lo leí de un tirón”. Esos mensajes, que a veces llegan por redes, por correo o incluso en persona, son una fuente inmensa de motivación y cariño. Me recuerdan por qué escribo, por qué merece la pena cada hora frente al teclado, cada duda, cada reescritura.

Así que gracias, de corazón. Por leer, por recomendar, por acompañar este camino. Nos seguimos encontrando en las páginas.

Muchas gracias, Javier, por tu tiempo, tus palabras y tus fotos personales. Te deseamos una carrera literaria larga y próspera.

Y a vosotros, amigos del blog, gracias por estar un día más pendientes de nuestras publicaciones. Ahora, ¡a leer!

Cristina Monteoliva