Queridos amigos
de La Orilla de las Letras,
las navidades y
el fin de año se acercan. Muchos de vosotros podréis disfrutar de unos cuantos
días de vacaciones. Yo, sin embargo, sigo aquí, al pie del cañón, dispuesta a
recomendaros libros para leer tanto en estas fechas como el resto del año.
También para ofreceros interesantes entrevistas, por supuesto. Como la que os
traigo hoy al periodista especializado en cultura y escritor Eduardo Laporte.
Eduardo Laporte colabora en medios como Territorios, de Vocento; El
viajero, de El País y Navarra.com,
aunque sus textos más personales los encontraréis en su blog, http://www.elnaugrafodigital.com/
Su
interés por la escritura autobiográfica no solo le ha llevado a publicar varias
obras de este corte, sino también a fundar El
Tayer, una escuela online en la que aprender todo lo necesario para
escribir sobre uno mismo. Más información en: http://hazteescritor.blogspot.com.es/
Como
escritor, su obra más destacada, hasta la fecha, es Luz de noviembre, por la tarde (Demipage, 2011). En 2016 ha
publicado la interesante novela corta de corte biográfico La tabla. Hablamos con él de esta última novela, pero también de
otros temas interesantes. Si quieres saber más, solo tienes que seguir leyendo:
¿Cuándo comenzaste a
escribir?
Con ciertas pretensiones, a finales de noviembre de 2002.
Acababa de dejar de fumar, estaba medio depre en un trabajo de comercial publicitario
para una televisión que ni siquiera existía, y la literatura me dio una calma y
una ilusión que necesitaba.
Ahora que todo el mundo
está haciendo listas de las mejores lecturas del año, las mejores series, las
mejoras borracheras, dinos, ¿qué autores NO han te han marcado ni como lector
ni como escritor?
Te puedo decir libros que he dejado a medias, como La sombra del viento de Ruiz Zafón, pero
también otros más de culto, como Matadero
Cinco, que me pareció una marcianada en el que no entré, como al final me pareció
demasiado delirante el París de Mario
Levrero, autor que por otra parte creo que me gustará, en su fase más realista.
Tampoco he podido, tras un par de intentos, con Onetti y creo que pasaré por
esta vida sin intentarlo con Faulkner. Borges me resulta cansino y no entiendo
la mitad de lo que leo de él.
Escritura
autobiográfica: ¿por qué?
Porque, como decía Virginia Woolf, es la única que permite ir al
tuétano de lo que somos.
©Eduardo Laporte.
¿Escribirías una novela
por encargo?
Sí, pero trataría de darle un sentido. Hacerla mía de alguna
manera. Un periodista es un novelista por encargo. La tabla fue, en cierta manera, una novela por encargo, pero el
encargo me lo hice a mí mismo. Y obedecía a unas necesidad no materiales sino
personales, así que es un encargo raro.
Además de haber
publicado libros autobiográficos, impartes como profesor en El tayer. ¿Cómo te
surgió la idea de crear este servicio?
Intuí que podía haber gente interesada en lanzarse a escribir y
que la autobiografía es un estadio de la literatura más accesible que la
ficción pura y dura, por lo que quizás partiendo de ahí surgían nuevas voces.
Lamento decir que desde los cuatro años que hace que empecé a dar esos cursos,
no ha surgido ningún Roberto Bolaño de El Tayer. Sara M. Bernard amenaza con
publicar en breve un libro potente. Estaremos atentos.
He leído por ahí (por
Facebook, por supuesto) que normalmente tienes más alumnas que alumnos en El
tayer. ¿Crees que las mujeres son más dadas a compartir su vida, sus
sentimientos, experiencias, etc con los demás que los hombres?
Las mujeres tienen menos orgullo que los hombres y por tanto no
vienen al mundo aprendidas, como creen muchos varones. También son más
comunicativas, y en estos ‘tayeres’ hay un gran intercambio de comunicaciones,
abrimos nuestras almas y se genera un ambiente de confidencias y de intimidad,
en el mejor sentido de la palabra, muy rico que, en general, creo que valora
más la mujer. Espero ir avanzando hacia cierta paridad, que siempre es más
rico.
La anterior pregunta me
lleva a la siguiente: ¿qué piensas de la literatura masculina calificada
recientemente como cipotuda[1]?
¿Puede considerarse un fenómeno aislado o se trata de algo más serio?
El término es un hallazgo y, a parte del puñado de nombres que
se cita en el artículo, es un estilo que veo a menudo en amigos de Facebook,
más o menos vinculados a la literatura o el articulista. Tiene que ver con un
deseo de acotar la realidad de una manera maximalista, esto es así y punto
cojones, que lo cierto es que me resulta antiliteraria, porque la literatura
nace de lo sutil y de la invitación a la duda, no de una proclama por mis
santos cojones, aunque se esté afirmando que las hortensias son las flores más
bellas del mundo, pero sin ponernos estupendos, por favor. El cipotudo quiere
tener siempre la razón y en eso se equivoca.
©Eduardo Laporte.
Tu última novela se
titula La tabla. Te preguntaría cómo
se te ocurrió escribirla, pero es algo que queda bastante claro al comienzo del
libro. Mi duda es: ¿crees que se te hubiera ocurrido escribirla si hubieras
tardado menos en llegar a la cala almeriense a la que pretendías llegar aquel
caluroso día?
No creo que una sola circunstancia provoque otra. Napoleón
perdió en Waterloo por doscientas razones, entre ellas la nieve. Cierto
desasosiego al verme en el mar, tras esas horas de errancia extraña por parajes
extraños, me hicieron acordarme de la historia de Xabi y me pareció que podía
ser un reto literario interesante. Además, surgía de la curiosidad, que es de
donde tienen que surgir los proyectos literarios.
En esta novela corta
hablas, de naufragios, tanto reales como metafóricos. El real fue el de un
chico llamado Xabi el 16 de abril de 1990. ¿Cuándo supiste de este caso?
Xabi iba al mismo colegio que yo. Leí la noticia en la portada
del Diario de Navarra, cuando su
rescate, y siempre me quedaron ecos de su historia. Se decía que había vomitado
sangre y que pasó una noche solo en el mar. Esos dos elementos me fascinaron y
quise saber más.
¿Y qué hacías tú el 20
de abril del 90, por cierto?
Pues no estaba en la cabaña del Turmo, o el Turbo, sino
empezando a hacerme un hombrecito, primeras caladas a cigarrillos, conversión
en skater, cuando la fiebra noventera del monopatín, Steve Caballero, Powell
Peralta, Tony Hawk… De hecho, me llamaban así, Tony Hawk, por el parecido con
el famoso skater. Aunque también me decían Schuster… había pocos niños rubios
entonces en Pamplona.
©Eduardo Laporte.
La historia de Xabi me ha
parecido impactante, una historia que verdaderamente merecía la pena ser
contada. ¿Por qué crees que en este país no miramos más hacia este tipo de
historias y, en cambio, estamos tan pendientes de, por ejemplo, el peluquín de
uno de los concursantes de Gran Hermano?
Muchas gracias, Cristina, me alegro mucho. Tenía el miedo de
que, al ser tan breve, pareciera más una caricatura del género de la no ficción
que un relato en sí, cuando en ningún modo quise hacer una parodia, cosa que
por otra parte me parece una idea muy buena. Pero Xabi estuvo a punto de morir
y con eso poca broma. En cualquier caso, hay que educar la sensibilidad,
empezando por uno mismo, para apreciar más la historias con alma que la
frivolidad de un Gran Hermano. Llega un momento en que te resulta indigerible,
pero mientras el personal consuma esa pornografía televisiva en masa, pues
habrá Gran Hermano para rato.
No desvelaré los
motivos que te llevaron a escribir esta historia, eso tendrá que descubrirlo el
lector que se anime con La tabla. ¿Te
ha ayudado escribir este libro?
Sí, me ayudó a consolidarme en mi camino, tras un periodo de
crisis, que significa poner en tela de juicio. Después de La tabla he seguido escribiendo con constancia y confío en poco a
poco lo sembrado vaya dando frutos.
¿Qué esperes que encuentren
los lectores en La tabla?
Un relato honesto de la encrucijada de dos personas, tanto Xabi
como yo, que acabo volcando mis conflictos interiores en el libro, y un pequeño
impulso de vida.
¿Qué nuevos proyectos
literarios tienes en marcha?
En primavera se publicará un diario, que es un formato que me
gusta, con reflexiones variadas que he preferido no publicar en Facebook sino
reservar a ese terreno aún sagrado del papel. También estoy ultimando una
novela sobre el dilema entre la virtud y el vicio que me gustaría publicar
también en 2017.
¿Te gustaría añadir
algo antes de acabar esta entrevista?
Me gustaría añadir que hay pocas listas para los libros que no
publican las grandes editoriales y que nacen con una vocación menor, o con un
impulso humilde. Es una pena que queden silenciados ante los grandes títulos,
porque también hay perlas en ese ámbito. Como el libro de relatos ‘Koundara’
(ediciones Baile del Sol), de David Pérez Vega, que me parece de lo mejor que
he leído este año.
Muchas gracias,
Eduardo, por tu tiempo, tus fotos personales y tus respuestas. Coincido contigo
en esto último: se le hace poco caso a los buenos libros que se salen del
circuito de las grandes editoriales. Gracias también por ofrecernos tu lista de
buenas lecturas del año.
Y
a vosotros, amigos lectores, gracias por estar un día más al otro lado. En
estas fiestas, ya sabéis: coged atracones de turrones, marisco y jamón, ¡pero
también de buenos libros!
Cristina
Monteoliva
[1]
Véase En la era de la prosa cipotuda, artículo escrito por Iñigo F. Lomana el
21 de octubre de 2016: http://www.elespanol.com/cultura/libros/20161021/164863513_13.html