Título: La tabla
Autor: Eduardo Laporte
Publica: Demipage
Páginas: 104
Precio: 15 €
¿Por qué nos gustan tantos las historias
sobre náufragos? ¿No son todas, al fin y al cabo, muy parecidas? ¿No
encontramos, en casi todas ellas, a un hombre solo en medio del mar o el
océano, sujeto a una tabla o sobre una barca que navega a la deriva? ¿No pasa
siempre los protagonistas por un sinfín de penurias similares? ¿Y no acaban
todas estas historias con la salvación del pobre desdichado? Y, sin embargo, no
podemos dejar de leer estas historias o verlas en el cine. En ellas hay mucho
más que sal, viento y heridas en las manos del protagonista. Si quieres saber
qué es ese algo que nos fascina, te invito a que leas la excelente novela breve
de Eduardo Laporte, La tabla: la obra
de la que a continuación os comento.
Verano. Un hombre,
periodista y escritor, camina en busca de una cala en la costa de Almería. Le
han dicho que está cerca, pero por más que camina por senderos polvorientos, no
consigue encontrarla. Mientras se desespera por hallar su destino, comienza a
pensar en su situación actual. Su mente le lleva también a acordarse de una
noticia antigua, de primavera de 1990. El texto hablaba del naufragio en costas
catalanas de Xabier Pérez Larrea, un joven que contaba entonces con 17 años de
edad y que estudiaba en el mismo colegio que el periodista y escritor. El
muchacho que era entonces Xabier salió a hacer windsurf una mañana y no fue
hallado hasta treinta horas después de que se declarara su desaparición. De
pronto, el hombre siente la necesidad de conocer más sobre aquella historia y
aquel muchacho. El resultado de su investigación y reconstrucción de los hechos
es esta novela biográfica.
Las historias de
náufragos, como decía al principio, son muy populares tanto en literatura como
en el cine. Sin embargo, me da la sensación de que no sabemos mucho de los
náufragos reales españoles. Aunque ha debido de haber muchos, ahora mismo no me
viene a la mente ninguno, imagino que porque los medios de comunicación no les
darían a sus historias gran importancia ni entonces ni pasado el tiempo. Fuera
como fuese, hasta que me puse a leer La
tabla no tenía ni idea de que un muchacho de tan solo 17 años tuvo la mala
suerte de salir un día a hacer windsurf en una playa de Salou y no ser
encontrado hasta el día siguiente, 30 horas después de su desaparición. ¿Merece
su historia de desesperación y supervivencia nuestra atención? Desde luego.
También aquello de lo que no nos suelen hablar otras novelas o películas: la
dura recuperación que vino tras la salvación, el olvido, el recuerdo tras
tantos años pasados desde la experiencia traumática…
La
tabla nos habla de la historia detallada del naufragio de
Xabier Pérez Larrea, pero no solo de eso. El libro comienza con el periodista y
escritor en las costas de Almería y su necesidad de contar esta historia. Más
tarde, nos encontramos con el narrador asumiendo la voz de aquel muchacho a la
deriva sobre su tabla para, finalmente, volver de nuevo al narrador inicial. Se
trata por tanto de una novela biográfica con dos protagonistas, ¿y cuántos
naufragios?
Aunque me veo incapaz
de adentrarme como escritora en el mundo de la narrativa autobiográfica, he de
reconocer que el género conlleva un riesgo y, por ende, una valentía, al que no
te enfrentas cuando escribes novela de ficción. Así, en La tabla, Eduardo Laporte no solo se mete en la piel de aquel joven
que fue Xabier Pérez Larrea para intentar reflejar fielmente los sentimientos
encontrados que el muchacho vivió, la soledad, la desesperación, etc, sino que
también, al incluirse dentro de la narración, vuelca en el papel experiencias y
sentimientos que otros no nos atreveríamos a confesar en un ejercicio de
honestidad encomiable.
La
tabla es una novela breve en extensión pero grande en
vivencias reales, sentimientos, confesiones y enseñanzas de vida. Una obra a la
que volver de vez en cuando para aprender lo que verdaderamente merece la pena
y lo que no cuando sintamos un poco náufragos de nuestras vidas. Un muy buen libro,
en definitiva cargado de rigurosa labor de investigación, buena literatura y
esperanza que los amantes de las historias con sabor a auténtico no deberíais
dejar escapar. Así que, ya sabéis: agarraos a esta tabla y dejaos llevar por
las palabras de Eduardo Laporte.
Cristina Monteoliva