En el cine, la
televisión y la literatura nos suelen entusiasmar las tramas extraordinarias,
esas que rara vez se trasladarían en la realidad. Tendemos a olvidarnos de
todas esas situaciones cotidianas que no solo nos acaban complicando la vida,
sino que también dan mucho en lo que pensar. De muchas de ellas se ha ocupado
Pedro Ugarte en su última antología de relatos, Un lugar mejor, el libro que comentaremos a continuación.
Un lugar mejor
es una obra compuesta por un total de doce relatos que exploran situaciones
relativamente cotidianas, repartidos en cuatro partes (a razón de tres relatos
por partes).
Lo
primero que llama la atención de este libro es que las partes o capítulos hacen
alusión al mundo de las paradas de tren. En concreto, se titulan: Estación de la memoria, Estación de la soledad, Estación de la mentira y Cuentos de la última estación. ¿Por qué
el libro no tiene un título global que haga alusión a las estaciones
ferroviarias? Es algo que no dejo de preguntarme, aunque Un lugar mejor me resulte también un buen título.
Volviendo
al asunto de los capítulos y sus títulos, creo que estos están muy bien
escogidos puesto que los relatos que vamos a encontrar en ellos hablan
fundamentalmente de memoria, soledad, mentira, últimas oportunidades y, sobre
todo, relaciones personales.
Otra
característica de este volumen que me llama poderosamente la atención es que en
todos los relatos, excepto en Ermita de
San Sebastián, el protagonista y narrador se llame Jorge. No es, en todo
caso, el mismo Jorge, pues entonces no estaríamos ante un libro de relatos,
sino una novela. Aunque sí puede que tenga siempre una personalidad parecida
(os dejaré que lo descubráis por vosotros mismos).
Los
Jorges se van a enfrentar a un sinfín de situaciones del día a día, relacionadas
con la pareja, los familiares, los amigos o el trabajo. Gracias a ellos, sus
aventuras y desventuras, conoceremos a padres moribundos que no se mueren
nunca, amigos más que pesados, amores infieles, enamoramientos recurrentes en
el metro, escritores, mentirosos que no parecen serlo, pobres de espíritu,
consuegros imposibles, niñas caprichosas y visitas de parientes inesperadas.
Podría
decirse que el tono general de estas historias es relajado. La ironía y el
sarcasmo quedan patentes en algunos momentos y el drama, generalmente, no
parece llegar a serlo.
No
voy a hablar de todos los relatos en detalle pues me temo que me quedaría un
artículo excesivamente extenso. Os comentaré, no obstante, los tres que me han
llamado la atención.
El
primero de ellos es que el que abre la antología Éramos tan felices. Si bien este es un volumen fundamentalmente
realista y costumbrista, el primero de los cuentos tiene un toque fantástico y
de humor negro que le hace especialmente llamativo. En él conoceremos a una
familia completa en la que el padre moribundo, como ya comentaba anteriormente,
no acaba nunca de morirse.
Ermita de San Sebastián
es la única historia de este recopilatorio en donde ni hay Jorge ni narrador en
primera persona. En él conoceremos a una pareja que entra a robar a una ermita,
dejando tras de sí un diálogo de lo más significativo.
Finalmente,
Dientes, caricias y agosto nos habla de
un padre demasiado indulgente con los caprichos de su hija y de lo poco que
aprecian algunas personas a otros seres vivos, como los gatos. Un relato que
pondrá de malas pulgas a los amantes de los animales, desde luego.
Un lugar mejor,
en definitiva, es un excelente libro de relatos que nos habla de lo cotidiano
de maneras singulares. Un volumen para pensar en lo que verdaderamente nos
preocupamos, en lo que merece la pena y en lo que no. Y tú, ¿te lo vas a
perder?
Cristina Monteoliva