Queridos
amigos de La
Orilla de las Letras,
¡Tenemos
una nueva entrevista que ofreceros para sobrellevar mejor este raro septiembre!
¿Quién es nuestro entrevistado esta vez? Pues ni más ni menos que el autor
burgalés Víctor Atobas.
Víctor Atobas (Burgos, 1990) es graduado en Ciencias
Políticas (UNED), tiene un máster en Estudios Avanzados en Filosofía (UCM) y
actualmente realiza estudios de doctorado en filosofía y literatura. Además, de
ser el cofundador y editor de la revista cultural Zoozobra Magazine http://zoozobra.com/ (Accésit
en la II Feria Librarte, 2017), ha publicado en el campo literario diversas
obras: la novela Manifiesto ni-ni (Autoedición,
2013), el ensayo Autoridad y culpa (Piedra
Papel Libros, 2017) y el ensayo El deseo
y la ciudad. La revuelta de Gamonal (Zoozobra, 2018). Sus artículos
han aparecido en diversos medios digitales y en revistas como Quimera, El Viejo Topo, Nómadas o Viento Sur. También ha
publicado poemas, muchos de los cuales se hallan reunidos en la antología
inédita Ruta de fuga, así como
cuentos y microrrelatos. La novela La
trampa de Tánatos (Zoozobra, 2020) es su última obra publicada y la
historia que ha motivado esta entrevista. Así que, sin más dilación, ¿por qué
no vamos a ver ya qué tiene que contarnos Víctor sobre sí mismo y esta obra en
concreto?
¿Qué
tipo de libros sueles leer?
Sobre todo leo novelas,
especialmente obras de ciencia ficción y fantasía, aunque también me gustan
otro tipo de novelas: desde clásicos hasta novelas postmodernas de carácter más
o menos experimental, pasando por la autoficción, la prosa poética, el realismo
mágico, las utopías y las distopías, o los libros que publican en España
escritores de mi generación. En definitiva, estoy comprometido tanto con lo que
suele llamase “baja cultura” como con la “alta cultura”. Quería que la La
trampa de Tánatos se basara tanto en Terry Pratchett o J. K. Rowling, como
en Marcuse y Hegel.
Leo
también ensayo, pero en función del doctorado en filosofía que estoy cursando,
de manera que, cuando trato de regresar a la escritura de mi nueva novela, debo
esforzarme en escapar del estilo “objetivo” y petrificado propio de la tesis:
es decir, el lenguaje fosilizado del ensayo y de la tesis perjudica mi trabajo,
aunque prefiero quedarme con el aspecto positivo, y es que aprendo nuevas ideas
que luego narrativizo.
Precisamente,
gracias a que profesores como Luis Alegre, Sergio Antoranz, Jordi Maiso, David
Sánchez Usanos o Fernando Castro, me sugirieron la lectura de ensayos, puedo
aprender conceptos e ideas que más tarde traslado a la narrativa. Así que se lo
debo a mis profesores, y a mi maestro Jaime Pastor. Después de todo, el balance
es muy positivo.
¿Qué
ha de tener para ti un buen libro?
Para mí un buen libro es, en
cierto modo, un texto revolucionario. ¿A qué me refiero? A que esa novela o
ensayo te revoluciona obligándote a pensar, te deja descolocado y te revuelve
por dentro hasta que tu ánimo sigue el ritmo del propio texto. Uno, dos, y
¡PUM!, el texto te golpea de lleno. Entonces entras en un diálogo imaginario
con la obra: el libro es bueno, pues ha dejado un poso.
©
Víctor Atobas.
¿Cuándo
comenzaste a escribir?
De niño escribí algunos
cuentos, pero de forma esporádica, como un juego. Luego me dediqué más a los
videjuegos y las pelis, aunque me sentía culpable jugando tanto tiempo. Pero
con 17 años volví a escribir. Autopubliqué La
poliédrica en Lulú durante el año 2008. Se trataba de una narración
platónica que ahora me parece tan mala que no la incluyo en el conjunto de mi
obra –ni siquiera la firmé como Víctor Atobas–, pero supongo que todos debemos
escribir mal antes de poder hacerlo mejor.
¿Buscas
la inspiración a la hora de escribir o es ella la que va a tu encuentro?
Creo la inspiración hay que
buscarla: no llega de la nada. Es cuestión de trabajo.
¿Cambió
el confinamiento a causa de la covid19 tus hábitos como escritor?
Antes de la pandemia llevaba
de una vida más o menos solitaria, así que no me afectó especialmente el
confinamiento. Esto mismo les ha ocurrido a muchos estudiantes: redactar una
tesis requiere largo tiempo de soledad, con que muchos alumnos ya estábamos
acostumbrados a vivir recluidos en el monasterio. Una abadía que, por otra
parte, no deja de ser hermosa en cierto sentido.
Hablemos
de tu novela, La trampa de Tánatos.
¿Cómo surgió la idea de escribir esta historia?
Si me permites el comentario,
La trampa de Tánatos y Manifiesto ni–ni son mis mejores obras con
diferencia –mucho mejores que los dos ensayos que he publicado–, precisamente
por lo que te comentaba anteriormente: el ensayo y la tesis no me permiten
expresarme con libertad, de manera que tengo que guardarme lo que me revuelve
por dentro para mi trabajo como narrador.
La trampa de Tánatos es fruto de esa represión, así como de la
desilusión que sentí cuando comprendí que no me iban a conceder una beca como
investigador y que iba a tener que trabajar gratis para la universidad –que se
queda los derechos de la tesis–. Así que, en vez de discutir con mis
profesores, que no tienen la culpa del sistema académico, me guardé esa rabia
reprimida y luego la canalicé a través de la escritura satírica.
La
historia comenzó con la escena de la mariposa en el metro de Madrid. Pero la
idea de fondo proviene de un concepto filosófico propuesto por Lyotard en La
economía libidinal: el goce prostitutivo. Como dice Keylor en la
novela, se trata de una especie de vagina o choro – como dice él– que
el sistema nos abre para que disfrutemos mientras obedecemos y producimos más y
más, obedeciendo a la fuerza destructiva de Tánatos–capital. En la obra aparece
repetidamente ese goce emergiendo a la superficie, por ejemplo en la escena de
la carrera de coches en la que unos jóvenes se juegan la vida, o en la competición
infame por ascender en el ranking de la clase.
¿Por
qué la universidad como centro del conflicto? ¿Viven acaso Tánatos y Eros en las
universidades españolas?
Para los estudiantes, la
universidad es nuestro mundo, así que como la novela se narra únicamente desde
el punto de vista de los estudiantes, me parecía que debía situar la
ambientación en un campus que representara a toda la sociedad.
Efectivamente,
Eros y Tánatos viven en la universidad y en todas partes. Deleuze afirmaba que
todos llevamos un fascista dentro, lo que yo entiendo como que todos alojamos a
Tánatos en nuestro interior; por tanto, debemos luchar para que triunfe Eros.
©
Víctor Atobas.
¿Y
por qué situar la acción en el futuro?
Es cierto que he situado la
acción en el futuro, pero sólo para satirizar el presente. Es decir, he tratado
de captar algunas de las tendencias perjudiciales de hoy en día para
trasladarlas a un futuro cercano.
¿Qué
puedes contarnos de sus personajes?
Lo primero que me gustaría
comentar es que algunos lectores me han preguntado si yo soy Marcos o Sito, y
aunque quizás todos los personajes estén retratados a partir de pedacitos de mi
propia experiencia, no me sirvo de ninguno de ellos a la manera autobiográfica.
Creo que es importante que el lector tenga presente esto: no estamos hablando
de un obra de autoficción, confesional o autobiográfica, sino de sátira y de
fantasía urbana.
Keylor
es un personaje chileno que me atrae especialmente, pero también lleva un
Tánatos alojado en su interior, como todos, claro. Marcos y Keylor hacen algo que
rompe con toda ética y ahí deberá ser el lector el que decida cómo juzgar las
acciones de dichos personajes. ¿Por qué Liliana se comporta de manera diferente
a ellos dos, cuando los tres forman parte de la misma célula del Frente
Antiprostitución?
¿Qué
esperas que los lectores encuentren en La trampa de Tánatos?
Espero poder conectar sobre
todo con lectores que hayan pasado por una experiencia difícil durante sus años
formativos, ya sea en el instituto o en el universidad. Creo que a esos
lectores les gustará la obra, porque está narrada desde el punto de vista de
los estudiantes y no incluye las perspectivas de los profesores ni tampoco del
resto de empleados de la universidad. Es una obra 100% estudiantil.
¿Qué
nuevos proyectos literarios tienes en marcha?
Actualmente estoy trabajando
en una novela de ciencia ficción y de fantasía, pero la obra avanza despacio
porque debo centrarme en terminar la tesis.
¿Te
gustaría añadir algo antes de terminar esta entrevista?
Es la primera entrevista que
me hacen sobre La trampa de Tánatos, y eso me hace muy feliz.
Gracias, Cristina, por brindarme la oportunidad de hablar libremente.
Muchas
gracias a ti, Víctor, por tu tiempo, tus palabras y tus fotos personales.
Esperamos que La trampa de Tánatos atrape a muchos lectores y pronto nos
sorprendas con otra obra.
Y
a vosotros, amigos del blog, muchas gracias también, como siempre, por estar al
otro lado un día más.
Cristina Monteoliva