Los grandes acontecimientos nos dejan huella; los
escritores, además, encuentran inspiración en ellos. Por eso no es de extrañar
que a partir de algo tan extremo como la pandemia mundial que nos ha tocado
vivir hayan proliferado los libros sobre esa temática. Es el caso de la obra
que nos ocupa. Esta es la historia de Edith Harkness, una artista que hace
esculturas siguiendo la técnica japonesa del shou sugi ban, literalmente
“tabla quemada de cedro”. La protagonista reflexiona sobre su vida recordando
una infancia marcada por la hemorragia cerebral que sufrió su madre cuando ella
tenía apenas ocho años y que la obligó a aprenderlo todo desde cero. “Le
salvaron la vida; a ella no pudieron salvarla”, dice. A raíz de ese hecho y el
abandono del padre, madre e hija juntas deberán sobrevivir y reinventarse,
hacerse más resistentes. Como resistente a la intemperie es la madera quemada a
través del método ancestral del shou sugi ban que es la base de su
carrera artística. También viajaremos a Japón cuando Edith rememora su
iniciación en dicha técnica.
“Quienes
cuentan historias sobreviven”, así comienza esta conmovedora novela narrada en
primera persona. La aparición del novavirus, la pandemia, trae consigo
el caos y dará un giro definitivo a la vida de Edith que ha encontrado la
estabilidad y la complicidad al lado de Halit, su amante. Se trata de un virus
mucho más mortal y nocivo que el Covid-19, para el que no existe cura. La
autora lleva la realidad al extremo de manera magistral para mostrarnos una
sociedad que se derrumba a medida que el virus se propaga; un gobierno que
responde a esa situación de crisis con autoritarismo. El pillaje, las patrullas
militares, el toque de queda, la violencia y el miedo configuran la nueva
realidad. Es esta una ficción en la que reconocemos claramente los últimos
acontecimientos que nos han tocado vivir y empatizaremos con ellos ya que son
muchas las emociones que hace revivir.
Sarah Hall,
la autora de Madera quemada es, según la revista Granta, una de
las mejores novelistas actuales de Reino Unido. Su obra ha sido reconocida con
diversos galardones entre ellos el Betty Trask, el Commonwealth
a la primera novela, el BBC de relato, el John Llewellyn Rhys o el E. M.
Forster. Con una prosa rotunda, un estilo contundente no exento de lirismo, nos
hace reflexionar sobre la frágil frontera que existe entre el placer y el
sufrimiento; la sutil línea que separa lo sublime que es el cuerpo humano en su
esplendor y lo inevitable de su decadencia. Las escenas de sexo son una
constante en su obra, en esta en concreto, Hall nos muestra la relación que
establecen el sexo y el deseo con la creatividad y las diferentes consecuencias
de la irrupción del novavirus en la vida cotidiana de la protagonista. Al
mismo tiempo nos hace reflexionar sobre la identidad o las relaciones
maternofiliales, la resiliencia y la superación personal.
María Dolores García Pastor