Título:
Chōwa
Autora:
Akemi Tanaka
Traducción:
Laura Pizarro
Editorial:
Kitsune Books
Páginas:
336
Precio:
15,90 €
Por razones
personales y profesionales, suelo leer a menudo libros que hablan de Japón.
Cada uno de ellos abre una puerta que parece llevar a otra dimensión, tales son
la diferencias entre nuestra cultura y la del Grande Wa, el nombre con el que
se conoce la nación del Sol Naciente. Así que cuando supe de la existencia de
Chōwa, sentí que tenía que leer la obra que Akemi Tanaka ha escrito para que
podamos empezar nuestro camino hacia la armonía y la plenitud.
Desde
las primeras páginas se hizo evidente que no se trataba de un libro como otros.
Aún con palabras y conceptos muy bonitos, me mostraría cosas nuevas que me
ayudarían a profundizar en mis conocimientos de mi querido Japón y su cultura.
Esta sería una experiencia donde la misma Akemi me acompañaría en un viaje en
el que sus vivencias y experiencias serían la brújula que me guiaría a un
destino con una recompensa que por los avatares de la vida a veces parece un
sueño: la armonía.
El
viaje hacia la armonía comienza al llegar a casa: la de Akemi Tanaka. No tardé
en descubrir que esta casa representa también la mía. Los gestos, los rituales
que tienen lugar para cruzar las metafóricas puertas que separan el ajetreo
diario de lo que es nuestro refugio, han sido los primeros peldaños de mi
particular escalera hacía la armonía. Quizás este sea el paso más importante.
Los ritmos, los sonidos y las personas que están en nuestras casas son los que nos
mueven y otorgan sentido a nuestra vida. La misma que muy a menudo nos lleva a
distancias de años luz de un sitio y de personas que en realidad tenemos muy
cercanas.
Como
no podía ser de otra forma, tras haber dejado su morada, Akemi sigue guiándome
para que tome consciencia de otro gran aspecto que contribuye a mi felicidad y
armonía: el trabajo y las relaciones profesionales. Es una dimensión que cada
uno de nosotros conoce muy bien y que probablemente se caracterice por la
búsqueda y lucha constante entre las emociones que nacen al no saber qué es lo
que queremos de nosotros mismos y de los demás. Estoy muy agradecido a Akemi
por llevarme a reflexionar acerca de la mía a través de una figura muy querida:
el maestro interior y exterior. Aprender a aprender y enseñar son tareas que en
algunos momentos pueden parecer titánicas. Y, sin embargo, una vez que hayamos
descubierto para qué queremos hacerlo nuestra meta final estará un poco más
cerca. Y así habremos subido el segundo peldaño de nuestra escalera.
El
viaje hacia la búsqueda de la armonía llega a su fin cuando comprendemos que
esta reside en la persona más importante que hay el universo: nosotros mismos.
Si no somos capaces de querernos, difícilmente seremos capaces de hacer lo
mismo con los demás y de llevar la armonía a nuestra existencia y relaciones.
Para ello es necesario tomar consciencia primero, con nuestro cuerpo y
espíritu, de que necesitamos alimentarnos con ingredientes sanos y equilibrados.
El acto de la comida se convierte así en un momento vital, pleno, equilibrado y
de armonía. Nuestro cuerpo y el mundo quedarán enormemente agradecidos por
nuestras decisiones.
No
debemos olvidar, además, la naturaleza: es una gran fuente de armonía y
sabiduría. Ser consciente de que somos parte de ella nos permite escuchar y
aprender que hemos de pasar a la acción para protegerla. Nuestras acciones han
de realizarse pensando en el entorno y en el largo plazo. La recompensa es
encontrar nuestro equilibrio en ella.
El
viaje acaba reflexionando acerca de las personas que pasan por nuestra vida. Si
nos paramos a pensar que cada momento compartido es único y que no volverá a
repetirse, si fuéramos capaces de comprender el significado y lo efímero de
cada segundo, probablemente la vida tendría más sentido.
El
viaje hacia la armonía es sin duda la experiencia que todos deberíamos realiza
y con Akemi Tanaka y su libro Chōwa es posible.
Giuseppe Favale
© Cristina Monteoliva.