Título: El destino del
ángel. El pacto del guerrero de acero
Autor: Armando J. Suárez
Publica: Alberto Santos
Editor
Páginas: 650
Precio: 25 €
¿Crees en los ángeles? ¿Y si existieran
y convivieran con nosotros en La Tierra? ¿Crees que estarían de nuestra parte
o, por el contrario, intentarían castigarnos por los daños irreversibles que
continuamente le causamos al planeta y a nosotros mismos? La respuesta a estas
y otras muchas preguntas la encontrarás en El
destino del Ángel. El pacto del guerrero de acero, la novela de Armando J.
Suárez. Si quieres saber de qué va este libro antes de decidirte por él, no
tienes más que seguir leyendo esta reseña.
Skile parece un chico
tan normal como su hermano mayor, Kaisej, pero no lo es. Sus padres adoptivos
lo encontraron mientras paseaban con el abuelo de Skile por el monte Shinoibe,
en Taiwai (país que comprendería la actual China y Kazajistán), abandonado en
una cuna en el año 2294. Sus ojos de color rojo en seguida llamaron la atención
de sus rescatadores, pero no sería hasta la adolescencia cuando todos, incluso
él mismo, descubrirían que Skile era un chico muy especial. Mucho más de lo
normal.
Muy unido a su hermano
mayor, Skile se deja llevar por él de un bando a otro de los que luchan por
hacerse con el poder absoluto del planeta durante una nueva guerra mundial. La
traición de su hermano hará que Skile tenga que tomar partido por su cuenta.
Una vez que por fin parece encontrar su sitio, el joven de los ojos rojos
intentará averiguar por qué le traicionó su hasta entonces idolatrado hermano,
qué pretenden aquellos situados por encima de Kaisej y, sobre todo, cuál es su
verdadera misión en La Tierra.
La acción de esta
extensa novela de acción y aventuras distópicas tienen lugar en un futuro
lejano al nuestro. Todo empieza concretamente en el año 2294, momento en el que
los padres y el abuelo adoptivos de Skile le encuentran casualmente en un paseo
por el monte. Para ese entonces, los casquetes polares ya se han derretido, los
países se han redistribuido y renombrado y las nuevas potencias mundiales
pugnan por hacerse con el control de la tecnología pero, sobre todo, como pasa
en todas las guerras, con el territorio y con el poder social.
Nuestro protagonista, Skile,
es un muchacho fuerte pero bastante inocente e inseguro. Al igual que su
hermano Kaisej, Skile será entrenado en el arte de la guerra cuerpo a cuerpo,
Arrastrado por este, se verá envuelto en una serie de situaciones confusas que
le llevarán finalmente a entender que él puede que no sea un ser humano como
los demás. Pero, ¿es que acaso los ángeles existen? ¿Podría ser él uno de
ellos?
El futuro que nos
dibuja Armando J. Suárez en el primer libro de lo que parece que será una
trilogía guarda mucha relación con el mundo del videojuego, el cine y el anime.
Se trata de un escenario global en el que la tecnología tiene mucho peso, pero
también la lucha cuerpo a cuerpo; donde existen robots y proyectos que fusionan
a los seres humanos con las máquinas, pero también relaciones humanas como las
que existen hoy en día; y en la que las escenas dramáticas y tensas suelen
venir aderezadas con extensos diálogos en los que tanto Skile como sus amigos
de aventuras intentan comprender qué pasa.
Son muchos los años que
nos separan de este futuro, muchos los eventos que acontecerán hasta el
comienzo de las aventuras de Skile, y aunque a lo largo de la trama se nos
cuentan los hechos más importantes y los cambios más significativos, el libro
consta de varios glosarios a los que acudir para consultar las fechas de los
sucesos más relevantes y el significado de los nuevos términos que se utilizan.
El
destino del ángel. El pacto del guerrero de acero, en definitiva, es una historia de intriga, acción,
traición y aventuras de ciencia ficción y fantasía en la que conoceréis a
Skile, un joven muy especial que, buscando su lugar en el mundo, descubrirá su
verdadera identidad. Si te gustan las historias futuristas y además estás
buscando una distopía que mezcle tecnología con magia, este puede que sea tu
libro. Así que, ¿a qué esperas para comprobarlo?
Cristina Monteoliva