Se dice de él que es el
mejor cuentista de España. Publica un libro de cuentos cada diez años y ya
tocaba mostrarnos su último trabajo. Estoy hablando de Eloy Tizón y de su
antología Plegaria para pirómanos.
¿Queréis saber un poco más de esta obra antes de decidiros por ella? No tenéis más que
seguir leyendo esta reseña.
Plegaria para pirómanos
es un libro compuesto por nueve relatos: Grafía,
El fango que suspira, Agudeza, Dichosos los ojos, Mi vida entre caníbales, Ni
siquiera los monstruos, Anisópteros, Cárpatos y Confirmación del susurro.
Tras
leer el primer relato, Grafía, una
historia en la que un escritor fracasado de nombre Erizo estudia a otros
autores, el lector puede llegar a sospechar que el que escribe está tirando de
lo autobiográfico para componer su nuevo libro. Aunque, desde luego, Tizón no
es un fracasado.
La
sospecha, sin embargo, se hace más fuerte cuando nos encontramos a Erizo en El fango que suspira, esta vez
convertido en un guionista de vacaciones que ve cómo la muerte de una vecina se
convierte en un problema para la comunidad. ¿Por qué Erizo siempre es un escritor,
en cualquiera de sus vertientes?
¿Es
Erizo el alter ego de Eloy Tizón? ¿Por qué aparece también en Agudeza, Ni siquiera los monstruos y Cárpatos? Y a todo esto, ¿por qué no
consideramos que este libro tiene también algo de novela disruptiva?
Está
bien, admitamos que ese tal Erizo no es siempre del todo igual. ¿O por qué no?
Su profesión cambia, pero en esencia es el mismo hombre un tanto perdido que se
lamenta de su suerte. Un ser que intenta, como todos los de estos cuentos,
conectar con los demás. A veces lo vemos en situaciones dramáticas; otras, en
tramas más distendidas. Pero, ¿acaso no es, en esencia, siempre Erizo?
Perdonad
que divague y que al final no os cuente exactamente qué os vais a encontrar en
este original libro escrito con la maestría que siempre ha precedido a su
autor. No quisiera tampoco desvelar en demasía, no es cuestión de dejarlo todo
al descubierto. Así que al final solo os diré que en este libro hay, como hemos
dicho ya, escritores fracasados; personajes que se cuestionan la levedad del
ser; anécdotas que dan que pensar; personajes que han visto demasiado o no han
visto nada; ensayos para la vida; hombres que no ven a sus hijos mientras que
tienen que contemplar a los niños soldado; diálogos que parecen monólogos;
relaciones desgastadas; viajes de aventura; y largas cartas que nos hablan de
la soledad.
A
estas alturas, los amantes del buen relato habrán leído de todo acerca de la
literatura de Eloy Tizón. Muchos, además, habréis devorado con ansia sus
anteriores libros y tendréis una opinión formada acerca de sus letras. Las
comparaciones son odiosas, y me temo que yo no he terminado de leer ninguno de
sus anteriores volúmenes. Lo que sí puedo deciros es que Plegaria para pirómanos me ha parecido un buen ejercicio para
adentrarse en la psicología del ser humano, sobre todo, en sus anhelos.
Dicho
todo esto, ¿a qué esperáis para leer lo nuevo de uno de los grandes de las
letras en castellano?
Cristina Monteoliva