Que Woody Allen hace de sí mismo en sus
películas es algo que casi todos sospechamos. Ese personaje nervioso, obsesivo,
inseguro, pusilánime e hipocondríaco con connotaciones autobiográficas que
aparece en sus largometrajes es también protagonista de muchas de sus historias
literarias. Por supuesto aparece en Gravedad cero, su quinto volumen
de relatos que llega después de A propósito de nada, la polémica
autobiografía de Allen publicada en 2020.
Esta
vez el autor nos ofrece diecinueve narraciones, algunas de ellas inéditas, y
otras que ya habían aparecido publicadas con anterioridad en el diario The
New Yorker. Precisamente, el germen de algunas de ellas se encuentra en
noticias aparecidas en la prensa escrita. Caballos pintores, jugadores de
póquer que se reencarnan en langostas, actores fracasados, escritores, agentes
inmobiliarios, productores de Hollywood o vacas asesinas son algunos de los
personajes que conforman el elenco que deambula por estas páginas. Con esos
protagonistas, como es de suponer, las tramas son de lo más surrealistas y, en
la mayoría de los casos, rozan el absurdo. Al igual que como guionista de cine,
como escritor Allen hace gala de un humor irreverente y políticamente
incorrecto. Mezcla la cultura popular con su propia pedantería, y hace sátira
social, en especial del ambiente cinematográfico que tan bien conoce. Aparecen
una vez más sus temas recurrentes, sus obsesiones, que no son otras que el
sexo, la muerte y la religión.
El
libro viene acompañado de un prólogo de Daphne Merkin. Además de periodista y
escritora, Merkin es una fan incondicional de Allen como demuestra en el preámbulo
que le dedica. En él nos habla sobre la dificultad de hacer humor, sobre todo
por escrito, o de la relevancia del autor del libro dentro de ese mundillo; de
cómo sus ocurrencias ya forman parte, según ella, de la cultura global de
nuestra época. También hace un pequeño repaso sobre la trayectoria del
susodicho al que considera, entre otras cosas, un niño prodigio del humor que
comenzó a vender sus chistes cuando apenas tenía quince años.
Allen
es uno de los grandes exponentes del humor clásico americano, heredero de
cómicos tan célebres como Groucho Marx. El actor, director, guionista, escritor
y músico es un agudo observador de la realidad que seduce a sus seguidores con
un humor inteligente y neurótico, delirante. Sus textos están repletos de
guiños al lector, juegos de palabras y referencias culturales, tanto de la
cultura de la calle como de la alta cultura. Siempre lleva las situaciones al
límite y caricaturiza sin piedad a sus personajes. Con todo ello compone
narraciones que harán las delicias de sus incondicionales y proporcionarán un
rato de lo más divertido y ameno a cualquiera que se acerque por primera vez a
su obra. Gravedad cero es, como no podía ser de otra manera,
cien por cien Woody Allen.
María Dolores García Pastor