Queridos amigos de La Orilla de las Letras,
volvemos
a la carga con una entrevista, esta vez con la que nos ha concedido la autora Lorena Escobar.
Lorena Escobar
nació y vive en Murcia, donde
estudia Filología Hispánica, ejerce
de madre y de contadora de historias. Lleva escribiendo para los demás —para ella
misma algo más de tiempo— desde hace unos años, teniendo la oportunidad de
participar en varias antologías,
como Transfórmate o muere
(Territorio Extrañer y Dentro del Monolito), Círculo de Lovecraft (Especial Bram Stoker), Hijos del Karma y Derrámame (Altavoz
Cultural), Amor por las Palabras
(Portal Literario) Revista Tártarus
o Un mundo Vuestro (Ediciones
Labnar). En 2022 ha publicado su primera novela con Valhalla Ediciones: El ilustrador paciente.
¿Queréis
saber más sobre Lorena? Pues no tenéis más que leer la entrevista. ¡Ahí vamos!
¿Cuándo
comenzaste a escribir?
Siempre
digo que soy una escritora tardía. De pequeña sí que escribí varios cuentos o
poemas para el colegio, y comencé una novela (escrita a mano en una libreta)
que nunca llegué a terminar. Después la vida me llevó por otros derroteros…
hasta hace cinco o seis años, que ya decidí, en serio, sentarme frente a la
hoja en blanco para llenarla de todas las historias que danzan en mi cabeza.
¿Qué
lecturas crees que te han influenciado como escritora?
De pequeña, sin duda, Los hijos del vidriero, de María Gripe.
Fue el primer libro que me hizo tener conciencia de la narración como un ente
aparte del puro entretenimiento. De la psicología de los personajes, de la
creación de la autora. Mis primeras lecturas “adultas”, por decirlo de alguna
forma, fueron las de Agatha Christie y Stephen King. Le debo, sobre todo a
Agatha, mi devoción por las novelas de detectives.
Mención
aparte merecen Douglas Preston y Lincoln Child: Pendergast, el detective de su
saga, es uno de mis personajes predilectos y uno de los que más me han marcado.
¿Qué
estás leyendo ahora mismo? ¿Nos lo recomendarías?
Me pillas ahora mismo con El instituto, de King. Llevaba algún
tiempo sin leerlo y he decidido retomar, consciente de que me faltan muchas
obras por leer de él. Sí que lo recomiendo, como todo lo del rey. Es una
debilidad.
©Lorena
Escobar.
¿Ha
cambiado la pandemia de covid tus hábitos de escritora?
Precisamente en pandemia fue
cuando tomé más hábito como escritora. La ausencia de vida social hizo que le
dedicase más horas a la escritura y también me hizo consciente de lo importante
que es para mí, a nivel emocional, psicológico, espiritual.
¿Dónde
encuentras la inspiración?
En cualquier cosa… es algo
prácticamente innato, un resorte. Quiero decir, que el cerebro no para. En el
trabajo, en la compra, en casa… todo lo que veo o escucho se transforma en un
posible relato, una nueva posible historia. Luego es casi imposible darle forma
a todo, porque cada proyecto lleva un proceso, un trámite. Pero todo me
inspira, no tengo problemas a la hora de dejarme arrastrar por las musas.
¿Qué
tiene para ti el género policíaco que no tienen otros géneros?
La fluidez. La rapidez. La
intensidad. La eterna lucha entre bien y el mal y la distorsión que ella
provoca. El género policíaco bebe de la propia humanidad: no hay nada más
ancestral y arraigado a nuestra especie que el crimen y el castigo. Me gusta el
hecho de hablar de la realidad de las personas, de la realidad del mundo. Me
gustan casi todos los géneros y casi todos he leído, pero creo que no se
encontrará más sinceridad, más realidad, que en una novela que hable de los
instintos más bajos de una persona: arrebatarle la vida a otra. Y de la lucha
para no cruzar ciertas líneas. El género policial es valiente en ese sentido. Fiel
a lo que somos.
¿Qué
ha supuesto para ti publicar El
ilustrador paciente?
Subirme a una montaña rusa con los
ojos vendados. Quizá desde fuera se vea más fácil, incluso más bonito. Pero es
complicado, para mí lo es. Yo soy una persona que se rompe con facilidad, por
ciertas cosas de mi vida, de mi pasado, soy una persona tendente a la soledad,
a la nostalgia. Enfrentarme al lector cara a cara, a la publicidad, mostrar mis
letras sin pudor alguno es un ejercicio complicado. Hermoso, pero también
aterrador.
©Lorena
Escobar.
¿Cuánto
has tardado en escribir esta novela?
Cuatro meses. Tengo más cosas
escritas, pero esto es lo que escribí más rápido. Comencé en abril de 2020, un
mes después del Estado de Alarma, y la terminé en julio. Casi un récord para
mí.
¿Te
ha requerido mucho tiempo la documentación para la misma?
Por desgracia, no tenía más
recursos de documentación que los que tenía al alcance del ordenador. No podía
salir de casa, así que me tocó rebuscar en internet artículos y manuales sobre
criminalística, sobre términos policiales, sobre nomenclatura. Es cierto que al
llevar toda la vida leyendo policíaca, tengo muchos términos muy asimilados. Y
muchas anotaciones de libros que he leído. Así que digamos que llevaba ya
cierta documentación hecha, y la otra la fui haciendo sobre la marcha.
¿Qué
puedes contarnos a los que no hemos leído El
ilustrador paciente?
Voy a contarte lo que me está
diciendo la gente que ya la ha terminado: no es una novela policíaca al uso.
Tiene algo diferente, algo que la hace, no mejor ni peor, sino más particular.
Sí que cumple con los patrones: crímenes, culpables, investigación. Sin
embargo, al estar narrada a tres voces y al meter un personaje tan particular
como Juan, creo que El ilustrador se desvía del típico thriller policíaco y se convierte en un
thriller psicológico. Un thriller
sobre el alma humana, sus pasiones, sus virtudes y también sus faltas. Sobre lo
fácil que es hacer el mal y lo costoso que suele salir hacer el bien sin
condiciones.
¿Qué
esperas que los lectores encuentren en El
ilustrador paciente?
Espero que se encuentren dudas,
jajajaja. He intentado crear giros que confundan, no giros que sorprendan.
Sorprender es relativamente sencillo: yo he querido crear incertidumbre,
sospecha. Que el lector no se fíe de nada ni de nadie. Que encuentren todo lo
que se puede encontrar en los resquicios del corazón de la gente: amor, odio,
envidia. Secretos y verdades. Espero, con todas mis fuerzas, que el lector sienta.
Que sienta con mis personajes, pues los he creado para que lleguen a ellos.
Ojalá lo consiga.
©Lorena Escobar.
¿Qué
nuevos proyectos literarios tienes en marcha?
Demasiados… jajajaja. Estoy
escribiendo un manuscrito a cuatro manos con otro escritor para un certamen.
Estoy terminando de revisar un manuscrito de terror que comencé antes de
ponerme a escribir El ilustrador, y otro policíaco.
Un relato largo,
también a cuatro manos, con un escritor al que admiro muchísimo, me considero
afortunada.
Por
último, si no ocurre ningún imprevisto, comenzaré muy pronto una novela corta
de terror de la que ya tengo el esbozo, la idea, el engranaje.
El terror
me llama, y yo me dejo llevar.
¿Te
gustaría añadir algo antes de terminar esta entrevista?
A los lectores, no hay palabras de
agradecimiento suficientes. Todo lo que un escritor es o pretende ser, se debe
a ellos. Gracias infinitas, eternas.
A los que
empiecen como yo en esto… paciencia. Ánimo. El camino de las letras es hermoso
pero también desgarrador. Te llena y te golpea, te tienta y te abandona. No hay
que tomarlo como si se nos fuera la vida en ello, pero tampoco hay que ceder al
miedo o la presión. Escribir debe hacerse por amor, siempre. En el momento en
que se convierte en otra cosa… hay que replantear.
Por
último, a ti, agradecerte esta entrevista. Tengo mucha suerte por haberte
encontrado en ese bosque inmenso de las redes sociales. Espero que sea por
muchos años.
Muchas
gracias, Lorena, por tu tiempo, tus palabras y tus fotos personales. Espero que El ilustrador paciente llegue a muchos
lectores y, por supuesto, que nuestra amistad perdure.
Y a vosotros, amigos lectores, gracias
una vez más por estar al otro lado de la pantalla. Ahora, ¡a leer!
Cristina Monteoliva