Título: Todo cuanto amé
Autora: Siri Hustvedt
Traducción: Gian Castelli Gair
Publica: Seix Barral
Páginas: 496
Precio: 20,50 € / 12,99 €
Es imposible hablar de nuestras vidas
sin hacerlo también de las que nos rodean. Familiares con los que vivimos un
tiempo, compañeros de clase que nos marcaron o amigos íntimos nos acompañan a
lo largo de nuestra existencia haciendo de esta algo único, propio de cada uno
de nosotros. A veces, sin embargo, esta unión entre personas es tan grande, que
se puede escribir la historia de toda una vida, o parte de ella, hablando de
esa relación, tal y como le pasa a Leo Hertzberg cuando decide escribir sus
memorias. Él es el narrador y uno de los protagonistas de Todo cuanto amé, la fascinante novela de Siri Hudstvedt de la que
hoy os vengo a hablar.
Nueva York, 1975. El
historiador y profesor universitario Leo Hertzberg descubre por casualidad un
cuadro en una galería de arte de un autor que hasta entonces no conocía. El
cuadro es, según el pintor, Bill Weschler, no solo el retrato de su modelo,
sino también, y sobre todo, el de él mismo. Leo adquiere el cuadro que tanto le
intriga (cada vez que lo mira, le parece apreciar una sombra nueva en el
lienzo) y pronto traba amistad con Bill, quien casualmente se acaba
convirtiendo en su vecino. Sus vidas se verán irremediablemente entrelazadas a
lo largo de los años y su amistad no se verá afectada ni por la pérdida de
familiares ni por los desengaños que algún miembro de una de las dos familias
pueda hacerles vivir. Será mucho tiempo después, y tras el encuentro de unas
cartas íntimas que en su día fueron dirigidas a Bill por parte de Violet, la
segunda esposa del pinto, cuando Leo se decida a narrar su vida a partir de
conocer a su gran amigo.
Leo Hertzberg, el
inteligente y entrañable narrador de esta apasionante historia que nos
transporta a las últimas décadas del siglo XX en Nueva York, es un profesor
universitario e historiador de arte apasionado por el arte contemporáneo. Tras
descubrir un cuadro en el que no puede dejar de encontrar diferentes
interpretaciones, se hace amigo de su autor, Bill Weschler. Por entonces Leo
acaba de empezar su relación con Erica, la que sería la mujer de su vida, y
Bill está con Lucille, una poeta crispada y esquiva con la que acabaría
rompiendo para unir su vida a Violet, su modelo predilecta. Con el tiempo, los
amigos irán teniendo hijos que les darán alegrías, penas y algún que otro
disgusto. Ninguna de las situaciones a las que se enfrentarán conseguirá, sin
embargo, que Leo, Bill y sus respectivas familias se separen nunca.
Para entender la vida
de Leo innegablemente hay que revisar también la de Bill y su familia. Así, a
través de los años y de las páginas, conoceremos tanto los acontecimientos
fundamentales de la vida de una familia como la de la otra, llegando a comprender
que nuestras vidas están ligadas de forma íntima a las de los demás, y que a
veces los lazos que nos unen a los amigos son mucho más fuertes que los que lo
hacen a familiares consanguíneos.
Esta es una novela de
personajes inteligentes con personalidades tan complejas como atractivas.
Aunque son muchos los que conoceremos en estas páginas (media vida da para
mucho), yo destacaría a los principales, es decir, a Leo, el historiador que
asienta la cabeza a una edad tal vez un poco tardía pero que enseguida se
acostumbra al matrimonio y a la paternidad; Bill, el artista cuya creatividad
no conoce límites; Rachel, la mujer que pierde la serenidad y el norte tras un
hecho trágico; Lucille, la poeta que se muestra distante; Violet, la apasionada
modelo que con el tiempo se labraría una carrera como investigadora; Matt, el
niño que sabía ver más allá de todo y Mark, el joven embaucador que traerá a
todos de cabeza.
Los que os animéis con
la lectura de este apasionante, inteligente y, en definitiva, maravilloso
libro, encontraréis que no solo en él se habla de arte contemporáneo,
relaciones amorosas y amistades que se convierten en relaciones familiares,
sino también de temas tan interesantes como el tratamiento que hasta no hace
tantos años tuvieron las mujeres a las que se acusaba de padecer histeria, la anorexia
y otros desórdenes alimentarios desde el punto de vista de los que los padecen
(generalmente, mujeres, en el caso de esta historia), las adicciones a las
drogas y el daño que pueden hacer a sus familiares y conocidos las personas con
personalidades que tienden tanto a la adicción como al engaño.
Todo
cuanto amé, en definitiva, es la historia de un hombre que
vivió mucho y amó aún más, de todas esas personas a las que quiso, los cuadros
y las novelas que le influenciaron y todo lo que, casi al final de una vida, se
dio cuenta de que aprendió. Una obra maestra contemporánea que no sé por qué no
estáis todos leyendo ya. Hacedlo ahora y amadlo tanto como yo lo amo desde que
me adentré en sus páginas.
Cristina Monteoliva
©
Cristina Monteoliva.