Queridos amigos
de La Orilla de las Letras,
Volvemos a la carga
con una nueva entrevista, esta vez la que nos ha concedido el autor Jaume Palau.
Entre
otras muchas cosas en el mundo cultural de su comunidad, Jaume Palau fue cofundador del Col-lectiu
Vuitanta, de l´Escorxador
(Promotora d´Activitats Lúdiques), del Grup
Interferències y de Tau-Galeria
d´Art Contemporani.
Autor
fundamentalmente de narrativa breve, ha obtenido varios premios y ha
participado en diversas antologías. Como autor en solitario ha publicado: Historias en negro (Batleby Editores,
2002); El amor, ángel terrible
(Silva Editorial, 2005); Cinco citas
(Diputación provincial de Cuenca, 2011); Cuarto
menguante (Silva Editorial, 2013) y Pájaros
de niebla (Silva Editorial 2017).
Hablamos
con Jaume de su último libro de relatos publicado, Pájaros de niebla, y de otros temas relacionados con la literatura.
Si quieres saber cuáles, no tienes más que seguir leyendo este artículo:
¿Cuándo comenzaste a
escribir?
Creo que uno no elige ser escritor como también creo que un
escritor no elige ni los temas sobre los que escribe ni el género en que lo
hace: son los temas y el género los que lo eligen a él. Creo que ser escritor
no es una elección sino un destino. Creo, también, que en todo escritor,
artista, creador, su “yo” es multitud.
¿Cuándo comencé a
escribir? Desde que guardo memoria me veo fabulando para mis hermanos, aún
antes de aprender a escribir. Es lógico que cuando supe hacerlo intentara dejar
constancia por escrito de esas ingenuas historias o ensoñaciones. Desde
entonces, con mayor o menor asiduidad, intensidad y fortuna jamás he dejado de
hacerlo. Creo que para mí escribir es una forma (otra más) de estar en el
mundo.
¿Qué autores o libros
crees que te han influenciado en tu carrera como escritor?
La Biblia, libro de libros, que describe lo mejor y lo peor del
ser humano, sus contradicciones, su búsqueda de equilibrio y paz, su permanente
orfandad, su permanente miedo, su insaciable hambre de absoluto.
La Biblia es una obra
desmesurada capaz de una y mil lecturas distintas, de mil y una
interpretaciones distintas, una obra, por tanto, inabarcable, inacabable.
Los autores que me han
influido son los grandes narradores americanos como Raymond Carver, John
Cheever, Richard Ford, Richard Russo, Salinger, Joy Williams, Lucia Berlin, Amy
Hampel, Augusto Monterroso, Jorge Luis Borges, Vera Giaconi. Autores europeos:
Chejov, Oscar Wilde, Kjell Askilden…
¿Cuál es el último
libro que has leído? ¿Nos lo recomendarías?
Mitologías
de invierno. El emperador de occidente, de Pierre Michon. Pierre
Michon cincela y pule sus relatos como un escultor sus obras, prescindiendo de
lo superfluo y dotando a sus textos de una cadencia y un fulgor que está solo
al alcance de unos pocos elegidos. En cada una de sus frases palpita su hambre
de belleza, de verdad y de sentido. Ciertamente es un libro escrito en estado
de gracia.
¿Por qué escribir
relato breve y no novela?
Por lo ya dicho anteriormente: ni los temas ni el género son una
opción: son ellos los que te eligen a ti.
Augusto Monterroso
afirmaba que escribir novelas es una buena preparación para escribir cuentos.
Yo, con la urgencia y el descaro propios de la adolescencia, obvié su consejo y
comencé a escribir relatos cortos, género en el que reincido.
Por el horror que me
provocan tanto los esfuerzos inútiles como los trabajos largamente sostenidos
en el tiempo.
Por mi preferencia por los
relatos magros, profundos y exquisitos a los simplemente obesos.
¿Qué tiene que tener
para ti un buen cuento?
La belleza, la concisión y la exactitud de una fórmula
matemática.
La capacidad de transmitir la máxima emoción y significado en la
más mínima y lograda expresión.
©Jaume Palau.
Pájaros de niebla es tu
quinto libro publicado. ¿Cuánto tiempo has tardado en escribir los relatos de
este libro?
Unos tres años, aunque escribiendo, corrigiendo y seleccionando
los relatos de forma discontinua. Escribir —todos los que nos dedicamos a esto
lo sabemos— es, sobre todo, reescribir y, citando a Borges, la idea del texto definitivo corresponde a
la religión o al cansancio.
¿Cuál de los veinte
relatos de este libro crees que te ha costado más escribir?
¿La última frontera?
¿Te has basado en algún
hecho real a la hora de escribir alguno (o varios) de tus relatos?
¡Por supuesto! Un escritor lo fagocita todo, lo aprovecha todo,
lo transforma todo. Falsea y subvierte sus emociones, su cultura, sus lecturas,
su memoria e incluso su desmemoria, los retazos de conversaciones oídos por
azar, las relaciones con su pareja (¡Qué no, cariño, qué no! ¡Qué el/ la del
relato no eres tú! ¿Cómo tengo que decírtelo para que me creas?), el añil
intenso de un atardecer. Ya nos advirtió Pessoa que el poeta (el narrador, el
artista) es un fingidor. El poeta es un
fingidor. / Finge tan completamente / Que hasta finge que es dolor / El dolor
que en verdad siente. De hecho los escritores —los artistas, los creadores—
han sido los primeros en reciclar, aún antes de que su práctica fuera una
imposición municipal.
Pájaros de niebla, además
de darle título al volumen, es el nombre de uno de los relatos del mismo. ¿Por
qué elegiste este y no otro para representar todo el libro?
Como dices Pájaros de
niebla es el título del libro. Es, también, el título de un relato
contenido en el libro. Es, asimismo, una hermosa imagen visual. Pero Pájaros de niebla es, principalmente,
una sugestiva metáfora de todos aquellos deseos, esperanzas y sueños que se
desvanecen, como pájaros de niebla, cuando ya creíamos haberlos alcanzado. Di a
mi libro este título que evidencia la incapacidad del ser humano no ya para
retener, sino ni tan siquiera para atrapar, la esquiva felicidad.
Pájaros de niebla es un
libro muy variado en cuanto a los temas que has tratado en ellos, personajes,
escenarios, etc; aunque en él también podemos encontrar varios elementos en
común: la religión, la presencia del mar… ¿Es algo intencionado o surgió con
naturalidad?
Surgió espontáneamente. La mayor parte de la gente de mi
generación fue escolarizada en colegios religiosos y eso es yerrar el espíritu
como un ganadero marca su ganado: te deja una impronta de la que es imposible
sustraerte. Esa moral de sumisión y culpa te acompañará ya a lo largo de toda
tu vida y tú tan solo puedes asumirla o rebelarte contra ella sabiendo que
todas tus decisiones están y estarán —aunque no te des cuenta de ello—
influenciadas por ella, por esa moral inoculada cuándo aún te hallabas en las
orillas de la vida y no tenías defensas para enfrentarte a ella, para rechazarla.
El mar, la simple visión
del mar, ya con el ritmo cadencioso o bronco de sus olas, me relaja. Siento una
afiebrada nostalgia del mar, de la mar, cuando llevo unos pocos días sin verlo/a.
Ese mar Mediterráneo habitualmente cálido y calmo que ha visto la aurora con dedos de rosa y el ocaso de tantas
civilizaciones, transportado telas, gentes y tropas que oraban a los dioses más
diversos en las lenguas más distintas, ámbar y mármoles para templos y
palacios, atesorado y difundido conocimientos en papiros, pergaminos y libros,
en bibliotecas como la de Alejandría, ese mar, esa mar, me hechiza y me posee.
Lamentablemente ese mismo
mar que ha servido para unir a gente de una y otra orilla, para expandir el hoy
fatigado oro de la democracia, sirve ahora para la exclusión del pobre y del
distinto, de aquel que huye por hambruna o violencia extremas de la tierra que
lo vio nacer buscando una brizna de esperanza. Cuando no de húmedo sudario.
©Jaume Palau.
El libro comienza con Juventud, un relato alegre y a la vez
pesimista. ¿No crees que hubiera sido mejor dejar esta pieza para más adelante
en el libro?
Mi intención era que este relato cumpliera una función de
pórtico, que pusiera en antecedentes al lector sobre el contenido del libro que
no es otro que el de la erosión del tiempo y de la enfermedad, la dificultad de
la dicha, la lucha del ser humano por ser artífice de su destino. Pretende ser
como la llamada del muecín advirtiéndonos que la vida es breve, que más breve
aún la dicha, y que tenemos que saber reconocer y gozar de ese instante de oro
que conocemos como felicidad y que los dioses, o el destino, tan cicateros son
en concedernos.
Llama la atención, una
vez que te adentras en el libro, la aparición de relatos claramente feministas
en él, como La Crista de Santiguán o Mi nombre es Yrit. Ambos relatos,
además, están relacionados con la religión. ¿Podrías contarnos algo más sobre
ellos?
Todo poder aspira a convertirse en un poder absoluto. El poder
religioso ni escapa, ni pretende, ser la excepción a esta regla universal. Con
el agravante de que es mucho más peligroso pues rentabiliza el malestar
existencial de la mujer y del hombre, la falta de respuesta ante los grandes
interrogantes, para manipular su voluntad y cercenar cualquier atisbo de
rebelión contra la opresión y la injusticia.
El poder religioso logra
hacer de sus fieles los defensores más entusiastas, los más celosos guardianes,
de una moral y de unos intereses que, no solo les son ajenos sino que, a
menudo, les son lesivos.
Por eso las mujeres de las narraciones mencionadas están
relacionadas con la religión pues solo desaprendiendo lo aprendido, haciendo el viaje a la semilla y arrancándola,
subvirtiendo esa moral de uniformización de conciencias, de sumisión, fatalismo
y tristeza, podremos otear un horizonte de libertad que nos pertenece.
¿Qué esperas que
encuentren los lectores en Pájaros de
niebla?
Soy ambicioso: no me conformo solo con distraer al lector.
El lector encontrara en mi
libro ética y estética. Un contenido que trato que lo atraiga y lo mueva a la
duda de las certezas acríticamente asumidas y a la reflexión militante, todo
ello envuelto en una prosa cuidada, a veces lírica, que se pretende eficaz y
salpimentada a ratos con el imprescindible humor.
Por supuesto, tiene que
ser el lector quien juzgue las deficiencias y logros de mi obra.
¿Qué nuevos proyectos
literarios tienes en marcha?
A finales de año tengo previsto editar una recopilación de
aforismos bajo el título de Casa de citas,
pues todo libro es la casa en la que el autor a la vez convoca y hospeda, ya
sea por unas pocas horas o por unos pocos días, a sus lectores.
El libro también tiene la
pretensión de que los aforismos sean citados libremente por los lectores en sus
conversaciones y/o escritos pues los buenos aforismos, como la mejor poesía,
gustan de transitar por plazas y mercados, estar en la boca de la gente,
renuncian gustosos a su filiación pues tienen vocación de anónimos y ambicionan
ser del pueblo que los hace suyos y los celebra. Ese deseo, esa voluntad de ser
citados libremente, también justifica su título.
¿Te gustaría añadir
algo antes de acabar esta entrevista?
Dos cosas:
La primera dejar patente
lo pertinente de las preguntas hechas que acreditan una lectura activa e
inteligente del libro y que me han obligado a reflexionar sobre el proceso
creativo y las motivaciones e implicaciones, para mí no siempre evidentes, que
subyacen en el texto.
La segunda agradecer tu
voluntad de difundir la cultura y de dar visibilidad a los libros, algunos
minoritarios, que no menores, que no cuentan con el apoyo, la difusión y la
distribución de los grandes grupos editoriales, como es mi caso. Muchas gracias
por ello, ánimo y que tu esfuerzo y constancia te aporten momentos de
conocimiento, provecho y, por supuesto, también algún placer.
Gracias a ti,
Jaume, por tu tiempo, tus palabras y tus fotos personales. Espero que tu libro
llegue a muchos lectores, al igual que el resto de tus proyectos literarios.
Y
a vosotros, amigos lectores, gracias por estar una vez más al otro lado de la
pantalla del pc. Y ahora, ¡a leer!
Cristina
Monteoliva