Título: Los políglotas
Autor: William Gerhardie
Traducción: Martín
Schifino
Edita: Impedimenta
Páginas: 384
Precio: 22,75 €
¿Qué pasa con los soldados después de la
guerra? Muchos vuelven a casa, a las vidas que dejaron por culpa de la
contienda. Otros buscarán fortuna en lugares que no les recuerde en absoluto al
pasado. Y luego están los que se queden en el ejército; pero, ¿haciendo qué en
tiempo de paz? ¿Son en realidad necesarios como funcionarios del estado? ¿Hasta
qué punto su nueva posición militar puede ser beneficiosa para, digamos,
algunos de sus familiares? Este es uno de los puntos de partida de Los
políglotas, la novela de William Gerhardie de la que hoy os vengo a hablar.
Tras el fin de la
Primera Guerra Mundial, George Diabologh, se queda en el ejército llevando a
cabo una serie de tareas tan poco útiles como entretenidas. Mientras desempeña
estas labores, George viaja a Japón para visitar a los Vanderflint, sus
parientes belgas, desplazados a oriente desde el comienzo de la contienda. George
queda pronto prendado de Sylvia, su prima, con la que espera casarse algún día.
La tía Teresa, sin embargo, no quiere casar a su hija con su sobrino. Ella
tiene otros planes. Entre ellos, conseguir más dinero de su hermano Lucy y
volver a Europa con toda la familia. ¿Qué aventuras tendrán que vivir todos
hasta conseguir este objetivo?
Perdonad, queridos
lectores, si mi anterior sinopsis no es especialmente brillante. Me resulta
bastante complicado intentar sintetizar una trama tan rica y compleja como la de
este libro en un solo párrafo. Así que dejadme que me vaya explicando mejor en
los sucesivos párrafos.
Como decía antes, por
un lado tenemos a George, un joven bastante pícaro que se entretiene como puede
en su nuevo puesto de funcionario en el ejército. George es el narrador, todo
lo vemos a través de su voz y su (agudo, divertido, brillante) criterio; aunque
no puede decirse que sea precisamente el protagonista pues esta es una novela
coral en la que George desempeña un papel importante, pero no siempre el mejor.
¿Quiénes le quitan
importancia a George en la trama? Los Vanderflint, sin duda. Sobre todo la
absorbente tía Teresa, la matriarca del clan. Ella decidió que la familia tenía
que irse a oriente, y ahora decide que todos tienen que volver como sea a
occidente. Un personaje con luces y sombras de lo más interesante.
Por otro lado tenemos
al tío Emmanuel, tan aficionado a las prostitutas y a guardar las apariencias
en casa. ¿Es solo un títere en las manos de su mujer o tal vez tenga más fuerza
de lo que parece?
La familia la completa
la dulce e ingenua Sylvia, una muchacha bastante superficial que no puede
evitar hacer lo que su madre le ordena, incluso cuando vaya en contra de su
felicidad. ¿Cómo un chico tan tremendamente avispado como George se enamora de
una chica así? Para mí, es un misterio. Aunque lo cierto es que la relación
entre ambos primos da mucho juego en esta novela.
Los Vanderflint hacen
mucho ruido en esta historia de idas y venidas, de disparates, de problemas
familiares y situaciones increíbles. Pero no son los únicos. Les acompañan a
todos ellos en esta aventura de ida y vuelta un sinfín de familiares y
conocidos. De entre ellos yo destacaría al tío Lucy, pariente ruso venido a
menos del que la tía Teresa espera siempre dinero; y la pequeña Nathasha, una
niña muy lúcida que no dejará a nadie indiferente.
Los
políglotas es una comedia no exenta de drama. Las situaciones
divertidas se entremezclan con otras mucho más crudas que nos hablan de un
mundo ya lejano pero tremendamente real. Un mundo de entreguerras, convulso y
extraño. Un mundo de enfermedades que hoy en día no son tan graves. De pobreza,
soledad, desesperanza.
Esta obra también
podría encajarse dentro de lo que se denomina literatura de viajes, puesto que el
hilo que une las distintas tramas de la historia es ese gran viaje de vuelta de
los Vanderflint a la vieja Europa. Un viaje largo y pesaroso, por un lado;
alegre y disparatado, por otro.
Los
políglotas, en definitiva, es una novela rica tanto en estilo
como en tramas que muestra al lector la cara oculta de una época que se nos
antoja ya tan lejana. Amena, divertida, a la par que real y dramática. Una obra
que los amantes de las buenas novelas del siglo XX no deberían perderse.
Cristina Monteoliva