Título: El unicornio
Autora: Iris Murdoch
Traducción: Jon Bilbao
Edita: Impedimenta
Páginas: 352
Precio: 22,70 €
Últimamente he aprendido que cuando
crees que las cosas no pueden ir peor, definitivamente van a peor. Aunque peor
todavía es cuando tú no te das cuenta de que lo que tienes ahora es mucho más
malo de lo que tenías antes. Al fin y al cabo, si no sabes que estás metido
hasta el cuello, no sientes la necesidad de salvarte, y entonces igual te
acabas hundiendo más y más, y acabas ahogándote sin darte cuenta siquiera de que
te estás ahogando. ¿Qué lo que digo no tiene sentido? Para ti igual no. Pero
para todos los que ya hayan leído El
unicornio, de Iris Murdoch, puede que un poco sí. Dejadme que os explique a
continuación por qué:
Tras un revés amoroso,
Marian Taylor, una joven inteligente con bastante formación, decide aceptar un
trabajo como institutriz en el castillo de Gaze, situado en la costa inglesa. Una
vez allí, la profesora descubre que el lugar donde se sitúa la casa, además de
remoto, es prácticamente inhóspito, de ahí que en los alrededores solo se sitúe
otro gran caserón, el de Riders. Esta no es la única sorpresa que se llevará la
profesora, pues en el castillo no hay niños a los que enseñar. Su alumna ha de
ser Hannah, la dueña del castillo, una mujer que genera una gran fascinación en
todos los que la rodean. Poco a poco los secretos irán saliendo a la luz, las
cosas se irán complicando y Marian entenderá, tal vez un poco tarde, que
también ella ha quedado irremediablemente atrapada en las redes de Hannah, Gaze
y la ardua costa inglesa.
Aunque El unicornio es una obra en la que
abundan los personajes, hemos de entender a tres como los principales: Marian,
la joven que llega para enseñar francés a unos niños inexistentes; Hannah, la
dueña del lugar, encerrada de forma voluntaria para expiar una gran culpa, y
Effingham, uno de los tantos enamorados de Hannah.
Es curioso que el
narrador siempre se mantenga bien cerca de las figuras de Marian y Effingham,
cuando en realidad todo gira entorno a Hannah. Hannah es el ídolo, el mito, la
mujer convertida en diosa. El que se acerca a ella, acaba adorándola hasta el
extremo. Y ella los adora a ellos. El problema es que todo alrededor de esta
diosa mundana es demasiado complicado, incluso lo que parece sencillo de
resolver.
Dicen los expertos El unicornio es una excepción dentro de
la literatura de Iris Murdoch. Ignacio Echevarría afirma en el Prólogo de este
volumen que entre los adictos a la autora hay tantos lectores que se olvidan
pronto de esta obra como lectores hay que la adoran. Sin haber leído nada antes
de Murdoch, sinceramente me cuesta pensar que alguien pudiera obviar una obra
tan rara y completa, una novela con unas situaciones tan extraordinarias y con
unos personajes tan terriblemente cambiantes. Difícil creer que una historia
así puede dejar a alguien indiferente.
La cuestión es: ¿por
qué leer El Unicornio? Se me ocurren
muchos motivos:
1)
Porque es una novela gótica (con su
lúgubre castillo, sus crímenes terribles, su mar embravecido, su costa
terrible, etc) ambientada a mediados del siglo XX. La combinación de estos
elementos, gótico – época, da como resultado algo realmente interesante.
2)
Porque evoca a los clásicos griegos (con
sus grandes tragedias y sus grandes líos de personajes), a las grandes obras de
Shakespeare y a todas las grandes historias dramáticas escritas anteriormente.
3)
Porque los personajes son tan complejos
psicológicamente, que ni Freud los puede explicar. O dicho de otro modo: porque
nunca vas a saber qué demonios están tramando hacer los actores de este drama.
4)
Porque esta obra te invita a reflexionar
sobre lo que está bien y lo que no, sobre cómo deben actuar moralmente los
demás ante un problema ajeno y cómo no.
5)
Porque podrás comprobar, mientras lees,
qué hace sobre las personas la fascinación que sienten por otras.
6)
Porque las hadas existen, y viven en
este libro.
7)
Porque estás harto de leer siempre lo
mismo, y esto es, sin duda, totalmente diferente. Tan refrescante como las
aguas de ese mar endemoniado en la costa cercana al castillo de Gaze.
Hay
muchas más razones, pero yo lo dejo aquí. Si quieres saber cuáles son,
definitivamente tendrás que hacerte con un ejemplar de El unicornio, aún a sabiendas que puede que tras su lectura quedes
tú también atrapado en el castillo de Gaze. Pero, qué demonios, ¿lo
comprobamos?
Cristina Monteoliva