Dieciséis son los relatos que conforman Mientras
estamos muertos, el último libro de José Ovejero. Dieciséis piezas
independientes que en conjunto sugieren una estructura de novela a fuerza de
repetir situaciones y personajes. El autor narra diferentes episodios de la
historia de una familia obrera que vive los años del tardofranquismo; la voz de
la que se sirve para ello es la del hijo menor. Los padres, forman parte de esa
generación de posguerra que dejó atrás el pueblo para emigrar a la ciudad en
busca de una vida mejor; desde los pisos de protección oficial hasta los
chalets pagados con el sudor de su frente. Sus valores y su forma de ver el
mundo era la de la época dura y hostil que les tocó vivir y con ellos educaron
a su progenie que se tendrá que adaptar, o no, a lo que trajeron consigo los
nuevos tiempos.
La familia,
la infancia, el amor, el acoso escolar, las masculinidades tóxicas, el maltrato
animal… Todo cabe en este libro donde imaginación y memoria se dan la mano en
un interesante ejercicio de autoficción que nos hace vislumbrar algunas
realidades de su autor aunque no necesariamente puesto que, como él mismo dice,
también somos lo que ocurre a nuestro alrededor. Es, además, una reflexión
sobre la propia memoria porque, ¿cuál es la verdadera realidad? ¿La que ocurrió o la memoria que de ella guardamos? Porque,
en realidad, casi nada sucedió como lo recordamos. Reconstruimos nuestros
recuerdos tirando de imaginación y el paso del tiempo los va transformando.
Somos nuestros recuerdos aunque, a veces, esos recuerdos no se ajusten a los
hechos.
La
intuición de que hay mucho material autobiográfico en estas historias la
refuerza que los textos estén salpicados por reflexiones sobre la escritura, y
que el personaje del narrador sea escritor. Aunque también pudiera tratarse de
una treta literaria. Sea como sea, el lector intuye entre líneas al escritor y
en no pocas ocasiones se verá identificado con él, sobre todo los que venimos
de barrios obreros y somos hijos de emigrantes, los que vivimos esa época en la
que los hombres no lloraban, los que tuvimos padres autoritarios o intentamos
escapar a las limitaciones de clase a través de la formación académica.
Cuenta Ovejero
que pasó dos años escribiendo un diario en el que fue anotando los recuerdos
que tenía de la presencia de su padre enfermo de Alzheimer. La memoria se fue
ampliando a su madre, su infancia, el barrio obrero en el que creció entre
viviendas de protección oficial y hormigón… Esa fue la semilla de este libro. Pero
hay más. La historia de esa familia, que podría ser la mía, la de cualquiera de
mi generación, llega hasta nuestros días, a la época de los desahucios.
Entre todos
los relatos destaca Do you love me?(like i love you) que habla del amor;
un amor que, pese a la educación recibida que dictaba una manera de amar,
trasciende a lo que los padres nos enseñaron. Y las dos versiones de
Enterrar al padre, abordadas la primera desde un tono más surrealista y
jocoso y la segunda más realista y dramática. En realidad, el juego con los
tonos desde los que el autor aborda cada relato es una de las claves de este
libro.
María
Dolores García Pastor