Título: Deerbrook
Autora: Harriet Martineau
Traductora: Claudia Casanova
Editorial: Ático de los Libros
Páginas: 536
Precio: 25,90 €
En el juego social cada uno debe ocupar
el papel que le corresponde, aquel para el que ha nacido. Da igual si es por la
clase social, por la familia, por el pueblo en el que se vive o por el sexo que
se tenga. ¿Qué sucede cuando alguien se sale de ese guion? Que le señalan con
el dedo para indicar quién no es bien recibido en esa sociedad e, incluso, es
señalado como enemigo del pueblo y de las buenas costumbres. Muchas de las
reclamaciones que hacemos hoy en día sobre la libertad sexual, la igualdad de
derechos de la mujer o de la igualdad de oportunidades no deja de tener sus
obstáculos en esos pequeños, o no tan pequeños, gestos a pie de calle: quien se
sale de las buenas formas no es bien recibido. Y es algo tan dentro de nuestra
cultura y, por ende, de nosotros, que la mayoría de las veces no somos
conscientes. Sigue siendo importante mantener la estructura social gracias a un
inquebrantable sentido de la moral y la hipocresía. Si hoy en día, aunque
hayamos conseguido alcanzar algunas libertades, siguen siendo visibles esos
comportamientos especialmente en pueblos pequeños, imaginémonos lo que
ocurriría en un pueblo pequeño en plena época victoriana.
No necesitamos
esforzarnos mucho para imaginarlo, basta con leer Deerbrook, de Harriet Martineau. Deerbrook es una pequeña y
bucólica localidad inglesa en la que nunca sucede nada reseñable. Rodeada de
bosques y bellos parajes, transcurre la vida de unos ciudadanos que se conocen
entre sí perfectamente. El médico, el carnicero del pueblo, el pastor, los
agricultores y un par de familias pudientes, los Rowland y los Grey, con un
historial de las típicas rencillas y envidias, pero que mantienen apariencia de
buena vecindad.
Al pueblo llegan desde
Birmingham las hermanas Ibbotson, Hester y Margaret. Familiares de los Grey,
estos las acogen por quedarse huérfanas.
Dos muchachas con refinada educación, acostumbradas a la vida en la
ciudad y que van descubriendo poco a poco los encantos y la forma de vida de
Deerbrook. Por supuesto, su llegada es también un acontecimiento, una novedad,
en la que los personajes del pueblo se apuran en participar. Conocen a los Grey y a los Rowland, y a la
maestra de los niños de ambos: la señorita Young, con la que tienen una relación
muy especial al ser la más ilustrada, a la par que digna de compasión por estar
sola en el mundo y con problemas físicos, secuelas de un accidente de juventud,
por lo que se ve obligada a dedicarse a la cultura, aprender idiomas y a ser
una gran conversadora sobre filosofía sin participar de forma directa en la
vida del pueblo. Conocen al señor Hope, el joven médico del pueblo, muy
comprometido y preocupado por sus pacientes e íntimo amigo de los Grey. También
conocen al señor Enderby, hermano de la señora Rowland y que se encuentra
estudiando derecho en la ciudad, aunque pasa grandes temporadas en Deerbrook.
Todos se vuelcan en
organizar actividades para que las hermanas Ibbotson se integren en la vida del
pueblo y poder tener contacto con muchachas tan refinadas. En ese descubrimiento no tardan en
evidenciarse las rencillas entre la señora Rowland y los Grey. Esto convierte
cualquier actividad en una rivalidad para ver quién organiza mejores eventos,
manifestándose envidias muy poco sanas. La capacidad de manipulación y de
control sobre el pueblo de la señora Rowland se va incrementando, sobre todo,
cuando la mayor de las hermanas Ibbotson, Hester, se promete con el médico, el
señor Hope. Que el médico del pueblo emparente con su familia rival hace que
ponga toda su capacidad en hundir su reputación en el pueblo. Pero lo peor aún
está por llegar, cuando ocurra algo que haga que de verdad su ira estalle.
Harriet Martineau nos
presenta una novela en la que las mujeres son las que mueven todos los hilos. Desde
la pureza, bondad y honestidad de las señoritas Ibbotson y la maestra Mary
Young, hasta el control, el poder que ejerce
la señora Rowland sobre todo el pueblo. Nos da el retrato de una sociedad en la
que los auténticos sentimientos individuales se ven perseguidos por esa
necesidad de posición social, de dinero o, simplemente, por esa necesidad de
ejercer el poder que tienen algunos. No hay lugar para la comprensión, la
empatía y mucho menos para el amor desinteresado.
La autora, Harriet
Martineau (1802-1876), es una de las pioneras del feminismo. Su trabajo
fundamental se centró en la sociología y la economía desarrollando un intenso
trabajo como columnista y escribiendo novelas explicando sus conceptos sobre
economía. Por ello esta novela es
interesante para observar los incipientes comienzos de la consciencia del papel
de la mujer en la sociedad occidental y la necesidad de visualizar su igualdad frente
a un sistema social que la relega a un falso papel secundario.
Sergio M. Planas
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Sergio M. Planas.