Javier Castañeda de la Torre, escritor de
profesión y profesor de filosofía en sus ratos libres para poder dar de comer a
su familia, sueña con ganar pasta gansa con la escritura, aunque nunca lo
reconocerá. Mientras tanto te dirá que se divierte haciéndolo y que con que le
lea una persona le basta. Eso sí, tendrías que verle cuando gana un premio
literario, el Alberto Magno con Horror Vacui, la nominación
al Ignotus por El Traductor de Dios o el finalista
del UPC con Jinetes de la Tormenta, que se pone como si
hubiese conquistado la final de la Champions. Porque aunque no den mucha pasta
(la mayoría ninguna), también escribe para calmar su insaciable ego.
Pero todos saben que la
verdadera razón por lo que lo hace es para que su hija de tres años y medio
pueda leerle algún día y se sienta orgullosa de su padre. Eso, si es capaz de
entenderle, porque con lo filosófico y profundo (ella dice «pesado, papá») que
se pone en sus libros, es más fácil que le den el premio Nobel a que
le descifren en su totalidad. Y es que cómo dice Borges, su autor favorito,
leer es siempre releer y en eso, en conseguir un texto en que no se agoten las
innumerables relecturas, es un crack el jodío.
©Javier Castañeda de la Torre.