Julia, la
protagonista de “La primera vez que no te quiero” es una mujer que ahora
tendría más o menos tu edad; es, al igual que tú, psicoanalista y… ¿qué más
tenéis en común? ¿Puede decirse que has usado partes de tu vida para construir
este personaje y su historia?
Sin duda Julia es el personaje que más se acerca a mi biografía
en algunos aspectos. También a la de una generación que fue la mía. Quería
mostrar las dificultades para ser mujer, y también hombre (aunque en la novela
atiendo menos a los personajes masculinos, los hombres nos eran muy
desconocidos), de las jóvenes que nacimos en aquellos años. Analizar la
fractura generacional que incrementó la natural tensión entre padres e hijos,
en un país en plena transformación de la
dictadura hacia la democracia. Un mundo con tantos cambios, y tan rápidos, que
Julia corre detrás de ellos intentando encontrarse. Entendí que estaba por
hacerse un relato profundo de aquella generación, y emprendí la tarea con
materiales que conocía de primera mano.
Julia es de esas
personas que tropieza siempre con la misma piedra en el amor. ¿Por qué crees
que las personas, en general, tenemos tendencia a reproducir los mismos malos
pasos, por así decirlo?
Tropezamos en la misma piedra porque estamos constituidos por
conflictos inconscientes que nos determinan, y que nos impelen a la repetición
de determinadas posiciones frente a los otros, en el amor y en la vida en
general. Solo un trabajo sobre esos conflictos y las determinaciones que
acarrean puede modificar esa “compulsión a la repetición”, como le llama el
psicoanálisis. A veces la vida nos ayuda sola a cambiar, otras es necesario la
ayuda profesional para salir de ese círculo vicioso al que nos aboca la
reiteración del inconsciente.
¿Crees que Julia
está mejor sola o que encontrará alguna vez el amor?
Creo que Julia podrá encontrar el amor. Muchas mujeres de
aquella generación lo encontraron a pesar de sus dificultades para comprender a
los hombres, a pesar de la revolución
sexual y sus trampas, de la igualdad que sus propios compañeros de izquierdas
promulgaban pero que, difícilmente, llevaban a la práctica. Y de todas las
contradicciones que esto comportaba y aún hoy comporta. A pesar de todo, muchas
de aquellas mujeres fueron moderadamente felices.
©Lola Mondéjar
¿Y llegará
alguna vez a entender la postura de sus padres?
Ya en la misma novela Julia comienza a entender a sus padres.
Hay todo un proceso de reparación, de perdón, de progresivo acercamiento hacia
la madre que se culmina al final. Los padres de Julia fueron, a su vez,
víctimas de un catolicismo a ultranza, de la dictadura, de la ignorancia, y
Julia acaba comprendiendo, claro que sí, está explícito en la misma novela,
insisto, acaba sintiéndose parte de ese engranaje, un híbrido entre sus raíces
y los cambios que no puede dejar de vivir. Hay una especie de elenco, no me
atrevo a llamarlo poema, que es todo un reconocimiento de esta deuda y de este
amor a sus padres.
¿Qué esperas que
encuentren los lectores en la lectura de estas dos obras tuyas?
Según me han devuelto los propios lectores, tanto Lazos de sangre como La primera vez que no te quiero tienen
un enorme poder de evocación, pues invitan a reflexionar y a pensarse a sí mismo
con las preguntas que se hacen los protagonistas, o con los acontecimientos que
estos viven. Creo que la reflexión está muy ninguneada en el pensamiento
hegemónico actual, que opta por una propuesta de dispersión superficial de la
atención en informaciones múltiples, nada críticas o analíticas. Y opino que la
literatura es un instrumento idóneo, una guía para poder reflexionar sobre la
vida, sobre cómo es la vida humana. Mis lectores se sumergen en esa propuesta y
piensan. Es ya mucho.
¿Qué nuevos proyectos
literarios tienes en marcha?
De momento estoy disfrutando de la lectura de autores que me
interesan, como Clarice Lispector o Alice Munro, pero tengo en mente una novela
(en realidad, la tengo en mente desde hace dos años), que necesitará todavía mucho
tiempo para que se concrete, y un trabajo teórico sobre creatividad y
psicoanálisis en el que pretendo profundizar en las tesis de mi libro anterior
sobre el tema, El Factor Munchausen. Si nace algún cuento, lo recojo y lo
guardo, sin ninguna prisa. Digamos que estoy sembrando.
¿Te gustaría
añadir algo antes de acabar esta entrevista?
Sí, gracias por tu lectura, y por la atención que le prestas a
mi obra.
Muchas gracias a
ti por tu tiempo, tus palabras y el material que nos has facilitado. Y, sobre
todo, por tu amabilidad y tu positividad. Espero que el 2014 te traiga muchas
alegrías, en todos los sentidos, ¡y nuevas lecturas para nosotros, los
lectores!