No es ningún secreto:
crecí pegada al televisor. De niña, me gustaban los programas infantiles, pero
también las series y las películas para adultos. Probablemente, buena parte de
lo que soy ahora se lo deba a todas esas horas de imágenes, diálogos, secuencias.
Tampoco es de extrañar que otras muchas personas piensen que le deben tanto al
cine. Hasta el punto de titular su libro de cuentos Todo lo que aprendimos de las películas, en el caso de María José
Navia. ¿Quieres saber la impresión que me he llevado de esta lectura? No tienes
más que seguir leyendo esta reseña para ello.
Todo lo que aprendimos de las películas
es una antología compuesta por un total de diez relatos de extensiones
variables y temáticas, en muchas ocasiones, similares. De hecho, tengo una
teoría: este libro esconde una novela fragmentaria. Os lo explicaré mejor a
continuación.
El
libro arranca con Mal de ojo, la
historia de una mujer que anhela formar parte de la familia del padre y el hijo
que conoce en la consulta de oftalmología a la que tiene que acudir
continuamente por sus problemas oculares.
El
quinto relato se llama Bond. En él,
conoceremos a una mujer que se relacionará toda su vida con uno de los exnovios
de su madre.
Y
aquí es cuando empezamos a hablar de la novela que oculta este libro, de esos
relatos que se relacionan entre ellos de una forma a veces sutil, a veces más
notable. Estos cuentos se titulan Dependencias,
Sacar la lengua, Fan, Guardarse el aire, Escenas borradas, Gretel, Sirena y
Calima.
Os
pongo en situación: Constance Bergman es una importante novelista que da clases
en la universidad. Durante un tiempo, estuvo casada y tuvo una hija, Laura.
Laura estaría a punto de ahogarse en una piscina cuando era niña, o no tanto. Los
veranos los pasaba observando a las señoras mayores y a las otras chicas,
siempre sintiéndose diferente. Constance no le haría mucho caso. En algún
momento, madre e hija se mudarían a una casa en la que una pareja intentó tener
un hijo sin éxito.
Constance
es un misterio. Sabemos que tiene una amiga, Diana y un amigo Alberto, con el
que ella y Laura pasan las vacaciones de verano. Laura guarda dentro de ella
mucha información sobre su madre. Ha de transmitirla al periodista que tras su
muerte se encargará de escribir su biografía, pero se muestra reticente. En el
futuro, alguien tendrá libros de la escritora en su casa.
Como
era de esperar, las alusiones al mundo del cine son una constante, aunque nunca
tanto como en el relato Escenas borradas,
donde se habla, y mucho, de la película El mago de Oz.
Buena
parte de estas historias tienen lugar en verano o al menos, esa esa es la
sensación que tengo tras encontrar playas y piscinas en varios de ellos.
Siempre
hay algo turbio, algo que pesa y que parece no dejar avanzar a nuestras
protagonistas, pues normalmente son ellas las que están en el foco.
Sin
duda, María José Navia demuestra en este libro tener un estilo único, una
fuerza que hace que sus narraciones resuenen. Es por ello que recomiendo Todo lo que aprendimos de las películas
a los amantes de los relatos originales y bien armados. A todos los que, como
yo, siempre habéis vivido el cine y la literatura con intensidad.
Cristina Monteoliva