Queridos amigos de La Orilla de
las Letras,
como
ya sabéis, aquí nunca se descansa, mucho menos si tenemos una entrevista
interesante que ofreceros, en este caso, la que nos ha concedido el autor José Luis Burgos Fresno. ¿Preparados?
Allá vamos:
¿Cuándo descubriste que la
escritura era algo más que un pasatiempo?
Creo que desde los 18 o 20 años siempre he sentido que la escritura era una
parte esencial de mí. Simplemente, había cosas que era incapaz de expresar de
otro modo que no fuera plasmándolas por escrito. Muchas vivencias personales
solo adquieren pleno significado cuando se piensan para ser escritas. Creo que
escribir es una forma de dar, de algún modo, profundidad a nuestra propia vida.
Luego, por motivos también profesionales, he tenido que escribir desde
publicaciones de carácter más técnico a artículos y colaboraciones para algún
que otro medio, pero digamos que ha sido en los últimos 8 o 10 años cuando la
escritura ha acabado por convertirse en algo esencial.
© José Luis Burgos Fresno.
¿Qué lecturas crees que te
han influenciado como escritor?
Pues depende mucho de la época. Hay muchos escritores del llamado Boom
latinoamericano de los 70 que me influyeron mucho durante unos años aunque
ahora mismo me pueden resultar algo bastante más ajeno.
Soy —siempre he sido— un gran amante de la novela gótica clásica. Mis
gustos son diversos y, por tanto, también mis influencias. Por ejemplo, un
autor que me ha fascinado siempre ha sido Torrente Ballester.
Pero, si tuviera que destacar a uno por encima de todos, sin duda es Paul
Auster. Creo que he leído todos y cada uno de sus libros según iban saliendo
desde que allá por los 90 descubriera El
palacio de la luna. Sin duda, creo que es el autor que más me ha influido,
no sólo como escritor sino a nivel personal.
¿Qué estás leyendo ahora
mismo? ¿Nos lo recomendarías?
Precisamente,
ahora mismo estoy releyendo La noche del
oráculo, una de las mejores novelas de Auster que es como un complejo juego
de muñecas rusas, con una historia dentro de otra historia dentro de otra
historia... y que tiene la rara cualidad de que, siempre que pasa a otra
historia te deja con ganas de continuar con la
anterior.
Justo antes de esto, acabé de leer Otra
vuelta de tuerca de Henry James.
Por supuesto, ambos son clásicos y absolutamente recomendables.
¿Cómo compaginas tu trabajo
fuera del mundo de las letras con la escritura?
Pues actualmente bien, ya que, por diversas circunstancias, dispongo de más
tiempo que anteriormente.
Durante muchos años he estado trabajando en diversos puestos relacionados
con la igualdad de género y, más recientemente, con la cooperación
internacional que apenas me dejaban tiempo para dedicarme a otra actividad.
Actualmente, compagino la escritura con diversos proyectos culturales y en
defensa de derechos humanos.
También intento compaginarlo con la otra de mis grandes pasiones: la
música. Nunca me he dedicado a ello a nivel profesional, ni mucho menos, pero
sí que hago mis pinitos con la guitarra y el piano, para dar la tabarra a
familiares y vecinos.
¿Cómo ves el panorama
literario actual?
Creo que es el resultado de un fenómeno que no
solo afecta a la literatura, sino a muchas otras expresiones culturales y
artísticas, como la música o la fotografía; incluso a profesiones como el
periodismo o la propia radio.
La famosa “democratización” que trajo internet
posibilitó que muchos creadores no profesionales pudiéramos dar a conocer
nuestros trabajos de forma mucho más sencilla a través de la red. La
autoedición de libros y discos, los podcasts, los blogs, YouTube... permitieron
expresarse a mucha gente que antes dependía de editoriales, emisoras de radio,
periódicos, discográficas, etc., para poder darse a conocer.
Por supuesto, eso tiene una faceta muy positiva,
pero, al tiempo, creo que tiene dos efectos no tan beneficiosos. El primero es
que, ciertamente, la calidad de mucho de lo que ve la luz no cumple con unos
mínimos. Lo segundo es que el peso de las editoriales, discográficas, críticos,
diarios, etc., se ha diluido tanto que ahora mismo es casi imposible encontrar
una referencia por la que guiarse. Cada cual tiene que buscar quiénes son
aquellos que le presentan propuestas de gustos similares a los suyos para
guiarse de su criterio.
En definitiva, ciñéndonos a la literatura, creo
que hay muchísima más oferta, que la calidad media ha bajado ostensiblemente,
pero que, al tiempo, hay muchas más obras de excelente calidad, lo que hace que
sea más complicado localizarlas. Como ves, un panorama con aristas, diría yo.
Si tuvieras que elegir
entre relato y novela, ¿con cuál te quedarías?
En principio, diría que, por imposiciones derivadas de la limitación de
tiempo, siempre me he tenido que mover en el ámbito del relato corto, del
artículo de opinión o de la reseña (también suelo hacer “reseñas emocionales”,
como yo las llamo, de conciertos a los que asisto, libros que leo, películas
que veo, discos que escucho, etc.).
Mi incursión en la novela es bastante más reciente y eso me ha hecho ver
que son dos mundos completamente diferentes. Yo diría que hasta la forma de
expresarse ha de ser distinta. En el relato predomina la idea. Yo, por lo
menos, ya sean textos que incitan a la
reflexión como de pura ficción, me centro sobre todo en la idea a transmitir.
En la novela, en cambio, uno se deja llevar por los personajes que, en
definitiva, son los que te van guiando. Yo, cuando escribo novela, nunca sé a
dónde voy a llegar y, en muchas ocasiones, cuando creo que lo sé, van los
personajes y me conducen por caminos totalmente distintos.
De modo que solo puedo decir que ambos: novela y relato.
¿Escribirías una novela de
moda para hacerte famoso?
Si te refieres a la temática —es decir, a que si elegiría una temática de
moda para vender más—, la respuesta categórica es NO. Jamás escribiría sobre un
tema que no me interesara.
Pero bueno, en realidad, sería un NO extensible a cualquier otro aspecto
porque estoy bastante cansado de leer a youtubers, gurús literarios, etc., que
siempre te dicen que lo más importante para vender es elegir una portada
impactante, hacer una reseña que llame la atención, empezar la novela con un
párrafo que enganche, hacer capítulos cortos, acabar cada uno de ellos con algo
que te deje con ganas de seguir leyendo, etc.
Francamente, no creo que Auster, Tolstoy o Borges se preocuparan mucho de
ese tipo de aspectos. Sé que los tiempos son otros y, quizás, un autor puede
hacer alguna pequeña modificación para adecuarse al gusto de su tiempo, pero,
en general, creo que cada cual tiene que escribir lo que le pida el cuerpo. Hay
oferta para todo el mundo y luego, cada cual, que elija lo que más le guste.
Yo, desde luego, si lo que quisiera es vender productos hechos en serie, me
habría dedicado a otra cosa en lugar de a escribir.
¿Por qué has elegido Amazon
para dar a conocer tus obras?
Por la razón más obvia. Ofrece muchas facilidades
para quien desea empezar a publicar y no quiere hacerlo poniendo mil o mil
quinientos euros por delante. Mi interés no es hacer fama ni fortuna sino poder
dar a conocer lo que escribo. Por supuesto, cuando uno escribe desea que lo que
hace llegue al mayor número de gente posible, pero eso no implica hablar de
ventas millonarias. Creo que Amazon puede cubrir ese aspecto aunque no descarto
en absoluto buscar una editorial para publicar mi próxima novela.
¿Qué nos puedes contar de
tus libros publicados?
De algún modo, ambos tienen un origen común: la famosa pandemia.
Durante aquellos meses de encierro, me puse a ordenar archivos que tenía
dispersos en el ordenador y descubrí que había varios relatos cortos —algunos
de los cuales ni siquiera recordaba— que no solamente me parecieron que tenían
bastante calidad, sino que resultaban homogéneos en cuanto a su “espíritu”. Fue
así como me decidí a recopilar varios de ellos en un volumen al que llamé Un cuento carmesí y otros relatos.
Lo de Un cuento carmesí es
curioso porque no es un cuento mío en solitario, sino un experimento literario
que hicimos entre varios escritores que participábamos en un foro sobre música.
Como entretenimiento, decidimos escribir una especie de “cadáver exquisito”,
una narración conjunta en la que uno empezaba escribiendo algunos párrafos y el
siguiente continuaba donde lo dejaba el anterior.
Para mi sorpresa, cuando lo releí años después, me pareció una historia no
sólo homogénea, sino llena de misterio y que debía ser publicada.
Fruto de esa revisión pandémica me encontré con una narración
inacabada que, en su momento, abandoné porque sentí que necesitaba mucho más
desarrollo del que podría darle en aquellos momentos. Ese es el germen de la
novela La mirada esmeralda que, para
mi propia sorpresa, está teniendo una gran aceptación y, de hecho, esta misma
semana está número 1 en ventas de Amazon en una de sus categorías.
La idea de esta novela era hacer una especie de novela gótica
contemporánea. Tomar algunos de los elementos característicos de las novelas
góticas (de hecho, hay algunas claves que se entienden mejor si nos remitimos a
obras como El gato negro de Poe o Los ojos verdes de Bécquer) pero
despojarla de todo aquello que tenía que ver con el tradicional lenguaje un
tanto barroco, descripciones ominosas, etc. Para ello tuve que hacer un
ejercicio deliberado de simplificación del lenguaje para trasladar todo eso a
un entorno tan absolutamente cotidiano como puede ser el de un joven arquitecto
que vive en un apartamento alquilado del barrio de Malasaña de Madrid.
¿Cuál de tus dos libros te
ha costado más escribir?
Sin duda La mirada esmeralda. Al
partir de un texto iniciado hace años, me costó encontrar el tono y, de hecho,
una vez empezada, tuve que deshacerlo todo y volver a empezar desde el
principio, quedándome tan sólo con la parte de la idea inicial para
desarrollarla por completo.
© José Luis Burgos Fresno.
¿Qué esperas que los
lectores aprendan de tus escritos?
Por supuesto, el primer objetivo es que se diviertan leyendo, que pasen un
buen rato con ellos, pero no desestimo la posibilidad de sugerir temas y
reflexiones.
No me gusta definir a los personajes, ni siquiera que sean otros personajes
los que se definan entre sí. Me gusta que cada uno se vaya definiendo a sí
mismo en base a lo que va pensando y haciendo. Creo que eso permite acercarse
mucho mejor a las incongruencias que todos llevamos dentro.
Si uno define un personaje como “altruista y sincero”, parece que ya está
obligado a presentarse siempre así. Sin embargo, si son sus acciones las que le
definen, en unas ocasiones pueden actuar altruistamente y en otras no tanto.
Vamos, como nos pasa a todos.
Me interesan mucho, por tanto, las reflexiones internas de los personajes.
Algo con lo que creo que las y los lectores se identifican plenamente,
haciéndose mucho más partícipes de lo que les va ocurriendo en la trama.
¿Qué nuevos proyectos
literarios tienes en marcha?
Pues ahora mismo estoy inmerso en una nueva novela, que me tiene
absolutamente absorto.
El tema central tiene que ver con la memoria o, mejor dicho, con la
amnesia. El protagonista sufre amnesia anterógrada y, por tanto, solo puede
recordar lo ocurrido antes del accidente que le causó este problema y lo ocurrido
durante las últimas horas del día en que vive. De este modo, cada nuevo
despertar es como si siguiera viviendo en el día siguiente a aquel en el que
tuvo el accidente.
Los vericuetos por los que este personaje, que vive solo, se las apaña para
poder dar continuidad a su vida con tan corto escenario temporal es una de las
claves de la novela.
La otra es que, cuando, finalmente, recupera la memoria (aunque no,
evidentemente, de todo lo acontecido durante los años amnésicos), es alguien
que tiene ante sí todo un mundo de elecciones. Puede dedicarse a reconstruir un
pasado que desconoce, obviarlo o, incluso, inventárselo. Por el contrario,
antes sí tiene un futuro libre de cualquier atadura previa y puede ser
absolutamente quien quiera ser.
Veremos en qué queda todo.
¿Te gustaría añadir algo
antes de terminar esta entrevista?
Nada, solamente agradeceros la oportunidad de realizar esta entrevista y
agradecer, sobre todo, a los lectores y lectoras que os habéis acercado ya a
mis obras, el haber dedicado unos euros y un rato de vuestro tiempo a compartir
mi mundo.
Un abrazo.
Muchas gracias, José Luis, por tu tiempo, tus palabras
y tus fotos personales. Te deseamos una carrera literaria larga y próspera.
Y a vosotros, amigos lectores,
gracias por estar un día más al otro lado de la pantalla. Ahora, ¡a leer!
Cristina Monteoliva