domingo, 15 de septiembre de 2019

Reseña: TODO LO QUE ES SÓLIDO SE DISUELVE EN EL AIRE, de Darragh McKeon.


Título: Todo lo que es sólido se disuelve en el aire
Autor: Darragh McKeon
Traducción: Rocío Martínez Ranedo
Páginas: 424
Precio: 22,50 €

El accidente de la central nuclear de Chernóbil ha vuelto en 2019 a estar de actualidad tras la emisión de la serie de televisión homónima. Si bien este terrible suceso y sus consecuencias han sido tratados en la literatura desde que ocurriera, en 1986, creo que no son demasiadas las obras de referencia a las que podemos acudir a la hora de conocer cómo tuvo lugar este desastre de graves consecuencias medioambientales y humanas, y cómo lo vivieron los habitantes de las zonas colindantes. Si además queréis saber cómo fue la última etapa de la Unión Soviética antes de que esta cayera, vuestro libro es Todo lo que es sólido se disuelve en el aire, de Darragh McKeon: la obra que a continuación comentaremos.
Moscú, 1986: Yevgueni es un niño que a sus nueve años, y sin apenas haber tomado clases, toca el piano de manera extraordinaria. Un buen día, sus compañeros de clase deciden que el chico no ha de tener todos sus huesos intactos. Tras la agresión a la que se ve sometido, el muchacho acude en busca de su tía María, que vive con él y su madre, a la universidad en la que ella da clases cuando no está trabajando en una fábrica. María acompañará al chico al hospital en el que trabaja su ex marido, Grigori, un reputado cirujano. Ninguno de los tres sabrá aquella tarde de reencuentro que el desastre de Chernóbil está a punto de ocurrir, que Grigori tendrá que acudir allí como médico y que los efectos colaterales del accidente nuclear repercutirán también en las vidas de María y Yevgueni.
Todo comienza con un niño, Yevgueni, al que sus compañeros de clase le acosan hasta el punto de romperle un hueso. Nuestro chico es un prodigio de la música, aunque no quiera reconocerlo. Alguien que está destinado a convertirse en un pianista famoso, cuando todo acabe.
De eso, de que el chico tenga un futuro brillante, en cierta medida, se ocupará María, su querida tía, una mujer que el sistema ha obligado a cambiar su trabajo de periodista comprometida con la lucha de los trabajadores por el de gris operaria en una fábrica en la que las cosas parecen complicarse por momentos. María estuvo una vez casada con Grigori. Aún parece amarle, pero, ¿por qué todo acabó entre ambos? ¿Qué secretos guardará María?
Grigori, por su parte, es un cirujano con fuertes convicciones (las mismas que le llevarán a su perdición) que ha de acudir a Chernóbil cuando ocurre el desastre. Más tarde, conocerá a Artiom, un joven campesino al que el desastre cambiará para siempre. Artiom vivía en una granja junto a su padre, su madre y su hermana cuando todo ocurrió. Todos fueron evacuados y llevados a un campamento para refugiados menos su padre, que fue reclutado por las autoridades para hacerse cargo de parte de las consecuencias del desastre, lo que le llevaría a una muerte pronta y segura.
Chernóbil estalla y, como consecuencia, el proceso de desintegración del sistema en el que nuestros personajes vivían se acelera. El mundo en el que vivían, el único que conocían, se desmorona y se convierte en algo distinto. Esta novela nos habla de ambos procesos: del cataclismo humano y medioambiental que produjo Chernóbil y de la transición de la Unión Soviética a los países que conocemos hoy. Al mismo tiempo, conoceremos las historias personales de unos personajes carismáticos y llenos de matices que no pueden dejar indiferentes a nadie.
Todo lo que es sólido se disuelve en el aire es, en definitiva, una desgarradora novela coral que nos hace vivir de cerca junto a sus personajes las consecuencias, desde las más evidentes a las más discretas, de un desastre nuclear que afectó a todo el planeta y que ha de preocuparnos por lo que supone todavía y lo que podría suponer de repetirse. Una obra sensible y comprometida que escarba en busca de la incómoda verdad de la que no hemos tenido noticia hasta hace relativamente poco, esa que afectaría a tantísimas personas. Dicho esto: ¿a qué esperas para leer esta magnífica historia?
Cristina Monteoliva


© Cristina Monteoliva.