Queridos amigos de La
Orilla de las Letras,
hoy os traemos la entrevista
que nos ha concedido Gonzalo Montes Amayo:
¿Cuándo descubriste que la escritura era algo más que un
pasatiempo?
Creo que siempre lo he sabido, aunque nunca
me lo tomé demasiado en serio. Cuando era pequeño, escribía cuentos y leía
mucho: novelas de todo tipo, casi siempre recomendadas por mis padres,
especialmente por mi madre. De hecho, a los diecisiete años dudé entre estudiar
Literatura (Filología) o Economía, y al final me decanté por esta última.
No obstante,
la literatura siempre estuvo ahí, presente, latente, hasta que hace ocho años
decidí lanzarme a por ello. Recuerdo que, hace poco, mi madre me dijo que se
alegraba mucho del paso que había dado, pues siempre se había arrepentido de no
haberme empujado con más decisión a estudiar Literatura.
He aquí que
me encuentro compatibilizando ambas profesiones. Y por ahora, ese es mi plan.
¿Qué lecturas crees que te han influenciado como escritor?
Muchas. Es muy difícil contestar a esa
pregunta. Soy bastante agnóstico respecto a las tendencias y estilos literarios.
Como comenté en la pregunta anterior, mi madre fue recomendándome libros a
medida que iba creciendo; leía desde novelas de aventuras, como las de Emilio
Salgari, hasta el realismo mágico en mi adolescencia.
Sin embargo,
recuerdo que, a los dieciocho años, decidí leer los cien mejores libros de la
literatura según un listado del periódico El Mundo. Y lo hice. Es decir,
fui recogiendo pequeñas sugerencias de diferentes obras, aprendiendo de estilos
muy distintos, aunque, si tuviera que destacar alguna corriente, quizá
señalaría a la “Generación perdida”, que me marcó especialmente cuando
tenía veinte años.
En la actualidad, sin duda, quien más impresión me ha causado es Roberto Bolaño. Los detectives salvajes es una obra, precisamente, eso: salvaje. Es la novela que me encantaría haber escrito.
© Gonzalo
Montes Amayo.
¿Qué estás leyendo ahora mismo? ¿Nos lo recomendarías?
Trópico de Capricornio. Curiosamente, no había leído nada de Henry Miller hasta este verano, a
pesar de la enorme influencia que han tenido sobre mí los escritores
norteamericanos del siglo XX. Con honestidad, no sabría decir si es un libro
recomendable. A mí me gusta la literatura intimista, disruptiva, escrita a
bocajarro, pero entiendo que Trópico de Capricornio (y también Trópico
de Cáncer) puede ser difícil de seguir por su aparente ausencia de hilo
conductor.
Sin embargo,
creo que cada novela debe leerse también en el contexto en el que fue escrita.
Y ahí, sin duda, esta obra representa una ruptura con la manera de pensar, una
lucha frontal contra el puritanismo americano y la falta de libertad de
expresión sexual en la escritura de su época.
De hecho, me
recuerda, en cierto modo, a Viaje al fin de la noche, una novela total.
Una novela asombrosa que te obliga a escribir sin parar cuando la lees. Una y
otra vez, se carga y dispara con una escopeta recortada.
¿Cómo compaginas tu trabajo fuera del mundo de las letras
con la escritura?
Mal. Levantándome muy pronto. Si bien, creo
que he llegado a cierto equilibrio. Ya no tengo esa prisa, esa ansiedad por
escribir, sino que lo hago con más método y orden.
Es decir,
cuando no tengo tiempo, anoto ideas, construyo historias, leo y releo. Pero
cuando escribo, lo hago a toda velocidad, soltando todo lo que se me pasa por
la cabeza. En plan: no perdamos el momentum. Y luego… empiezo a
corregir, corregir, corregir, hasta rozar la esquizofrenia.
¿Cómo ves el panorama literario actual?
No la veo tan mal como suele decirse. Es
decir, hoy en día existen diversas opciones para publicar, comentar y opinar.
También hay múltiples canales para disfrutar de la literatura. Es cierto que
ganarse la vida con la escritura es muy complicado, pero intuyo que nunca fue
fácil.
Al revisar la
lista de libros más vendidos, suelen aparecer autores ya consagrados, lo que
deja poco espacio para escritores noveles o para aquellos que ejercen su oficio
al margen de las tendencias literarias del momento.
No obstante,
¡habrá que perseverar!
Si tuvieras que elegir entre relato y novela, ¿con cuál
te quedarías?
La novela. He
leído y escrito muchos relatos, pero me gusta más la novela. Y no soy de los
que consideran el relato un género menor. Diría incluso que escribir un buen
relato puede ser más difícil que escribir una novela, ya que esta última
permite ciertas licencias que en un relato no se pueden —o no se deben— tomar.
En un buen relato no pueden sobrar palabras, no hay espacio para la relajación.
Creo que un buen relato debe condensar al máximo el uso del lenguaje y debe ser
más preciso que en una novela.
Para mí, el
gran maestro del cuento es, sin duda alguna, Raymond Carver.
¿Escribirías una novela de moda para hacerte famoso?
¿Por qué no?
Todos los que escribimos tenemos algo de exhibicionistas. En todo caso, intuyo
que la gran mayoría lo hacemos para nosotros mismos y no para ese gran
público. Creo que uno debe escribir como si nunca lo fueran a leer. Es más
auténtico. Ahora bien, a nadie —salvo honrosas excepciones (¿J. D. Salinger
habría dejado de publicar si no hubiese tenido el éxito de El guardián entre
el centeno?)— le disgustaría tener su momento de gloria.
Ignoro si el
ego figura entre los pecados capitales, pero sin duda puede convertirse en una
fuente inagotable de energía cuando se canaliza adecuadamente para crecer como
escritor.
¿Qué ha supuesto para ti la publicación de El despertar de los infelices?
Creo que fue más excitante la primera
publicación de mi novela Naura. En este caso, ha sido un proceso más
sosegado, tranquilo, sin grandes expectativas. Sin duda, he disfrutado mucho más
escribiendo la novela que en todo el proceso posterior. Podría decir que, con Naura,
estaba deseando que la gente me leyera. En el caso de El despertar de los
infelices, tal vez por circunstancias vitales y personales que no vienen al
caso contar, lo he vivido más desde la barrera, lo cual también tiene su parte,
llamémosla, bucólica.
¿Qué nos puedes contar de este libro?
Que he tardado más de tres años en
escribirlo; que se ha hecho con mucho mimo y cariño, y con absoluta sinceridad;
que he intentado reconstruir el viaje de una persona a través de un mundo cada
vez más complejo, un poco en plan Ulises en la Odisea. Y, sobre
todo, que estoy muy satisfecho con el resultado final.
¿Qué tiene de ti El
despertar de los infelices?
Todo. Este libro me retrata tal como soy:
alguien más existencialista que nihilista. Y, a estas alturas de
la vida, creo que ya no voy a cambiar.
En el fondo creo que paradójicamente soy un “activista pasivo”.
© Gonzalo
Montes Amayo.
¿Qué esperas que los lectores aprendan de tus escritos?
Al principio pensé que una buena manera de
denunciar el, a veces, absurdo mundo que estamos construyendo sería a través de
una novela distópica, como es El despertar de los infelices. Sin
embargo, después de haberla escrito, mis ambiciones son mucho más modestas:
solo espero que los lectores la disfruten, que pensemos un poquito más allá de
lo inmediato y que seamos un poco mejor personas. Con cualquiera de esos tres
objetivos —que no son menores— me doy por satisfecho.
¿Qué nuevos proyectos literarios tienes en marcha?
Tengo en mente una novela bastante friki,
una mezcla de thriller, realismo
sucio y nuevo periodismo. Veremos qué sale. Por otro lado, estoy trabajando en
un relato como sátira sobre la idea de que todos tenemos un precio para
vendernos (o ser comprados…) Y, finalmente, seguiré escribiendo artículos sobre
escritores, como los que he publicado en mi blog (Diario de un naurático -
Gonzalo Montes Amayo) o en algunas revistas
literarias (a modo de ejemplo: elcoloquiodelosperros.weebly.com/artiacuteculos/mrs-woolf-la-proscrita).
¿Te gustaría añadir algo antes de terminar esta
entrevista?
Que la literatura y escritura como
resistencia es una bonita manera de vivir y/o sobrevivir.
Muchas gracias, Gonzalo, por tu
tiempo, tus palabras y tus fotos personales. Te deseamos una carrera literaria
larga y próspera.
Y a vosotros, amigos
de las letras, gracias por estar un día más al otro lado de la pantalla.
Ahora, ¡a leer!
Cristina Monteoliva