viernes, 8 de agosto de 2025

Entrevista: GONZALO MONTES AMAYO

 

Queridos amigos de La Orilla de las Letras,

hoy os traemos la entrevista que nos ha concedido Gonzalo Montes Amayo:

¿Cuándo descubriste que la escritura era algo más que un pasatiempo?

Creo que siempre lo he sabido, aunque nunca me lo tomé demasiado en serio. Cuando era pequeño, escribía cuentos y leía mucho: novelas de todo tipo, casi siempre recomendadas por mis padres, especialmente por mi madre. De hecho, a los diecisiete años dudé entre estudiar Literatura (Filología) o Economía, y al final me decanté por esta última.

No obstante, la literatura siempre estuvo ahí, presente, latente, hasta que hace ocho años decidí lanzarme a por ello. Recuerdo que, hace poco, mi madre me dijo que se alegraba mucho del paso que había dado, pues siempre se había arrepentido de no haberme empujado con más decisión a estudiar Literatura.

He aquí que me encuentro compatibilizando ambas profesiones. Y por ahora, ese es mi plan.

¿Qué lecturas crees que te han influenciado como escritor?

Muchas. Es muy difícil contestar a esa pregunta. Soy bastante agnóstico respecto a las tendencias y estilos literarios. Como comenté en la pregunta anterior, mi madre fue recomendándome libros a medida que iba creciendo; leía desde novelas de aventuras, como las de Emilio Salgari, hasta el realismo mágico en mi adolescencia.

Sin embargo, recuerdo que, a los dieciocho años, decidí leer los cien mejores libros de la literatura según un listado del periódico El Mundo. Y lo hice. Es decir, fui recogiendo pequeñas sugerencias de diferentes obras, aprendiendo de estilos muy distintos, aunque, si tuviera que destacar alguna corriente, quizá señalaría a la “Generación perdida”, que me marcó especialmente cuando tenía veinte años.

En la actualidad, sin duda, quien más impresión me ha causado es Roberto Bolaño. Los detectives salvajes es una obra, precisamente, eso: salvaje. Es la novela que me encantaría haber escrito.

© Gonzalo Montes Amayo.

¿Qué estás leyendo ahora mismo? ¿Nos lo recomendarías?

Trópico de Capricornio. Curiosamente, no había leído nada de Henry Miller hasta este verano, a pesar de la enorme influencia que han tenido sobre mí los escritores norteamericanos del siglo XX. Con honestidad, no sabría decir si es un libro recomendable. A mí me gusta la literatura intimista, disruptiva, escrita a bocajarro, pero entiendo que Trópico de Capricornio (y también Trópico de Cáncer) puede ser difícil de seguir por su aparente ausencia de hilo conductor.

Sin embargo, creo que cada novela debe leerse también en el contexto en el que fue escrita. Y ahí, sin duda, esta obra representa una ruptura con la manera de pensar, una lucha frontal contra el puritanismo americano y la falta de libertad de expresión sexual en la escritura de su época.

De hecho, me recuerda, en cierto modo, a Viaje al fin de la noche, una novela total. Una novela asombrosa que te obliga a escribir sin parar cuando la lees. Una y otra vez, se carga y dispara con una escopeta recortada.

¿Cómo compaginas tu trabajo fuera del mundo de las letras con la escritura?

Mal. Levantándome muy pronto. Si bien, creo que he llegado a cierto equilibrio. Ya no tengo esa prisa, esa ansiedad por escribir, sino que lo hago con más método y orden.

Es decir, cuando no tengo tiempo, anoto ideas, construyo historias, leo y releo. Pero cuando escribo, lo hago a toda velocidad, soltando todo lo que se me pasa por la cabeza. En plan: no perdamos el momentum. Y luego… empiezo a corregir, corregir, corregir, hasta rozar la esquizofrenia.

¿Cómo ves el panorama literario actual?

No la veo tan mal como suele decirse. Es decir, hoy en día existen diversas opciones para publicar, comentar y opinar. También hay múltiples canales para disfrutar de la literatura. Es cierto que ganarse la vida con la escritura es muy complicado, pero intuyo que nunca fue fácil.

Al revisar la lista de libros más vendidos, suelen aparecer autores ya consagrados, lo que deja poco espacio para escritores noveles o para aquellos que ejercen su oficio al margen de las tendencias literarias del momento.

No obstante, ¡habrá que perseverar!

Si tuvieras que elegir entre relato y novela, ¿con cuál te quedarías?  

La novela. He leído y escrito muchos relatos, pero me gusta más la novela. Y no soy de los que consideran el relato un género menor. Diría incluso que escribir un buen relato puede ser más difícil que escribir una novela, ya que esta última permite ciertas licencias que en un relato no se pueden —o no se deben— tomar. En un buen relato no pueden sobrar palabras, no hay espacio para la relajación. Creo que un buen relato debe condensar al máximo el uso del lenguaje y debe ser más preciso que en una novela.

Para mí, el gran maestro del cuento es, sin duda alguna, Raymond Carver.

¿Escribirías una novela de moda para hacerte famoso?  

¿Por qué no? Todos los que escribimos tenemos algo de exhibicionistas. En todo caso, intuyo que la gran mayoría lo hacemos para nosotros mismos y no para ese gran público. Creo que uno debe escribir como si nunca lo fueran a leer. Es más auténtico. Ahora bien, a nadie —salvo honrosas excepciones (¿J. D. Salinger habría dejado de publicar si no hubiese tenido el éxito de El guardián entre el centeno?)— le disgustaría tener su momento de gloria.

Ignoro si el ego figura entre los pecados capitales, pero sin duda puede convertirse en una fuente inagotable de energía cuando se canaliza adecuadamente para crecer como escritor.

¿Qué ha supuesto para ti la publicación de El despertar de los infelices?

Creo que fue más excitante la primera publicación de mi novela Naura. En este caso, ha sido un proceso más sosegado, tranquilo, sin grandes expectativas. Sin duda, he disfrutado mucho más escribiendo la novela que en todo el proceso posterior. Podría decir que, con Naura, estaba deseando que la gente me leyera. En el caso de El despertar de los infelices, tal vez por circunstancias vitales y personales que no vienen al caso contar, lo he vivido más desde la barrera, lo cual también tiene su parte, llamémosla, bucólica.

¿Qué nos puedes contar de este libro?

Que he tardado más de tres años en escribirlo; que se ha hecho con mucho mimo y cariño, y con absoluta sinceridad; que he intentado reconstruir el viaje de una persona a través de un mundo cada vez más complejo, un poco en plan Ulises en la Odisea. Y, sobre todo, que estoy muy satisfecho con el resultado final.

¿Qué tiene de ti El despertar de los infelices?

Todo. Este libro me retrata tal como soy: alguien más existencialista que nihilista. Y, a estas alturas de la vida, creo que ya no voy a cambiar.

En el fondo creo que paradójicamente soy un “activista pasivo”.

© Gonzalo Montes Amayo.

¿Qué esperas que los lectores aprendan de tus escritos?

Al principio pensé que una buena manera de denunciar el, a veces, absurdo mundo que estamos construyendo sería a través de una novela distópica, como es El despertar de los infelices. Sin embargo, después de haberla escrito, mis ambiciones son mucho más modestas: solo espero que los lectores la disfruten, que pensemos un poquito más allá de lo inmediato y que seamos un poco mejor personas. Con cualquiera de esos tres objetivos —que no son menores— me doy por satisfecho.

¿Qué nuevos proyectos literarios tienes en marcha?

Tengo en mente una novela bastante friki, una mezcla de thriller, realismo sucio y nuevo periodismo. Veremos qué sale. Por otro lado, estoy trabajando en un relato como sátira sobre la idea de que todos tenemos un precio para vendernos (o ser comprados…) Y, finalmente, seguiré escribiendo artículos sobre escritores, como los que he publicado en mi blog (Diario de un naurático - Gonzalo Montes Amayo) o en algunas revistas literarias (a modo de ejemplo: elcoloquiodelosperros.weebly.com/artiacuteculos/mrs-woolf-la-proscrita).

¿Te gustaría añadir algo antes de terminar esta entrevista?

Que la literatura y escritura como resistencia es una bonita manera de vivir y/o sobrevivir.

Muchas gracias, Gonzalo, por tu tiempo, tus palabras y tus fotos personales. Te deseamos una carrera literaria larga y próspera.

Y a vosotros, amigos de las letras, gracias por estar un día más al otro lado de la pantalla. Ahora, ¡a leer!

Cristina Monteoliva