Hay heridas
superficiales y heridas profundas. Heridas que sanan y heridas que no lo hacen
nunca. De todas ellas, puede que las peores sean las heridas del alma. ¿Y cómo
podemos afrontarlas cuando sentimos que precisamente tenemos el alma rota? Probablemente
tengamos que buscar ayuda y la encontremos en el sitio menos esperado, pienso
tras leer Lamer las heridas, la
primera novela de la autora argentina Leticia Castro: precisamente el libro del
que hablaremos a continuación.
Camila
es una traductora de francés argentina que un buen día aparece en la pequeña
localidad de Atalbéitar, en La Alpujarra de Granada. Tras vivir sus primeros
treinta y ocho años de vida en su Quilmes natal (una ciudad cercana a Buenos
Aires), Camila ha decidido romper con todo y todos a causa de la culpa que
arrastra tras un trágico accidente. Un buen día, Camila se encuentra con un
pequeño perro abandonado. Si bien nunca ha sido una amante de los animales, enseguida
comprende que tiene una herida que hay que curar y se lo lleva a casa. Pronto,
el perro pasará a ser suyo, llamándose Tofi. Tofi nos contará, mientras
acompaña a Camila, parte de su historia, sus vivencias y las de su madre
perruna. ¿Conseguirán la argentina y el chucho callejero curar juntos sus
heridas?
En
la vida tienen lugar sucesos que no podemos controlar y que no solo nos pueden
llenar de culpa, sino también hundirnos en el pozo de la depresión, la
inseguridad, la ansiedad… Esto es lo que le ocurre a Camila: una mujer que lo
tenía todo, sin que ella se diera cuenta de ello, y que lo perdió por un
terrible accidente. Ese accidente la llevaría a querer huir de su vida y sus
seres queridos para empezar de nuevo en un pequeño pueblo lejano, donde todo es
mucho más sencillo. Allí pronto descubrirá una faceta suya mucho más amable: la
que le lleva a adoptar a un perro herido que además arrastra otros muchos
problemas. Esta decisión hará que por primera vez en mucho tiempo se preocupe
de verdad de alguien que no es ella misma, y de paso que estreche lazos con la
simpática vecina Maripili (la que tanto la ayudará en tantos aspectos de su
vida) y el encantador veterinario Rafael
(con quien puede que vuelva a encontrar el amor, o, al menos, una amistad muy
especial).
Por
otro lado tenemos a Tofi, un perro que fue abandonado por una familia egoísta y
cruel. Tofi es un perrillo travieso y enfermizo que pronto se hará con el
corazón de Camila. Y también con el del lector gracias a las entrañables
historias que tiene que contar.
Lamer las heridas
no es solo una novela agridulce con final feliz. Esta es novela sobre las cosas
que suceden en la vida y que nos pueden llevar a tener depresión, ansiedad y
baja autoestima, así como revelar otros problemas, como los trastornos
obsesivos compulsivos o el estado de persona altamente sensible. También se
trata esta de una obra con la que descubrir qué pasa con los perros
abandonados, qué lleva a cierto tipo de dueños sin escrúpulos a deshacerse de
un animal, y las almas bondadosas que le dan a estos seres una nueva
oportunidad.
Lamer las heridas,
por tanto, destaca por la calidad y la variedad de los temas que toca a lo
largo de sus páginas, así como por los buenos sentimientos que transmiten sus
protagonistas. Pero también, y creo que esto es importante resaltarlo, por la
calidad literaria que he encontrado en esta obra, muy superior a la de obras de
similares temáticas. Es por todo ello que recomiendo que le deis una
oportunidad a Camila y a Tofi, que le abráis las puertas de vuestra casa y
dejéis que formen parte de vuestra familia. Estoy segura de que no
arrepentiréis, aunque Tofi os destroce algún que otro documento y lo llene todo
de pelos.
Cristina Monteoliva