Para entender a las
personas que somos hoy en día, tenemos que conocer todos los sucesos que nos
han ocurrido en el pasado, esos episodios que han marcado tanto nuestro
carácter como la manera que tenemos de relacionarnos con los demás. Narrar
nuestra historia de forma cronológica inversa, de adelante hacia atrás, podría
ser bueno para llegar a ciertas conclusiones, como descubrimos tras la lectura
de la impactante novela de Juli Min titulada Shanghailanders, la obra que comentaremos en esta reseña.
Año
2040. El prestigioso inversor inmobiliario de Shanghái Leo Yang regresa en maglev (un tipo de tren) a la ciudad
después de haber dejado en el aeropuerto a su mujer, la francojaponesa Eko, y a
sus dos hijas mayores, Yumi y Yoko, que viajarán en breve a Boston, donde
estudian en la universidad y el instituto, respectivamente. Leo sabe que su
mujer está a punto de dejarle por otro hombre, pero no sospecha que un incómodo
contratiempo hará que esta se desvíe
hacia París con Yoko, la hija mediana. Tampoco sabe que el año pasado su hija
menor, Kiko, se convirtió en trabajadora sexual como medio para llegar a ser
una nueva Marilyn Monroe, o que sus problemas con ciertos hábitos llevaron a
Yumi, la mayor a pedirle ayuda en Boston a Yoko hace dos años. La narración nos
hará viajar hacia atrás en el tiempo, hasta antes de la pandemia, cuando Leo y
Eko decidieron casarse, para que descubramos cómo esta familia ha llegado al
punto en el que está, cuáles son las verdaderas personalidades de sus
integrantes y cómo ven a cada uno de ellos la abuela materna, un chófer
temerario y una niñera entregada.
Las
familias en apariencia felices no siempre lo son. Al principio de la narración,
en el 2040, vemos a un próspero hombre de negocios que acompaña a su familia al
aeropuerto. El dinero no ha sido nunca un problema en sus vidas y todos parecen
tener una buena relación. Conforme viajamos atrás en el tiempo, sin embargo,
descubrimos que el matrimonio nunca fue perfecto y que las niñas, mimadas en
exceso, llevan sus vidas hasta límites que sus padres no sospechan.
Este
es un libro lleno de matices, de momentos que no hay que perder para entender
el cuadro completo. Al terminar la lectura, me han dado ganas de releer el
libro en orden inverso al expuesto (es decir, revisar en orden cronológico
normal lo leído), para comprobar que no me he perdido nada, que he llegado a
comprender todo lo que les sucede a los personajes, hasta qué punto les afectan
sus secretos y pensamientos más íntimos.
Como
curiosidad, os comento que si bien la mayoría de los capítulos están narrados
en tercera persona, nos encontramos que cuando la acción se centra en
personajes externos al núcleo familiar (la abuela que se trasladó con su hija
desde Japón a París, el chófer que participa en carreras clandestinas mientras
suspira por Yumi y la niñera entregada que echa de menos a la niña que cuidara
en un anterior trabajo) se utiliza la primera persona.
Shanghailanders,
en definitiva, es una original novela sobre las relaciones humanas, la familia
y las cosas que no nos contamos pero que acaban afectando a nuestro entorno. Un
gran debut literario de su autora, Juli Min, que está esperando a que tú lo
descubras. ¿Te atreverás a adentrarte en la vida de los Yang?
Cristina Monteoliva