sábado, 4 de enero de 2020

Reseña: YO PUDE SALVAR A LORCA, de Víctor Amela.


Título: Yo pude salvar a Lorca
Autor: Víctor Amela
Publica: Destino
Páginas: 496
Precio: 20 € / 8,99 € (ePub)

Muchas son las incógnitas que giran alrededor de la muerte de Lorca: ¿dónde acabaría su cuerpo, si al abrir la fosa del barranco de Víznar no fue encontrado? ¿Es posible que sobreviviera al fusilamiento y que muriera años después, con otra identidad? Pero, ¿y si hubiera podido salido de Granada antes de que lo apresaran? ¿Y si alguien hubiera podido salvarle y no pudo porque los villanos de la historia se adelantaron? Alguien como Manuel Bonilla, el abuelo de Víctor Amela, el autor de Yo pude salvar a Lorca: la novela de la que hablaremos a continuación.
Manuel Bonilla es un inmigrante andaluz afincado en Barcelona con un nieto muy callado, de nombre Víctor, que gusta de pasar los fines de semana leyendo en casa de sus abuelos maternos. Una noche a principio de los años setenta, tras aparecer Luis Rosales en un telediario, Manuel le dirá a su nieto dos cosas que dejarán al chico tan intrigado como sorprendido: la primera, que Rosales era su amigo; la segunda, que él pudo haber salvado a Lorca. Años después, tras la muerte de su abuelo, Víctor viajará a La Alpujarra para conocer sus raíces. Tras averiguar bastante sobre ese abuelo del que apenas supo unos cuantos datos en vida, acabará escribiendo esta novela de prosa poética y enorme sensibilidad que va mucho más allá de aquella declaración que hiciera el anciano tras ver a Luis Rosales en televisión.
Esta historia comienza en La Alpujarra granadina. Allí, el pastor Manuel Bonilla vive con su familia en el cortijo de Las Puertas. Al igual que la mayoría de los habitantes de la zona,  Bonilla es un hombre pobre y muy creyente. La rabia por el asesinato del obispo de Guadix al comienzo de la Guerra Civil por parte de la facción más exaltada del bando republicano llevará a Bonilla y sus amigos a alistarse en el bando contrario. Su misión sería la de llevar desde La Alpujarra, en la zona republicana, a la ciudad de Granada, en el bando nacional, a todo aquel que corriera peligro. Lo contrario también era posible, pues Bonilla al final no creía en bandos, sino en las personas de buen corazón. Por eso, cuando su amigo Luis Rosales, el poeta que hubo de alistarse en el bando nacional para que su familia no corriera peligro, le pidió que le ayudara a sacar a Lorca de Granada, no se lo pensó dos veces. Por desgracia, aquello no fue posible: Lorca fue apresado en la casa de Luis Rosales antes de que sus amigos le facilitaran la huida.
Esta novela nos habla de la historia real (aunque ficcionada en parte) de Manuel Bonilla y su familia, de su implicación en la cruel guerra que separó a los españoles, de los amigos que hizo durante la misma y de la vida que tuvo después de ella, primero como militar; más adelante, como inmigrante en Cataluña. Pero también de la vida de otros personaje, como Josep Amela, el tío de Víctor Amela, un hombre que tras combatir en la batalla del Ebro e intentar no ir más al frente, acabaría encarcelado en Cádiz, en el mismo presidio que vigilaba Manuel Bonilla; Luis Rosales, aquel poeta que admiraba a Lorca y cuya muerte le pesaría toda la vida; Emilia Llanos, la musa de Lorca, aquella mujer adelantada a su tiempo que se codeaba con lo más granado de la cultura española; Agustín Penón, otro gran admirador de Lorca, en este caso, catalán, que tuvo que huir a Costa Rica, primero, y a Estados Unidos, después, y que solo volvió a España para investigar qué pasó con el cuerpo de Lorca una vez fusilado; Justo Garrido, el maestro republicado que salvara Manuel Bonilla a cambio de que le enseñara a leer y que acabaría fusilado por culpa de Manuel Fernández, un personaje relacionado con Agustín Fernández y con una joven granadina de nombre Palmira; Palmira y Jacinto, dos niños que se conocerían en el Albayzín durante la guerra y cuya amistad, a pesar de la distancia del tiempo, acabaría durando toda la vida… Y muchos más, todos ellos orbitando alrededor de la figura de Lorca, de su humanidad y la grandísima obra que nos dejó como legado.
Yo pude salvar a Lorca, en definitiva, es una interesante y poética novela que nos hace viajar a la guerra que separó en bandos distintos a las personas de este país, a la España del exilio, a la de la migración a Barcelona y, al final, al mundo de todos los que amaron, aman y amarán la figura de Lorca, un hombre de gran carisma que dejó una obra literaria rica y extensa y cuyo recuerdo perdurará siempre. Adéntrate ahora en estas páginas para conocer los últimos días de Lorca, el porqué de su muerte y las vidas de tantos personajes cuyas historias tampoco deberían ser olvidadas.
Cristina Monteoliva


© Cristina Monteoliva.