Título: Los
últimos románticos
Autora: Txani
Rodríguez
Publica: Seix
Barral
Páginas: 192
Precio: 18 € / 9,99 € (ePub 2)
Las rutinas en las que
nos refugiamos, ¿nos hacen ser felices? ¿Es la vida que tenemos ahora la que
deseábamos de niños o adolescentes? ¿Qué nos impide emprender los cambios que
podrían conducirnos a lo que de verdad queremos en la vida?, tal vez te
preguntes, como he hecho yo, en cuanto conozcas a Irune, la protagonista de Los últimos románticos, la nueva novela
de Txani Rodríguez de la que hablaremos a continuación.
Tras
la muerte de sus padres, Irune decide alquilar un piso frente al cementerio en
el que están enterrados en vez de vivir en la casa familiar. Mientras hace
manualidades con el papel que le corresponde por su anodino trabajo en la
fábrica papelera, sueña con viajar por España y Europa (a ciudades que parece
conocer muy bien) junto al hombre que le informa de los horarios de los trenes
cada vez que ella llama por teléfono. Su vida transcurre así, tranquila y sin
objetivos claros, hasta el día en el que cree caer gravemente enferma. Será
entonces cuando Irune preste aún más atención a lo que sucede al otro lado de
la pared, en la casa de sus vecinos, a las manifestaciones en la fábrica por
los despidos injustos y a lo que ella verdaderamente quiere en y de la vida.
Irune,
la narradora y protagonista de esta novela de corte intimista, luminosa y
reveladora, es una mujer que renunció a sus sueños por quedarse lo más cerca
posible de las tumbas de sus padres. Su trabajo en una fábrica en una localidad
cercana a Bilbao le da para seguir con esa vida rutinaria llena de manualidades
y llamadas telefónicas al servicio de información de los horarios de los trenes
para escuchar la voz del hombre con el que tal vez debería estar. Pero tal vez
no para ser feliz.
Un
día, Irune encuentra algo en su cuerpo que la hace creer que está gravemente
enferma. El creer que puede morir hace que sus sentidos se agudicen, que preste
aún más atención a esa amable vecina que vive con su hijo, un tipo que no deja
de molestar a la propia Irune mientras maltrata a su progenitora; a la
indiferencia de unos vecinos que prefieren mirar a otro lado antes que ayudar a
los demás, siempre en post de la hipócrita tranquilidad vecinal; a los
trabajadores que se manifiestan por los próximos despidos; hasta a la voz de
Miguel María López, el hombre al otro lado de la línea de información de los
horarios de los trenes y del que lleva mucho tiempo enamorada.
Irune,
la mujer que confiesa que cree poco en el amor pero menos aún en la amistad,
aunque sí mucho en la enemistad, es en realidad una soñadora inteligente que
reflexiona, a lo largo de la narración en sus continuas e interesantes
disgresiones, sobre el problema que conlleva para la zona la plantación masiva
de eucaliptos (una especie que ha acabado desplazando a las autóctonas), los
ecos que aún quedan del terrorismo (un problema que tal vez nunca pueda
enterrarse del todo) o la desgracia que supone el cierre de las fábricas para
una población que se aferra a la industria como eje de su economía, entre otros
temas interesantes. Con miedo, pero también valentía, deberá enfrentarse a la
posible enfermedad. Pero, sobre todo, a la posibilidad de un cambio aún más
drástico que una larga estancia en el hospital: el que hará que por fin sea
feliz.
Los últimos románticos,
en definitiva, es una novela sobre una mujer que ha de buscar su camino para
ser feliz, pero también una profunda historia con la que pensar en cómo somos
en la intimidad y en sociedad, en lo que hace que un país se mueva, en lo que
de verdad queremos y mucho más. Y tú, ¿te unirás al club de los últimos
románticos? ¿A qué esperas para descubrir esta singular novela?
Cristina Monteoliva
©
Cristina Monteoliva.