Hay autoras que dejan
marca en sus lectores, escritoras de las que quiero leer todo lo que han
escrito. Una de ellas, sin duda, es Shirley Jackson, una de las reinas del
terror. Jackson, sin embargo, escribió también otro tipo de historias alejadas
del terror, aunque no de lo oscuro. Historias como la intrigante Hangsaman, la
novela que vamos a comentar en esta reseña.
Natalie
Waite es una chica inteligente de diecisiete años que se prepara para ir a una
universidad americana en 1950. Natalie ha sido criada por una madre maniática y
un padre escritor sumamente egocéntrico que cree que lo que escribe es más
importante de lo que le parece al mundo en realidad. Una vez en la universidad,
Natalie se dejará llevar por los instintos de su edad, y si bien encontrará a
un profesor que suplirá a su padre como tutor, pronto se distraerá con la
amistad de una chica. O puede que algo más. La cuestión es: ¿le convendrá a
nuestra protagonista esta relación?
Esta
es la historia de Natalie, una chica inteligente que, como tantas otras desde
que las mujeres pueden ir a la universidad, ven cómo su mundo cambia en poco
tiempo al trasladarse del seguro hogar familiar a un campus lleno de extrañas
para cursar estudios superiores.
Hangsaman
es una novela que se divide en tres partes bien diferenciadas. En la primera,
vemos a Natalie todavía en casa, acompañada por un hermano menor totalmente
irrelevante; una madre, harta de los eventos que organiza su marido; y un padre
escritor de segunda con ínfulas que quiere que su hija siga sus pasos. En esta
parte, vemos a Natalie fabulando. No sabemos si porque le ha pasado algo o
simplemente por jugar y distraerse. La cuestión es que sus fabulaciones
resultan de lo más intrigantes, un aliciente para seguir leyendo.
En
la segunda parte acompañaremos a Natalie hasta la universidad, lugar donde
conocerá a otras chicas de su edad y a su nuevo tutor, Arthur Langton, un
hombre casado con una mujer un tanto inestable, según se nos presenta en la
narración.
En
la tercera parte, una suerte de pesadilla alucinatoria, Natalie consigue
estrechar sus lazos de amistad (o más bien algo más) con Tony, una compañera de
la universidad. ¿Llegará esta relación a buen puerto? Tendréis que leer esta
novela para averiguarlo.
Como
suele pasar en las historias de Shirley Jackson, Hangsaman es una novela llena
de personajes complejos, oscuros e interesantes, comenzando por la
protagonista, la joven Natalie. Y es que si bien Natalie se nos presenta como
una chica dócil y hasta cierto punto manejable cuando trata con sus engreídos
tutores, su padre y el profesor Langton, pronto nos daremos cuenta de que en
realidad es una muchacha llena de claroscuros. Los secretos de Natalie son todo
un misterio que no llegan a desvelarse del todo. ¿Ocurrió algo antes de que
llegara a la universidad? ¿Qué pasará con ella tras conocer a Tony?
Por
otro lado nos encontramos con los dos personajes masculinos principales, Arnorld
Waite, el padre de Natalie, y Arthur Langton. Si bien Langton cree que son
personas bien distintas (de Arnold piensa que es un escritor mediocre, y todo
apunta a que es cierto), los dos simbolizan lo mismo: el patriarcado opresor
que no cree que las mujeres puedan ser de verdad independientes. El poder del
padre sobre Natalie, sin embargo, es mayor. Prueba de ello son las numerosas
cartas que vemos que intercambian. Aunque, sea como sea, al final nuestra chica
actuará por su cuenta y riesgo. ¡Bien hecho, Natalie!
¿Es
Hangsaman una novela de campus o de iniciación a la vida adulta? ¿Y si en
realidad es una novela sobre el despertar sexual de la protagonista? En
realidad, puede ser todo esto y mucho más, pues la narración no solo es
ambigua, sino también tremendamente esquiva. Son muchas las interpretaciones
que podemos llegar a dar a las distintas partes de la historia de Natalie,
todas ellas ricas e interesantes. Solo falta que tú te adentres en las páginas
de esta singular obra y lo descubras por ti mismo. ¿O es que acaso no te
interesa descubrir hasta donde puede llevarte la joven e inteligente Natalie
Waite?
Cristina Monteoliva