Cuentos tradicionales,
cuentos infantiles, cuentos de hadas. Todos nos hemos criado con ellos, pero,
¿con qué versiones? ¿Eran en su origen tan benévolos como se nos presentan en
los últimos tiempos o como nos quiere hacer ver la industria cinematográfica?
¿Acaso su fin no era el de enseñar a los niños el temor por los peligros reales
de una vida, antaño mucho más dura? ¿Y por qué no reinventarlos para que
vuelvan a ser piezas oscuras que nos den que pensar?, pienso tras la lectura de
Ni aquí ni en ningún otro lugar, el
nuevo libro de relatos de Patricia Esteban Erlés ilustrado por Alejandra Acosta
del que hablaremos a continuación.
Ni aquí ni en ningún otro lugar
es un volumen compuesto de un total de dieciséis relatos que giran en torno al
mundo de los cuentos de hadas, siempre desde el personal punto de vista de
Patricia Esteban Erlés. El volumen le debe el título al último de los cuentos,
una historia que sirve de colofón a un libro que resultará cuanto menos
impactantes al lector poco acostumbrado a las versiones más oscuras de los
cuentos de hadas.
Todo
comienza con una anciana, concretamente la protagonista de La vieja, una mujer de vida sencilla que no deja de contarse a sí
misma el mismo cuento una y otra vez.
Continuamos
con El príncipe, una historia en la
que descubrimos lo peligroso que puede ser que unos reyes quieran que su hijo
no muera (o no del todo).
Dos princesas
es un microrrelato en el que en realidad nos encontramos a tres. La peste negra
ha sesgado sus vidas, lo que no quiere decir que no sigan teniendo ganas de
pasar un buen rato.
Si
bien la mayoría de los cuentos de este volumen nos transportan a los típicos
reinos de los cuentos de hadas, de pronto nos topamos con El ogro, una historia situada en un mundo parecido al nuestro en el
que un hombre es acusado de terribles crímenes que habría cometido en un campo
de concentración.
El monstruo
vuelve a llevarnos junto a las princesas encantadas para descubrirnos una
curiosa paradoja. Solo os dará una pista: a veces lo que quiere todo el mundo
para nosotros no es lo que nosotros deseamos.
Gigantes y enanos
habla precisamente de estos dos tipos de personajes, de los reinos y los
castillos en los que a veces se encuentran.
Los gatos de Angeline
es otro de estos relatos paradójicos que tanto nos dan que pensar. En él,
descubriremos la importancia de los gatos para mantener a raya a las ratas, que
tantas enfermedades portan y, por ende, lo esencial que resulta que el mundo
exista un equilibrio entre especies.
Funeral de hadas
nos habla del momento en el que las hadas descubrieron que eran mortales. En
esta historia también nos encontramos con una curiosa paradoja que, de
desvelarse en esta reseña, le quitaría toda la gracia a la trama.
Espejismos
nos transporta al cuento de Blancanieves. ¿Qué pasaría si en este el espejo de
la reina no se comportara como debe? La respuesta la encontrarás en esta
historia.
Sacrificio
nos habla del destino de los hijos bastardos de un rey. ¿Hay o no un monstruo
en esta historia? Nuevamente, tendrás que leerla para averiguarlo.
El cuento desierto
es un relato de ejércitos sublevados y jóvenes que descubren su hermosura.
Al
igual que El ogro, Neverland hunde
sus raíces en un mundo similar al nuestro para hacernos descubrir una historia
en la que los niños son algo parecido a los héroes de los cuentos infantiles
mientras que la madre es el ogro malvado.
Primer día
nos muestra una versión de Hansel y Gretel tan cruel como inesperada.
Madre es la historia
de una mujer que, al no aceptar la muerte de su hijo al nacer, consigue que su
mundo se vuelva todo oscuridad.
El buen dormir
nos brinda una versión tan realista como lúgubre del cuento de la Bella
durmiente.
Finalmente,
Ni aquí ni en ningún otro lugar nos
hace reflexionar sobre el papel que tradicionalmente han tenido las
hermanastras en los cuentos de hadas. ¿Por qué siempre han de ser malvadas? ¿Y
si pudieran tener un papel relevante en la historia? Se trata este, a mi
parecer, de la mejor historia de este volumen, como decía anteriormente, el
perfecto colofón para este libro de personajes siniestros, giros inesperados de
guion y desenlaces descorazonadores.
Con
respecto a las ilustraciones de Alejandra Acosta, diremos que no solo, con sus
tonalidades en blanco, negro y verde, casan perfectamente con las historias
aquí narradas, sino que, además, enriquecen sustancialmente este volumen,
convirtiéndolo en una pequeña joya para coleccionistas.
En
Ni aquí ni en ningún otro lugar, en
definitiva, encontraréis cuentos de hadas oscuros; historias tan bien
planteadas que tanto os darán que pensar al tiempo que un escalofrío recorre
vuestra espalda. Este es un libro de relatos perfectamente ejecutados que hará
las delicias de todos los amantes de la fantasía, el terror y de las versiones
diferentes de los cuentos infantiles: aquellas en las que los villanos no lo
son tanto, donde los marginales reclaman su lugar en la historia y los finales
felices no tiene cabida. Y tú, ¿te atreves a adentrarte en sus páginas?
Cristina Monteoliva