La vida de Fiódor Dostoievski podría haber sido el
argumento de una de sus propias novelas, incluso de alguna de las de Charles
Dickens. Cuando conoció a su segunda esposa, Ana Snítkina de soltera, era un
hombre viudo y enfermo, con una marcada tendencia a la ludopatía. Para colmo de
males estaba ahogado por las deudas ajenas y otras derivadas de su falta de
cautela ante los desaprensivos que, conociendo su carácter, se aprovechaban
fácilmente de él. Su salud, marcada por la epilepsia, se había visto
perjudicada por una condena en Siberia por asuntos políticos. Sus familiares le
desangraban económicamente, en especial su hijastro. La llegada de Ana a su
vida fue providencial. Mujer de carácter fuerte y firmes convicciones, bastante
más joven que su marido, fue capaz de encauzar su vida enfrentándose tanto a los
acreedores como a los editores que intentaban aprovecharse de él, a sus celos y
a una vida llena de pérdidas y renuncias.
Ana Grigorievna Dostoievskaia fue,
además de una gran mujer, una excelente escritora. El libro que nos ocupa es
una buena muestra de ello. Pero su talento, como el de tantas otras, quedó
oculto tras la figura del marido. Además de esposa y madre de familia se
desempeñó como taquígrafa, filatelista, editora y escritora. Su relación con
Dostoievski se inició con una colaboración laboral, él la contrató como
taquígrafa, y enseguida se le hizo imprescindible: con los años sería incluso
editora de su obra. Así es como pudo escribir la biografía que nos ocupa, la
más íntima del famoso novelista, escrita por la persona que, probablemente,
mejor le conoció. Plasmó en ella su convivencia que se prolongó durante catorce
años, hasta la muerte de él. A partir de ese momento, ella dedicó su vida a
difundir la obra de su marido.
En cuanto a la obra de Dostoievskaia,
como la de muchas otras escritoras, habría quedado relegada al olvido al no ser
traducida, estar descatalogada o, sencillamente, al no suscitar el suficiente
interés por ese detalle: haber sido escrita por una mujer. Es un hecho que la
literatura escrita por mujeres ha sido secularmente denostada y menospreciada
algo que, poco a poco, va cambiando. Pero, ¿qué ocurre con las escritoras de
épocas pasadas? Pues que seguirían condenadas al olvido si no fuera por
editoriales como la que ha editado este libro, cuyos proyectos están
encaminados a recuperar a esas escritoras que fueron borradas del canon
literario representado básicamente por hombres.
En este libro no solo conocemos la vida
más íntima del escritor ruso sino también datos fundamentales sobre su obra,
sus rutinas e inquietudes literarias. Por otro lado, Dostoievskaia nos desvela
detalles muy interesantes de cómo funcionaba el mundillo editorial y literario
del momento. Sin olvidarnos del relato del periplo viajero de la pareja por la
vieja Europa, que podemos enmarcar dentro de la literatura de viajes de la
época. Su estilo es directo, intimista y su prosa está a la altura de la de su
famoso marido. Es un hecho que las mujeres escribimos de otra manera y, no solo
eso sino que, también, priorizamos unos temas en detrimento de otros. En este
caso la visión que tenía la escritora de los vicios y virtudes de su marido, de
cómo se enfrentaba a sus celos o cómo vivió la pérdida de sus hijos, nos
ofrecen la visión más humana del escritor y una manera más precisa de entender
su obra.
Siempre es una buena noticia que
aparezcan nuevas editoriales, más cuando su proyecto es original y transgresor.
Este es el caso de la Editorial Espinas. Su labor me parece encomiable y
necesaria: llevar a cabo esta especie de búsqueda arqueológica editorial para
hacer visible la obra y la figura de un montón de autoras. Es también un lujo
poder leer la primera apuesta de esta editorial, este Dostoievski, mi marido que no solo nos descubre a una
autora inédita hasta la fecha en nuestro país, sino que nos aportará una nueva
visión sobre uno de los grandes autores de la literatura universal. Hacen falta
referentes femeninos también en la literatura, visibilizar esa parte del relato
que, sin ellas, sin nosotras, quedaría incompleto. Larga vida a la Editorial
Espinas.
María Dolores García Pastor