martes, 15 de septiembre de 2020

Reseña: LA TRAMPA DE TÁNATOS, de Víctor Atobas.


Título: La trampa de Tánatos
Autor: Víctor Atobas
Publica: Zozobra
Páginas: 253
Precio: 15 €

Pensamos de algunas instituciones, cuando las vemos desde fuera, que son lugares donde imperan la armonía la justicia y, por supuesto, la empatía y la solidaridad entre todos sus integrantes. Al conocerlas más de cerca, sin embargo, nos daremos cuenta de que no todo era tan idílico como creíamos. Al fin y al cabo son personas las que las integran, y ya se sabe que las personas acaban teniendo, por lo general, comportamientos más humanos que divinos. De esto y mucho más va La trampa de Tánatos, la novela de Víctor Atobas que nos hace adentrarnos en lo más oscuro del mundo universitario de un tiempo futuro y la obra que comentaremos a continuación.
Marcos es un joven universitario que aspira a obtener un título en la Institución, la universidad centro de toda la sociedad del 2029. Tras ser rechazada su solicitud de renovación de matrícula, Marcos es convencido por Keylor y Liliana, dos jóvenes chilenos, para entrar en el Frente Antiprostitución, una suerte de guerrilla urbana que lucha por los derechos de los estudiantes universitarios. Seguros los tres, más tarde, de que el profesor Ernesto Romero tiene algo que ver con la desaparición de los estudiantes Carmen y Sito, deciden secuestrarle, lo que acabará con la muerte del docente. ¿Cómo desaparecieron realmente Carmen y Sito? ¿Tuvo algo que ver la búsqueda de mística Llave Maestra con este hecho? ¿No será que tanto Carmen como Sito o Ernesto acabaron cayendo en la trampa de Tánatos?
Imaginemos un futuro no muy lejano, concretamente uno que nos sitúa  en el último trimestre de 2029 y el primero de 2030, y en el que la Universidad Meretriz, también llamada La Institución, lo controla absolutamente todo, hasta el punto de establecer el rígido orden social y de ser la encargada de guiar religiosamente, gracias a las misas de La Suma Cátedra, a todos sus integrantes.
La Universidad Meretriz la forman profesores y otros entes con diversas ambiciones. La de Ernesto Romero, por ejemplo, es la de ascender en la escala, de manera que algún día pueda llegar a lo más alto. En sus clases como profesor hará que sus alumnos pasen por las más surrealistas y arriesgadas pruebas. ¿Cómo no sospechar de él, por tanto, cuando desaparecen Carmen y Sito?
Los desaparecidos Carmen y Sito, por su parte, son dos amigos con una misión que es la misma que emprenden otros personajes de esta historia: la búsqueda de la Llave Maestra, elemento místico que se supone que proporciona la felicidad.
Por otro lado tenemos a Keylor, Liliana y Marcos, tres chicos que, cada uno por sus circunstancias, se han quedado fuera del sistema y quieren imponer justicia para los estudiantes universitarios. ¿Tres gamberros temerarios o tres inocentes? Tendréis que leer su historia para decidir por vosotros mismos. Lo que está claro es que si están de parte de alguien es de Eros: del amor, de la amistad, y de la libertad; y no de Tánatos, la muerte, tan presente a cada paso, siempre poniendo trampas mortales (a veces reales, a veces metafóricas) a los que osan enfrentarse a él.
Si bien a simple vista parece difícil calificar La trampa de Tánatos dentro de un género concreto por la cantidad de subtramas diferentes que encontramos en la novela (muchas de ellas, cargadas de simbolismo), podemos decir, sin lugar a dudas, que se trata de una distopía satírica y fantástica sobre el mundo universitario. Un mundo que, como ya sabemos los que hemos pasado por sus aulas, no siempre es tan idílico, y en el que los inocentes alumnos pueden encontrarse atrapados por culpa de cuestiones que jamás habrían imaginado. Tánatos y Eros lucharán en este mundo por conseguir el poder. ¿Quién ganará: la muerte o el amor? Tendrás que leer esta novela para averiguarlo. ¿O es que al final no gana ninguno de los dos? En todo caso, estoy segura de que esta obra, incapaz de dejar indiferente a sus lectores, te acabará sorprendiendo. ¿Te atreves a comprobarlo?
Cristina Monteoliva

© Cristina Monteoliva.