Título: Kanada
Autor: Juan Gómez Bárcena
Publica: Sexto Piso Editorial
Páginas: 196
Precio: 17,90 €
Se ha escrito mucho sobre la II Guerra
Mundial: de los buenos, de los malos, de las batallas, del sinfín de historias
que acontecieron o pudieron acontecer durante los años que duró… No se habla
tanto, sin embargo, de lo que pasó inmediatamente después para los soldados de
ambos bandos, para aquellos que sobrevivían como podían en las ciudades o en
los pueblos… O para los supervivientes de los campos de concentración. ¿Cómo se
sentirían al ser liberados? ¿Cómo fue su vuelta a casa? La respuesta puede que
la encuentres en Kanada, la nueva y
extraordinaria novela de Juan Gómez Bárcena de la que hoy os vengo a hablar.
Un hombre vuelve a casa
después de la guerra. Sus vecinos no saben exactamente dónde ha estado ni qué
ha hecho durante su ausencia, aunque lo imaginan. Él tampoco sabe lo que ellos
han hecho durante ese tiempo, viviendo el mismo barrio de siempre mientras él
vivía un infierno. Tampoco le importa. Lo único que sabe es que durante su
ausencia han estado cuidando de su antiguo hogar. Él no esperaba encontrar su
piso en pie, pero ya que lo está, decide entrar. Lo que se encuentra dentro,
sin embargo, le desconcierta: muebles que le son extraños, vistas distintas a
las que tenía antes de marchar, demasiado espacio para él... Tan solo su
antiguo despacho le resulta familiar y acogedor, con sus libros (aunque no
estén ya completos), su ventana y su apreciado telescopio. Encerrado en aquella
habitación, verá la vida pasar mientras su mente se aleja cada vez más y más,
volviendo siempre a Kanada, el lugar que le cambiaría para siempre.
El
protagonista de esta historia, un hombre del que desconocemos el nombre (al
igual que sucede con el resto de personajes) ha ganado la libertad tras la
guerra y, sin embargo, ha perdido todo lo que tenía antes del comienzo de la
contienda bélica: su empleo como profesor de Astrofísica en una universidad, su
familia, sus amigos, sus bonitos muebles… Hasta su propia identidad. El trauma
de lo vivido pesa demasiado, y el mundo al que vuelve le resulta totalmente
ajeno. ¿Cómo pueden seguir todos sus vidas como si no hubiera pasado nada? ¿Por
qué quieren que él también lo haga? Incapaz de salir de su habitación, pronto
se convertirá en un espectador de lo que está por venir en su país.
Nuestro
protagonista está solo y no lo está. Durante el presente en la narración le
acompañarán un sinfín de personajes, aunque solo dos permanecerán a lo largo
del tiempo: su vecino y su mujer, dos seres ricos en matices que convertirán a
nuestro hombre en el más curioso de los rehenes. El vecino es un ser ambicioso;
la mujer, una criatura compasiva. De sus acciones depende la supervivencia de
nuestro hombre, en más de un sentido.
La
acción tiene lugar en dos lugares: la casa en la que vive nuestro protagonista
y Kanada. El tiempo va pasando y la Historia avanza, con sus nuevos conflictos,
que el hombre ve a través de su ventana. Una Historia, la de un país de Europa,
de la que no se ha hablado tanto en España (al menos no desde el terreno de la
ficción) y resulta realmente interesante. Por otro lado, Kanada es un lugar
eterno, donde las mismas acciones tienen lugar una y otra vez. De la
observación de ambas narraciones el protagonista sacará una misma conclusión:
la misma que el lector. Una conclusión tan triste como horrible que hará que
nos planteemos hasta qué punto puede decirse que el ser humano es o no
inteligente.
Esta
historia de ritmo in crescendo nos es
contada por una voz que se dirige al protagonista. Muchos piensan que el manejo
de la segunda persona en la narración es de lo más complicado. Probablemente
tengan razón. Es cierto que cuando no se sabe manejar bien, puede llegar a
confundir al lector, incluso a aburrirlo. Pero cuando se sabe hacerlo, como es
el caso de Juan Gómez Bárcena, el resultado puede ser extraordinario. ¿Se
dirige ese narrador realmente al protagonista como un amigo? ¿Acaso el
protagonista sufre un desdoblamiento para contarnos su historia, siendo el
narrador la parte del pasado que queda de él? ¿O no será que se dirige a
nosotros, los lectores, con el fin de que nos metamos en la piel de este pobre
hombre para sacudir nuestras consciencias?
No lo sé. Yo ya no sé
nada después de leer Kanada, amigos lectores. Llegar indemne al final de esta
desgarradora novela tras prestar atención a las reflexiones de este hombre que
volvió a su casa siendo otro, sus recuerdos del pasado, sus sueños, sus nuevas
vivencias, la importante parte de la Historia que ve pasar a través de su
ventana, etc, se me hace totalmente imposible. El horror se instala en tus
huesos y no te deja. Se adormece y vuelve siempre que recuerdas esta historia.
Siempre que vuelves a Kanada con su protagonista. A esta magnífica narración. A
esta genial historia de historias. A una novela que, queridos amigos, no
deberíais dejar de leer.
Cristina Monteoliva