lunes, 2 de enero de 2023

Reseña: OBRAS COMPLETAS DE EDGAR ALLAN POE.

 

Una edición de 10 sobre 10.

Si la vida de un individuo cualquiera es inasible desde un punto de vista intelectual, tanto más lo son la vida y el talento de un escritor, mezclados para producir una obra genial. Por mucho que nos aproximemos a la antología definitiva, esta siempre tiende a infinito. Por eso cada párrafo cuenta, y cada nuevo relato que leemos del autor, por insignificante que parezca, puede acercarnos a su verdad. Siempre queda espacio para una antología más de su obra. Paradójicamente, muchas de ellas se hacen con desgana, sin aportar ninguna novedad desde el punto de vista literario (tal vez añaden unas bonitas ilustraciones a la copia de un orden y una traducción anteriores, en el caso de Poe, casi siempre la de Cortázar).

DNX, en este caso, se atreve con una edición ambiciosa de las Obras completas de Edgar Allan Poe, una edición total y que, por una vez, se replantea la selección del argentino con argumentos sólidos. Se atreven a decir que la selección de Cortázar, que se presentaba a sí misma como más racional que las anteriores (en que los cuentos simplemente se coleccionaban en orden cronológico), ciertamente supone un avance en la lógica de la estructura, con cuentos organizados temáticamente, pero en cuanto a esa supuesta continuidad “tonal” de la que hablaba el famoso traductor, por la que el lector podía deslizarse complacido, sin notar interrupciones abruptas entre el estilo de uno y otro cuento, es algo subjetivo, como necesariamente debe serlo cualquier criterio estético.

Esto puede parecer obvio, pero no se ha dicho nunca de manera explícita en una edición moderna de la obra del norteamericano, debido a esa costumbre española de sacralizar a las autoridades intelectuales. Así, es refrescante encontrarse con un traductor y unos editores que ponen de manifiesto esta incoherencia humana y normal con toda naturalidad y proponen otro orden. Apuestan un poco menos por la solidez y un poco más por la globalidad, incluyendo cuentos de menor calidad, en los que la pluma del célebre autor puede notarse temblar un poco, mostrándolo no como un santo del opio ni un campeón olímpico del cerebro, sino como un ser humano que escribe  y que a veces rebota tristemente entre esas dos fantasías extremas, como cualquier otro.  

Estas decisiones editoriales traen consigo otras más pequeñas, pero importantes, como la inclusión de relatos de la misma temática y con la misma intención autoral, independientemente de si son piezas más pulidas, mejor conseguidas, según la opinión de la crítica en general. Por ejemplo, el relato Eleonora, a menudo excluido, se une al célebre trío Ligeia, Berenice, Morella, que ahora es un cuarteto. Según el mismo criterio, se unen todas sus historias de investigación; las más conocidas como La carta robada, Los crímenes de la Calle Morgue o El escarabajo de oro junto a El misterio de Marie Roget o ¡Tú eres el hombre!

El caso de El misterio de Marie Roget merece una mención especial, porque este cambio respecto a antologías anteriores supone, según mi opinión, un doble acierto. En primer lugar, permite que los relatos hermanados por el misterio y la investigación permanezcan juntos, cosa a la que no se concedía ninguna importancia ni en la época de Poe ni en la de Cortázar, pero que hoy día orienta muy bien al lector, acostumbrado a identificar rápidamente y como algo distinto las características del negro y el policiaco, respecto de otros géneros.

En segundo lugar y más importante, pone en un lugar relevante de la antología un cuento de trama y ejecución impresionantes, que pertenece a un ámbito muy familiar para el lector y el espectador actual: el true crime. Marie Roget es en realidad Mary Rogers, una joven de origen irlandés que desapareció en Massachusetts en la época en la que Poe era periodista, y cuyo caso nunca se resolvió. Como en tantas otras cosas, Poe fue pionero en utilizar la ficción para dar un final catártico a una historia qué habría de quedar en una desgarradora oscuridad en su versión real, pero que al menos, qué menos, alguien resolvió en un cuento. Ni las colecciones de cuentos de la época de Poe, ni la prestigiosa traducción de Cortázar, otorgan a este relato el lugar privilegiado que merecía, al comienzo del primer volumen. Por fin se ha hecho.

Me gustaría apuntar un detalle en cuanto a la traducción, y es que también se han tomado decisiones bastante osadas en favor de la intención original de Poe, como en el título de esa confesión criminal en primera persona que normalmente encontramos como El demonio de la perversidad, y que aquí se ha titulado El diablillo de la maldad, que es peor título, pero más parecido al que puso Poe: The Imp of the Perverse.

Estas decisiones anteriores en la traducción de los títulos, se deben a prejuicios que se han venido arrastrando desde los primeros traductores y difusores de Poe en el siglo XX, como H. P. Lovecraft. Una de las tesis que Lovecraft quería defender en El horror en la literatura, es que Poe recogía el testigo del terror de procedencia anglosajona y nórdica, en oposición a lo sobrenatural en la cultura latina, que decía estar recorrido por un sentido del humor, o de la ironía, que lo hacía menos impactante y, por tanto, menos eficaz. La realidad es que toda la literatura europea procede de tres grandes fuentes culturales: Grecia, Persia y los pueblos celtas, y que Poe recoge en su obra la tradición latina de la especulación filosófica y el humor racional, usando como vehículo lo sobrenatural o lo impresionante, tanto o más que pudiera hacerlo Petronio u Ovidio aunque, tal vez, no en los cuentos que más le gustaban a Lovecraft, pero eso tiene que ver con las preferencias del autor y no con un criterio filológico, como quiere hacernos creer.

De hecho, en el segundo volumen de estas Obras completas de Poe, se encontramos numerosos ejemplos de esta intención especulativa, satírica, irónica y científica: cuentos menos conocidos en general, donde se sigue el mismo criterio de ordenación. Por ejemplo, van de la mano aquellos en los que se especula sobre la hipnosis: El caso del Señor Valdemar, junto con otro mucho menos popular, Revelación mesmérica.  

Mi gran descubrimiento en este segundo volumen ha sido Cosas que están por suceder, protagonizado por una piloto de 2848 que, en tono aventurero, como un Heródoto del futuro, viaja, explora y se hace preguntas muy interesantes sobre casi todo. Un ejemplo del feminismo, la rabiosa apertura mental de Poe para su tiempo y espacio, y su amor por la cultura clásica latina, cosas que Lovecraft y otros recopiladores y editores de su momento, no apreciaron ni recogieron, pero que ahora DNX y nosotros, como lectores del futuro, estamos preparados para disfrutar.

Rebeca Tabales