Conocí la obra de Isabel Ruiz Ruiz allá por el año 2016,
cuando vio la luz su libro Mujeres, el primero de una serie de seis a la
que pondría colofón Mujeres españolas. Esta colección está compuesta por
seis libros dedicados en exclusiva a las féminas que, de una u otra manera,
tienen méritos más que suficientes para formar parte de la historia que se
cuenta en los libros pero que, por el hecho de ser mujeres, han sido
invisibilizadas o no lo suficientemente puestas en valor. La estructura de
estos libros consiste en dieciocho biografías de mujeres artistas, científicas,
políticas… acompañadas de una ilustración a modo de retrato de cada una de
ellas y una frase relevante pronunciada por la mujer en cuestión. El ejercicio
de reivindicación y memoria, de visibilización, resulta más que necesario y las
ilustraciones son una verdadera maravilla. Sus mujeres de ojos grandes y mirada
nostálgica no pueden ser más bonitas y evocadoras.
Una vez
finalizada la serie, Isabel Ruiz se metió de lleno en un proyecto mucho más
ambicioso para alumbrar el libro que nos ocupa. Dentro es una novela
gráfica sobre la vida de las presas políticas en las cárceles franquistas. La
historia oficial de ese oscuro periodo de nuestra historia la escribieron los
vencedores y se encargaron de ocultar sus episodios más siniestros. Eso sin
contar que las mujeres en ese tiempo no formaban parte de la historia oficial. A
la muerte del dictador en 1975, los partidos políticos españoles tomaron la
decisión de establecer un Pacto del Olvido para evitar tener que lidiar con el
legado de la dictadura y propiciar la transición. Dicho pacto se vio reforzado
por la Ley de Amnistía de 1977 que aseguraba que no habría enjuiciamiento para
los crímenes cometidos durante la dictadura. Una de las consecuencias de estas
decisiones fue que la verdad de lo ocurrido fue silenciada, sin contar con que
no hubo castigo para los culpables ni reparación para las víctimas.
La autora,
como tantísimas personas de varias generaciones entre las que me incluyo,
creció ignorante de lo que había ocurrido durante la dictadura franquista. Ni
en el colegio ni, muchas veces, en la propia familia por miedo, se hablaba de
esa época. Somos muchos los que nos enfrentamos a ese largo silencio y, ya de
adultos, intentamos llenar los vacíos documentándonos e investigando por
nuestra cuenta. De esa investigación posterior llevada a cabo por Isabel Ruiz
Ruiz nace este libro. También, una vez más, de su objetivo de visibilizar a las
mujeres que sufrieron la represión. Ellas fueron perseguidas por sus ideas,
pero también por ser de familias fieles a la República. Muchas veces, al no
poder apresar a sus familiares masculinos, el odio de los vencedores se volcó
sobre ellas.
En esta
ocasión la autora ha dejado de lado el color para crear las ilustraciones en
blanco y negro, mucho más sobrias y con el punto de dramatismo necesario para
afrontar la historia que nos relata. Cada capítulo se compone de un texto breve
que narra los hechos y que son una síntesis, principalmente, de los escritos y
declaraciones que dejaron las presas así como de los estudios de reconocidos
historiadores. El texto, apenas unas pinceladas, nos pone en situación para
entender en toda su dureza las ilustraciones a las que acompaña. También
aparecen frases textuales de las protagonistas de este duro relato. El hilo
conductor nos lleva desde el instante en el que las represaliadas entraban en
prisión hasta que salían mucho tiempo después para comprobar que la vida había
seguido afuera sin ellas, que el tiempo solo se había detenido en el interior.
Interrogatorios con torturas, condiciones de vida infrahumanas, enfermedades y
miseria, niños robados… Mucha injusticia y mucho dolor hay en estas páginas,
pero también un retrato de la solidaridad, la dignidad y la esperanza de todas
esas mujeres de las que la historia convencional pocas veces se acuerda.
Isabel Ruiz Ruiz publica su obra a través del sistema de
micromecenazgo en la plataforma Verkami. En todos estos años, desde aquella
primera entrega de Mujeres, cada vez que ha lanzado uno de sus
proyectos, no he podido dejar de maravillarme por la velocidad en la que cumple
sus objetivos y supera con creces el importe mínimo para poder llevarlos a
cabo. Y no es para menos: sus obras lo merecen y tiene un público fiel que
espera ansioso sus novedades. Una vez más, la escritora e ilustradora no
decepciona, y su obra está a la altura del interés que genera y del apoyo que
recibe de sus seguidores. Un libro duro pero muy necesario.
María Dolores García Pastor