Título: Desierto sonoro
Autora: Valeria Luiselli
Traducción: Daniel Saldaña París y
Valeria Luiselli
Publica: Sexto Piso Editorial
Páginas: 464
Precio: 22,90 €
Los viajes familiares pueden dar para
mucho, especialmente cuando hablamos de trayectos largos en los que al menos
tres personas comparten vehículo y hay algún niño entre ellas. Seguro que hay
paisajes nuevos, bares de carretera pintorescos y habitaciones de hotel de todo
tipo. Habrá momentos tensos producto del cambio de rutinas o del mayor contacto
con los demás, pero también muchas risas. La aventura será fácilmente olvidable
o todo lo contrario, como sucede en Desierto
sonoro, la novela de Valeria Luiselli de la que hoy os hablaré.
Tras trabajar varios
años juntos documentando los sonidos de Nueva York, el marido de una de las
narradoras de esta historia decide que ha de emprender un viaje en coche hasta
Arizona para inventariar los ecos de Gerónimo y los últimos apaches libres. Con
la esperanza de llegar lo suficientemente al sur como para encontrar allí a las
hijas de una conocida, niñas que han migrado solas desde su país
latinoamericano originario para encontrarse con su madre, nuestra narradora se
embarca en el viaje junto a su marido, el hijo que este aportó al matrimonio y
a la hija que ella ya tenía cuando le conoció. Es evidente que el matrimonio
está en crisis. Aun así, los integrantes de la pareja intentan, durante todo el
largo trayecto, aparentar cierta normalidad ante los niños, muy interesados por
todo lo que los adultos dicen. Dentro del coche, los relatos de los audiolibros
se entremezclan con las historias de los niños perdidos que migran a Estados
Unidos y las de los últimos indios americanos sin que los adultos lleguen a imaginar
que la mezcla de toda la información hará que los niños creen una historia
nueva: una que acabarán yendo a buscar por su cuenta.
Todo comienza con los
preparativos de un viaje. La narradora encargada de contárnoslo es una mujer
que trabaja documentando los sonidos de Nueva York junto a su marido. Una vez
terminado este trabajo, su marido decide ir en busca de los ecos de los últimos
apaches libres, con la idea de, una vez en Arizona, quedarse allí. La mujer y
su hija no se quedarán. Está claro que estamos ante el preludio del final de un
matrimonio, si bien en la parte final de esta historia sobre los ecos del
pasado, los niños migrantes, la vida familiar, los largos viajes en coche y el
amor por la buena literatura, el destino de esta familia de cuatro podría
cambiar drásticamente.
El viaje ha de
realizarse en coche, lo que permitirá a la familia comprobar lo diversa que es
América, en todos los sentidos. En el maletero, el marido ha metido cuatro
cajas con materiales que necesitará para su trabajo, y los otros componentes de
la familia, una por cabeza. El contenido de las cajas, tan variopinto como
dispar de una caja a otra, nos será descrito a lo largo de esta historia, de
manera que los lectores nos sentiremos aún más como parte de esta aventura.
Desierto
sonoro nos habla de la importancia de los sonidos en las
ciudades y fuera de ella; de las historias que tuvieron lugar hace muchos años,
de cómo nos llegan y cómo las interpretamos; de la crisis migratoria mundial;
de los niños que viajan solos y se pierden por el camino; de la soledad que
vivimos estando en sociedad; de la incertidumbre que nos produce este mundo tan
cambiante y de la fantasía. Y para alimentar la fantasía, ¿qué mejor que un
buen puñado de buenas lecturas? A lo largo de este libro encontraremos muchas,
pero aquellas que más influyen en los niños que se sientan en los asientos
traseros del coche que seguimos, ya sea en forma de libro tradicional como en
la de audiolibro, son El señor de las
moscas y Elegías para los niños
perdidos.
Y así es como llegamos
a una segunda mitad del libro, una parte en la que la desazón de la madre da
paso a la narración del hijo, un niño que se dirige a su hermana, mucho más
pequeña y que de seguro no recordará el viaje en unos años, para contarle cómo
interpretaron ellos las narraciones de los indios americanos y los niños
perdidos, y cómo esa interpretación les llevó a emprender su propia aventura.
Desierto
sonoro, en definitiva, es una obra rica en matices de todo
tipo en la que la esperanza y la desesperanza
viajan hacia un final incierto. Una historia sobre un hombre que se aferra a
los ecos del pasado, una mujer que se angustia por lo que le pasa a los niños
que migran solos y unos hijos dotados de una gran imaginación que acaban
emprendiendo su propio viaje. Dicho esto, ¿a qué esperas para subirte al coche
de estos neoyorkinos y ver qué te depara esta aventura? Tal vez sea algo muy
distinto a lo que me ha aportado a mí. Pero, sin duda, será algo interesante.
Cristina Monteoliva
©
Cristina Monteoliva.