Título: Manos de lumbre
Autor: Alberto Chimal
Publica: Páginas de Espuma
Páginas: 144
Precio: 15 € / 5,99 € (ebook)
«Tienes manos de lumbre», he descubierto
hace poco, es algo que se le dice a todo aquella persona con la habilidad de
destruir lo que toca. A todo aquel o aquella que resulte un verdadero desastre,
al fin y al cabo. Aunque, como suele pasar, esa persona no sea consciente de
ello. Porque para ver los defectos de los demás, siempre estamos atentos, pero
cuando se trata de mirar lo que hacemos nosotros, nos hacemos los despistados.
De personajes desastrosos, de despistados en esta vida y de gente que por tener
la cabeza en otro planeta, todo lo malogra: de todo eso y mucho más va el
maravilloso libro de cuentos del que hoy vamos a hablar, que no es otro que Manos de lumbre, de Alberto Chimal.
Manos
de lumbre es un volumen compuesto por seis relatos más largos
que breves en donde predominan las narraciones en primera persona (solo el
cuento titulado Marina nos es narrado
por una voz que sigue al chico protagonistas), los personajes peculiarmente
desastrosos (casi nunca conscientes de ellos), las situaciones impensables tras
las que siempre se esconde un trasfondo en el que pensar, un elegante sentido
del humor y las tramas condenadas a acabar en desastre.
El libro comienza con
el relato Los Leones del Norte, una
delirante historia en la que un escritor se dirige a nosotros, los lectores,
para hablarnos del problema que le ha ocasionado su afición por plagiar, con
cierto disimulo, las letras de las canciones de ciertos grupos musicales
mexicanos, y su forma de justificar esta práctica mientras espera una visita
que, sin duda, le aterroriza más que acabar preso.
El segundo cuento, Una historia de éxito, trata sobre una
madre, nuestra narradora de turno, y su relación con su hija, a la que durante
un tiempo manda a casa de la abuela de la criatura con el fin de que la
muchacha se corrija y se convierta en una buena estudiante. ¿Quién de las dos,
madre o hija, es más desastrosa al final? Lo averiguaréis a lo largo de la
lectura de esta pieza.
Marina,
el único de los cuentos narrado en tercera persona de este volumen, nos cuenta
la historia de un chico que, intentando hipnotizar a una prima con una doble
intención, consigue algo totalmente inesperado. Se trata este de un relato tan
fantástico como gótico que hará las delicias de todos los que disfrutamos de
los personajes deliciosamente malvados.
En La segunda Celeste conoceremos un novedoso método para prolongar la
existencia más allá de la vida y a una mujer que se presta a que experimenten
con ella antes y después de padecer un cáncer que ha de acabar con su cuerpo,
aunque no con su alma.
Final
feliz es un desternillante cuento sobre un hombre,
nuestro protagonista y narrador, que tiene un amigo curandero al que acude para
ver si soluciona su último problema lo que, sin duda, le acaba provocando algún
que otro nuevo.
Finalmente, nos
encontramos como Voy hacia el cielo,
la historia de una chica que ha vivido siempre con un tío que apenas sale de
casa desde que, según él, lo abdujeran los marcianos. La nueva y misteriosa
desaparición del tío no hace más que crispar el ánimo de la sobrina, quien no
dudará en desgranarnos toda la historia de su familiar hasta llegar a un sorprendente
final: el mejor para un libro tan absolutamente brillante por la calidad de su
prosa, la originalidad de sus historias y ese estilo hipnótico con el que
Alberto Chimal consigue que los lectores nos quedemos pegados a las páginas de
su libro, devorando todo el ejemplar casi de una sentada.
Manos
de lumbre, en definitiva, es un libro de relatos lleno de
suspense, fantasía, ciencia ficción e inteligentísimo sentido del humor que nos
hace descubrir no solo lo desastrosos que pueden ser sus personajes y lo que se
esconde de verdad tras las historias que nos cuentan, sino que también nosotros
también podemos ser un desastre en nuestras relaciones familiares, amistosas o
laborales. Un volumen extraordinario tanto por la originalidad de sus historias
como por la riqueza de sus personajes y la calidad de una prosa única que
atrapa desde el primer párrafo. Yo que tú, sinceramente, no me lo perdería.
Cristina Monteoliva
©
Cristina Monteoliva.