martes, 7 de noviembre de 2017

Reseña: MISERERE, de Manuel Sosa.

Título: Miserere
Autor: Manuel Sosa
Editorial: Esdrújula Ediciones
Publicación: 2017
Páginas: 382
Precio: 18€

¿Hasta qué punto el sentimiento de culpa puede ser el motor de nuestras acciones?  La culpa por no satisfacer las expectativas que los demás han depositado en nosotros, por no haber sido capaces de cumplir nuestros propios sueños y ambiciones y, sobre todo, al darnos cuenta del daño que hemos infringido a personas a las que queríamos y que nos querían, dejando una huella a veces irreparable en sus vidas.  De la misma forma que existen las cadenas de favores, también los daños y las culpas se transmiten, se heredan y los vacíos que se crean hoy pueden ser el origen de nuevos males, nuevas culpas y nuevos vacíos futuros.  Muchas veces ese sentimiento pasa desapercibido para nuestra consciencia y haría falta un psicólogo avezado para sacarlo. Otras, sin embargo, puede llegar a atormentar hasta tal punto a su huésped, que no se puede entender su vida sin él.
Ese trabajo de psicólogo avezado es el que hace Manuel Sosa en su novela Miserere.  El punto de partida es el barrio madrileño de Lavapiés en estos años en los que no sabemos si España ha salido de la crisis o nos hemos acostumbrado a ella. Una muchacha aparece en su cama con una jeringuilla de heroína en su cuerpo. Para la policía el caso es obvio: una sobredosis.  Sin embargo el polémico juez de instrucción Horacio Miserere está convencido de que se trata de un asesinato.
Desde instancias políticas del más alto nivel se trata de archivar el caso. Tres narcotraficantes han aparecido asesinados y para Juan Albay de la Rocha, el delegado del gobierno en Madrid con aspiraciones a ascender en el escalafón, que los ciudadanos hablen de inseguridad en las calles no es, para nada, conveniente.  ¿Es esa realmente su motivación?
Pero en Miserere Manuel Sosa no escribe únicamente una novela policiaca o un thriller al uso. Por los ojos del lector pasan la vida de Horacio Miserere, partiendo de su complicada infancia en un pequeño pueblo junto a su taciturno padre agricultor, su madre y su hermano; su llegada al Madrid de los años 80 en sus años de estudiante hasta el fracaso de su vida familiar. En su soledad no deja de pensar en su propia vida, en la relación con la mujer que perdió y la hija que hace años que no ve, que no ha acompañado ni en sus mejores ni en sus peores años, con lo que no puede dejar de pensar en el padre que debería haber sido y no fue.
Nos adentramos también en los entresijos políticos en la Comunidad de Madrid a través de la visión de Juan Albay de la Rocha.  Sus ambiciones políticas, cargadas de pragmatismo, le hacen manejar bien los hilos de las personas que le rodean.   En el universo político, ese que debería estar dedicado a resolver los problemas de los ciudadanos, pesan más que nada las ambiciones personales, los egos, el dinero y los bajos instintos. Todas las personas a lo largo del escalafón tienen una historia detrás y unas debilidades, que puede ser utilizadas para controlarlas. Eso confrontará al delegado con sus profundas creencias religiosas, donde buscará la expiación de sus culpas.
Es también obligado hacer mención del particular estilo narrativo que Manuel Sosa despliega en su novela.  Mezcla un narrador omnisciente, que ejerce de hilo conductor, con las historias contadas en primera persona por los distintos protagonistas, incluyendo los propios textos personales de Albay de la Rocha, buscando que nos adentremos en los personajes y los comprendamos de forma paralela. La misma construcción de las frases puede contribuir a crear la oscura atmósfera que consigue en su novela, por lo que es muy recomendable para aquellos a los que les interesa indagar en las sombras del mundo en el que vivimos.

Sergio M. Planas