Tu novela, a
pesar de su apariencia jocosa, encierra un significado profundo. ¿Crees que han
cambiado mucho las cosas en Malbalate, y por extensión, en España, desde que la
escribiste?
No. Somos los mismos cainitas
de siempre. De hecho, algunas cosas de las que he escrito se han ido cumpliendo
a posteriori. En cuestiones de corrupción nos movemos como en tiempos de Valle
Inclán cuando, por ejemplo, un vividor figuraba en la nómina del Ayuntamiento
de Madrid como “mulo
del ejército” y recibía una paga mensual que se justificaba como gastos de paja
y cebada. Creo que no hace falta que repita lo que se mueve a día de hoy en dicho
consistorio; y hace sólo unos meses “nació” Amy Martin, una periodista fantasma
que, con la connivencia de una importante agencia editorial, cobró cifras desorbitadas
procedentes de fondos públicos por escribir artículos que en realidad eran obra
de una aprovechada. Te cuento un detalle casi en primicia: esta estafadora acaba
de publicar un libro con la complicidad de una importante editorial a modo de conmemoración
del primer aniversario de aquel fraude. Su editor, como es lógico, avanza que
“es una novela
brillantísima y metaliteraria”. Lo realmente triste es que
después de robarnos… arrasará en las librerías. ¿He dicho antes que este libro
tenía algo de premonitorio?
En ocasiones, se puede pensar
que los hechos que relato pueden resultar tan disparatados que se alejan de la
realidad. Pero esta misma realidad dice otra cosa: ¿o hay algo más grotesco que
ver a dos políticos andaluces hablándose en el Senado por medio de un traductor
y con cargo al contribuyente?
¿Qué esperas que
los lectores encuentren en Las salvias florecen en el barro?
En primer lugar espero que se
rían mucho, que disfruten con los diálogos y con el esperpento al que conduzco
a algunos de los personajes. Encontrarán, entre muchos otros sucesos y
personajes: disparatadas conspiraciones, desatinadas investigaciones forenses, un
alcalde a medio camino entre Christian Grey y un gañán de club de carretera, o un
pastor visionario que se conduce con menos juicio que sus ovejas.
He procurado que sea un libro
de lectura entretenida aunque no apresurada: “Las salvias” encierran ironía, crítica y diversión, sí; pero también
reflexión y un emotivo homenaje a quienes lo merecen.
La flor de la salvia tiene un
curioso mecanismo de polinización (lo explico también a lo largo del texto):
cuando el insecto se introduce en ella para alcanzar el néctar, los estambres
tienen un mecanismo de pedal que facilita la descarga del polen sobre el dorso
del animal, que se lo llevará de forma inadvertida. Así pretendo que actúe este
libro: atrayendo al lector hacia el fondo de la trama para que a la vez se empape
de los argumentos que al final le harán
ver la fuerte crítica y, sobre todo, los fundamentados valores que encierra.
¿Qué nuevos
proyectos literarios tienes en mente?
Leer y formarme con vistas a
escribir teatro cuando me sienta realmente preparado. Como muchos, voy por la
vida con unas cuantas ideas rondando por la cabeza, esperando a que llegue el
día en que cuajen para dar forma a una historia. En cualquier caso, preveo que
será un largo proceso.
Antes de dar por
finalizada esta entrevista, ¿te gustaría añadir algo más?
Hacías hincapié antes
en el contraste entre lo jocoso y lo profundo del libro. Y ha
sido una observación muy atinada. Recurriendo una vez más a Lin Yutang
cuando escribe: “El humor es parte de la vida y en consecuencia no debe ser
excluido, ni aun de la literatura seria”, admito que he intentado hacer una
novela con un trasfondo serio partiendo del humor. Por tanto, este trabajo
es a la vez evasión y compromiso; pero que nadie dude que he separado muy bien
la burla hacia los corruptos del respeto a los íntegros. Prueba de lo segundo
es esta frase de los últimos capítulos con la que me gustaría terminar la
entrevista:
Cuando uno va por la vida con la vista
fija en las nucas de los demás rara vez se da cuenta del barro que
arrastra en los pies. […] Porque el que mata sin honor, envilece su causa y
maldice a su Pueblo.
Muchas gracias, Víctor, por tu tiempo, tus palabras, tus fotos y el
resto de material. Espero que las salvias sigan floreciendo en el barro así
como que tus reivindicativas palabras lleguen cada vez a más y más lectores. ¡Y
que pronto nos sorprendas con otra interesante historia!