Queridos amigos de La Orilla de las Letras,
volvemos
a la carga con nuestras entrevistas, esta vez con la que nos ha concedido Gonzalo Alcoba Gutiérrez.
Gonzalo Alcoba
Gutiérrez es
magistrado y miembro de la Asociación Juezas y Jueces para la Democracia, en la
que ha desempeñado cargos de responsabilidad. Durante años ha ejercido su
profesión como juez instructor y juez
civil y últimamente en el ámbito del
Derecho del Trabajo. Escribe habitualmente para el Diario de Almería, en el que ha
publicado columnas de opinión, reseñas literarias, entrevistas y cuentos. Ha
colaborado en la revista El Ciervo y
realizó una participación para la web Agenda
Pública, del diario El País, al
respecto del proceso judicial para la retirada del cadáver del dictador
Francisco Franco desde el Valle de Cuelgamuros. Recientemente ha publicado
su primer libro de relatos, La
ofensa (ECU,2023), y su poemario, Observación
de un tigre (Editorial Platero, 2023).
Dicho
esto, vamos por fin con las palabras de nuestro autor:
¿Cuándo
comenzaste a escribir?
No
recuerdo un momento de mi vida en que no haya escrito. Cuando era un niño,
interrumpía las tareas escolares para escribir versos que luego arrugaba. Unas
veces me aseguraba de que desaparecieran, mojándolos o, incluso, quemándolos. Otras,
los dejaba visibles en la superficie de la papelera, para que mi madre los
incorporara secretamente a su colección de poemas robados. Puede que algunos
todavía estén por ahí, escondidos en algún lugar. Para los que escribimos,
mejor o peor, esto es como respirar.
¿Qué
lecturas crees que te han influenciado como escritor?
El primer libro que leí en mi vida fue El Romancero Gitano de Lorca. El poeta granadino me ha inspirado más que ninguno. En el mundo místico que evoca su obra, los aromas, la música, el rumor del agua, quise yo sumergirme escribiendo. Ahí me hubiera quedado a vivir. Pero he leído mucho después. Poetas tan diversos como, Juana Inés de la Cruz, Machado, Vallejo, Juan Ramón, García Montero, Peri Rossi, José Hierro… Aunque, si tuviera que salvar tres libros, no serían de poesía. Me quedo, decididamente con La Casa de los Espíritus y Cien Años de Soledad... y El Quijote, por supuesto, que lo encierra todo.
©
Gonzalo Alcoba Gutiérrez.
¿Qué
estás leyendo ahora mismo? ¿Nos lo recomendarías?
Cuando me vence el estrés, me
entrego, con placer casi pueril, a la novela negra. Descanso normalmente con
obras de Carofiglio, Lucarelli, Cassar Scalia o del cubano Leonardo Padura y,
por supuesto, de Chadler. Ahora estoy leyendo a un escritor portugués que no
conocía: João Tordo. Su obra, Águas passadas es una delicia que alguien
debería traducir al español. La recomiendo.
¿Cómo
compaginas la escritura con tu carrera como magistrado?
Con gran dificultad. Tengo la
suerte de ser noctámbulo, aunque los años van pesando. Suelo escribir cuando
todo el mundo duerme, lo cual ocurre rara vez (tengo dos niñas de cinco años,
que son mi trabajo favorito). En todo caso, mi profesión, que es bellísima, me absorbe
demasiado y escribir requiere tiempo para perderlo con tranquilidad.
Has
publicado poesía y relato. Si tuvieras que quedarte con uno de estos dos
géneros, ¿cuál sería?
Sin duda me quedo con la poesía,
que es el hogar donde reposo y grito. Yo escribo versos por impulso, corrijo
poco, aunque releo mucho. Es la idea, la inspiración, la que elige el momento
y, a veces, tengo que interrumpir mi vida ordinaria. Aunque el cuento puede llegar
a ser también una forma de poesía.
Tus
dos libros publicados, La ofensa y Observación de un tigre, lo han sido en
2023. ¿Casualidad o algo premeditado?
Ni una cosa ni la otra, si me
permites. Los libros se escribieron en momentos muy diversos y a lo largo de
años. Parece mentira, pues son ambos breves, pero es así. En principio, no
tenía claro si publicar la poesía, porque era algo demasiado personal, demasiado
íntimo. Pero, después de que La ofensa viera la luz, sentí que era el
momento de hacerlo. Quise que todo el mundo supiera quién soy y lo que son para
mí las tres destinatarias de Observación de un tigre. Ana, mi compañera,
y mis dos hijas me lo han dado todo y yo quise hacerles ese regalo, sin esperar
más.
Por
cierto, ¿qué tiene que tener para ti un buen relato?
Cortázar,
el maestro del cuento, comparaba éste con la fotografía, por contraposición a
la novela, paralela al cine. El cuento se caracteriza por la limitación espacial
y, por tanto, por la minoración de los recursos narrativos disponibles. Por
eso, el cuentista debe ser capaz de plasmar un conflicto suficientemente
intenso como para que el lector, una vez acabado, prolongue en su mente, en su
imaginación, el efecto de la lectura. Para mí, el cuento solo tiene sentido si
es un golpe feroz en la conciencia de quien lee. Y carecería de él si pudiera
ser prolongado a voluntad del autor, porque entonces es solo un resumen mediocre
de la novela que nunca se escribió.
¿Y
un buen poema?
Hay más semejanzas entre el cuento
y la poesía, creo yo, que entre aquél y la novela. La poesía es una expresión
sentimental en que, a menudo, hay narración, a veces prosaica. Algunos autores,
como Cernuda, en Ocnos, demostraron ya que un buen poema y un cuento son,
a veces, la misma cosa.
¿Qué
vamos a encontrar en La ofensa?
La Ofensa es
un libro duro, incluso cruel. Pero es también una reivindicación apasionada y
decidida de los oprimidos. En él hay dolor, pero también hay redención. Y hay
magia. Hay incluso muertos que pasean entre los vivos, reclamando su lugar. Es
una breve antología de cuentos, ambientados en diferentes momentos históricos, todos
ellos de ficción, aunque impregnados de realismo, al que ayudan anécdotas
verídicas. Yo creo que los lectores más jóvenes encontrarán problemas reales
con los que deben lidiar, violencias que les roban la inocencia y los mayores
reconocerán a fantasmas que creían olvidados.
¿Y
en Observación de un tigre?
Es enteramente un libro de amor,
en que hay placer, pero también lucha. Quien lo lea, me va a conocer mejor de
lo que muchos que me han visto a menudo y hablan conmigo. En él se cuenta una historia
de enamoramiento apasionado que es absolutamente cierta y se pueden encontrar,
además, las dimensiones vitales que, a lo largo de estos años, he empleado para
expresar ese amor.
Cuando
escribes, ¿qué esperas que los lectores encuentren en tus obras?
Verdad. Verdad y emoción. Es
decir, aspiro a que penetren en la realidad emocional de las personas de las
hablo, sin atenuaciones ni desvíos. Si mi escritura es difícil, si puede juzgarse
así, que no lo sé, sin duda será por eso.
¿Qué
nuevos proyectos literarios tienes en marcha? ¿Una novela, tal vez?
Siempre he tenido el deseo de
escribir una novela, sí. Es un reto para mí, porque no sé si puedo llegar a ser
un escritor de género largo. Como ya he dicho, me gusta exorcizar demonios y
esto se hace a golpe de verso, más bien. No obstante, haya o no novela,
poemario habrá seguro.
¿Te
gustaría añadir algo antes de terminar esta entrevista?
Quiero animar a leer, pero sobre
todo a escribir. Escribir, para publicar o no, es un acto de liberación como hay
pocos. Lean, para escribir. Escriban, para que los demás podamos seguir
leyendo. Muchas gracias por tu trabajo, Cristina. Esta ventana a la literatura es
una oportunidad maravillosa.
Muchas
gracias, Gonzalo, por tu tiempo, tus
palabras y tus fotos personales. Te deseamos mucha suerte con todos tus
escritos.
Y
a vosotros, amigos de las letras,
gracias por estar un día más al otro lado de la pantalla. Ahora, ¡a leer!
Cristina Monteoliva