Toda ciudad tiene al menos un rincón
mágico que sólo unos cuantos privilegiados aprecian y disfrutan; un lugar donde
los problemas no parecen tan grandes, los sueños cobran intensidad y las buenas
intenciones llegan a buen puerto. Ese sitio especial puede ser una plaza, un
jardín, un castillo o, ¿por qué no?, un Café ubicado en un edificio antiguo y
cargado de historia. De todo esto y mucho más va El Café dela Luna, la excelente obra de María Dolores García Pastor
de la que hoy hablaremos.
Existe en el Barrio
Gótico de Barcelona una encantadora plaza a la que solo unos cuantos consiguen
llegar. En esta plaza se ubica un edificio tan antiguo como la historia de la
ciudad, uno de esos lugares cargados por la energía de las historias allí
vividas a lo largo de siglos. En este edificio se encuentra El Café de la Luna,
una cafetería que, además de infusiones y refrescos, ofrece calor, seguridad,
esperanza y amistad a todos los que consiguen llegar hasta a ella. No serán
muchos los clientes de este singular establecimiento. Todos, eso sí, se nos
hará imprescindibles una vez que comencemos a saber de sus historias. Si tú
también quieres conocerlos, no tienes más que hacerte con una copia de este
libro y dejarte atrapar por su embrujo.
Ya sabéis que hay
libros difíciles de clasificar. El Café
de la Luna es uno de ellos. Y es que aunque este parezca un libro de
cuentos con una temática común (la cafetería que da título a la obra), en
realidad, y precisamente por la fuerte unión que existe entre los personajes y
ese lugar mágico en forma de Café al que siempre acuden, se aproxima más a lo
que podríamos denominar una novela fragmentaria en la que el fin no es otro que
el llegar a conocer a cada una de las personas que pasan por allí,
fundamentalmente a través de los sucesos que les llevaron a toparse una vez con
aquella extraña plaza en el Barrio Gótico barcelonés y, enseguida, con el Café.
El
Café de la Luna es un volumen cargado de realismo
mágico, pero también de historias (las de muchos de sus personajes) terribles y
tremendamente actuales: inmigrantes que deben vivir en pisos pateras, ancianas
asediadas por propietarios especuladores, actores que ven truncadas sus
esperanzas de éxito, escritores que pierden la inspiración, etc. Los problemas
no serán menores una vez encontrado el Café, desde luego; aunque también es
cierto el optimismo ante el futuro, las esperanzas, las ganas de seguir
adelante a pesar de la adversidad, sin duda, aquí se acrecienten hasta límites
insospechados.
Se trata éste de una
obra coral, difícil encontrar a un único protagonista entre todos estos
personajes que con tanto cariño nos presenta María Dolores García Pastor
(Miranda, la dueña del Café, una mujer que decidió dejar de ser “la otra” para
tener su propia vida; Pablo, el aspirante a actor que se enamoró del mar;
Berenice, la mulata que sueña con el que duerme en su cama por el día; Manuela,
la anciana que vuelve a sentirse una gran estrella en el Café; Libio, el
escritor en busca de inspiración; Juan, el lector empedernido; Bruno, el duende
afinador de pianos; Demetrio, el eterno enamorado de Miranda; Prometeo, el
escultor metido a albañil; Clara, la divorciada que busca su sitio en el
mundo...). Si hubiera que señalar a uno, yo apostaría por el Café en sí, ya
que, además de escenario común y lugar de encuentro, se nos presenta por la
autora de esta obra como un ente en sí, un lugar casi con vida propia.
El
Café de la Luna, en definitiva, esta obra de prosa
pausada y mimosa, historias interesantes y cargadas de sentimiento, es un libro
que sin duda aporta un rayo de luz en estos tiempos tan difíciles que nos ha
tocado vivir a muchos. Adéntrate ahora entre las páginas de esta novela a
manera de libro de relatos o de este libro de relatos que se convierte en
novela y conoce a todos los maravillosos personajes que encierra, la manera que
tienen de salir adelante y el bien que les hará visitar un Café tan mágico como
imprescindible. Probablemente acabes devorando el libro de una sentada y te
pase lo mismo que a mí: ¡qué se te haga corto!
Cristina Monteoliva