martes, 21 de junio de 2022

Reseña: EL CAFÉ DE LA LUNA, de María Dolores García Pastor.

 


Toda ciudad tiene al menos un rincón mágico que sólo unos cuantos privilegiados aprecian y disfrutan; un lugar donde los problemas no parecen tan grandes, los sueños cobran intensidad y las buenas intenciones llegan a buen puerto. Ese sitio especial puede ser una plaza, un jardín, un castillo o, ¿por qué no?, un Café ubicado en un edificio antiguo y cargado de historia. De todo esto y mucho más va El Café dela Luna, la excelente obra de María Dolores García Pastor de la que hoy hablaremos.

Existe en el Barrio Gótico de Barcelona una encantadora plaza a la que solo unos cuantos consiguen llegar. En esta plaza se ubica un edificio tan antiguo como la historia de la ciudad, uno de esos lugares cargados por la energía de las historias allí vividas a lo largo de siglos. En este edificio se encuentra El Café de la Luna, una cafetería que, además de infusiones y refrescos, ofrece calor, seguridad, esperanza y amistad a todos los que consiguen llegar hasta a ella. No serán muchos los clientes de este singular establecimiento. Todos, eso sí, se nos hará imprescindibles una vez que comencemos a saber de sus historias. Si tú también quieres conocerlos, no tienes más que hacerte con una copia de este libro y dejarte atrapar por su embrujo.

Ya sabéis que hay libros difíciles de clasificar. El Café de la Luna es uno de ellos. Y es que aunque este parezca un libro de cuentos con una temática común (la cafetería que da título a la obra), en realidad, y precisamente por la fuerte unión que existe entre los personajes y ese lugar mágico en forma de Café al que siempre acuden, se aproxima más a lo que podríamos denominar una novela fragmentaria en la que el fin no es otro que el llegar a conocer a cada una de las personas que pasan por allí, fundamentalmente a través de los sucesos que les llevaron a toparse una vez con aquella extraña plaza en el Barrio Gótico barcelonés y, enseguida, con el Café.

El Café de la Luna es un volumen cargado de realismo mágico, pero también de historias (las de muchos de sus personajes) terribles y tremendamente actuales: inmigrantes que deben vivir en pisos pateras, ancianas asediadas por propietarios especuladores, actores que ven truncadas sus esperanzas de éxito, escritores que pierden la inspiración, etc. Los problemas no serán menores una vez encontrado el Café, desde luego; aunque también es cierto el optimismo ante el futuro, las esperanzas, las ganas de seguir adelante a pesar de la adversidad, sin duda, aquí se acrecienten hasta límites insospechados.

Se trata éste de una obra coral, difícil encontrar a un único protagonista entre todos estos personajes que con tanto cariño nos presenta María Dolores García Pastor (Miranda, la dueña del Café, una mujer que decidió dejar de ser “la otra” para tener su propia vida; Pablo, el aspirante a actor que se enamoró del mar; Berenice, la mulata que sueña con el que duerme en su cama por el día; Manuela, la anciana que vuelve a sentirse una gran estrella en el Café; Libio, el escritor en busca de inspiración; Juan, el lector empedernido; Bruno, el duende afinador de pianos; Demetrio, el eterno enamorado de Miranda; Prometeo, el escultor metido a albañil; Clara, la divorciada que busca su sitio en el mundo...). Si hubiera que señalar a uno, yo apostaría por el Café en sí, ya que, además de escenario común y lugar de encuentro, se nos presenta por la autora de esta obra como un ente en sí, un lugar casi con vida propia.

El Café de la Luna, en definitiva, esta obra de prosa pausada y mimosa, historias interesantes y cargadas de sentimiento, es un libro que sin duda aporta un rayo de luz en estos tiempos tan difíciles que nos ha tocado vivir a muchos. Adéntrate ahora entre las páginas de esta novela a manera de libro de relatos o de este libro de relatos que se convierte en novela y conoce a todos los maravillosos personajes que encierra, la manera que tienen de salir adelante y el bien que les hará visitar un Café tan mágico como imprescindible. Probablemente acabes devorando el libro de una sentada y te pase lo mismo que a mí: ¡qué se te haga corto!

Cristina Monteoliva