Actualmente, son más de quinientas setenta tribus nativas americanas las que viven en los Estados Unidos. Prácticamente la mitad
de ellas están asociadas con reservas indias. Muchos podrían pensar que vivir en una reserva tiene más
ventajas que inconvenientes. El problema viene cuando el gobierno pretende
intervenir en ellas, como ya pasó en el pasado, por ejemplo, en 1953. Si
quieres saber lo que ocurrió entonces en una reserva de indios Chippewa,
tendrás que leer El vigilante nocturno,
la novela de Louise Erdrich de la que precisamente vamos a hablar en esta
reseña.
Thomas
Wazhashk es el vigilante nocturno de la fábrica de cojinetes de piedras
preciosas situada cerca de la reserva india Chippewa de Turtle Mountain, en
Dakota del Norte, en el año 1953. La imagen de esperanza que trae la fábrica al
lugar se ve empeñada cuando el gobierno promulga un nuevo proyecto de ley que,
sin duda, hará que los indios de todo el país se vuelvan más pobres de lo que
ya son. Thomas, que es además miembro del Consejo Chippewa, comenzará primero a
recoger firmas para, más adelante, marchar con una delegación a Washington D.
C. y hacerse escuchar.
Por
otro lado tenemos a la sobrina de Thomas, Patrice, una muchacha a la que todos
llaman Pixie a su pesar. Patrice, que también trabaja en la fábrica, es una chica
inteligente e independiente que no duda en marchar a Mineápolis en busca de su
hermana Vera. En el viaje no encontrará a su hermana, pero sí a su sobrino, tan
solo un bebé, y a un Wood Mountain, un amigo que puede convertirse, solo si
ella quiere, en algo más.
Thomas
es un hombre tranquilo que trabaja como vigilante nocturno en una fábrica de
cojinetes de piedras preciosas. A pesar de no ganar mucho, Thomas vive feliz
junto a su mujer, Rose, sus hijos y su padre. Un buen día, sin embargo, su paz
se ve alterada: el gobierno pretende quitarle buena parte de sus derechos a los
indios Chippewas y Thomas ha de hacer algo. Incluso si ese algo le acaba
costando la salud.
Patrice,
a la que todos llaman Pixie, a su pesar, es una joven preocupada tanto por la
vuelta de su padre a casa, un borracho violento, como por el paradero de su
hermana, una joven que se casó y se marchó a Mineápolis sin volver a dar
señales de vida. Patrice deberá no solo ir a buscar a su hermana, sino también
descubrir si es capaz de enamorarse de Barnes, el entrenador de baloncesto que
la pretende, o de Wood Mountain, el amigo que la ayuda.
El vigilante nocturno
es una novela con escenarios muy reales, entre los que destaca la reserva india
de Turtle Mountain, con su buen puñado de personajes inolvidables que
acompañarán a Thomas y Patrice en sus interesantes tramas. De estos me gustaría
destacar a Millie Cloud, una joven Chippewa universitaria que acude para ayudar
con las alegaciones contra la ley que quiere imponer el gobierno. Millie, que
representa la unión de lo viejo y lo nuevo, no ha vivido en la reserva y
conocer a los de su sangre supone todo un revulsivo para ella.
Esta
novela tiene también su parte de magia, representada por el búho nival que
intenta entrar en la fábrica y que, sin duda, pretende darle algún mensaje a
Thomas; y Roderick, el fantasma errante del antiguo amigo de colegio de Thomas,
un personaje al que nuestro hombre no deja de ver.
El vigilante nocturno
se basa en la apasionante vida del abuelo de la autora de esta novela, Louise
Erdrich. Se trata esta de una historia muy humana sobre la preservación de la
identidad y dignidad de un pueblo, a la vez que ese pueblo es libre de mirar al
futuro. Este pueblo, por supuesto, tiene sus luces y sus sombras. En él
encontramos personajes que se dejan guiar por los peores impulsos, pero también
otros, soñadores y luminosos, que nos hacen creer en la bondad del ser humano.
El vigilante nocturno,
en definitiva, es una excelente novela con la que conocer mejor a los indios Chippewas
y el gran problema contra el que se enfrentaron en 1953 cuando el gobierno
quiso imponer una ley que los desfavorecía. Se trata esta, además, de una
magnífica obra costumbrista que se nos antoja atemporal, pues sus personajes se
enfrentan a problemas que podrían también conocer en la actualidad. Y tú, ¿a
qué esperas para hacerte con tu ejemplar?
Cristina Monteoliva