¿Has estado alguna vez
convencido de hacer algo y al llegar el momento de entrar en acción te has
echado atrás? ¿Se trataba de algo tan importante como casarte? ¿Te dio miedo
justo cuando debías caminar al altar, hasta el punto de encerrarte en una
habitación y no querer salir? ¿O no era miedo lo que sentías? Tal vez fuera
algo mucho más complejo, pienso tras leer la novela de una novia que se
encierra en un dormitorio el día de su boda: Y la novia cerró la puerta, de Ronit Matalon. Si quieres saber algo
más sobre este libro, solo tienes que seguir leyendo este artículo.
Todo
está preparado: los vestidos de los padres de los novios, el salón de bodas
para los quinientos invitados y, por supuesto, el novio, Mati. La novia, Magui,
sin embargo, se ha encerrado en el dormitorio de su madre sin decirle a nadie
por qué. Ante la puerta se irán congregando sus más allegados: Nadia, la madre
de la novia; Ilan, el primo; la abuela; Arieh y Pninit, los futuros suegros y,
por supuesto, Mati. Conforme el tiempo pasa sin que Margui abra la boca, las
esperanzas de poder celebrar la boda se desvanecen. De nada parecen valer los
ruegos y las medidas desesperadas. Pero, ¿por qué se ha encerrado en realidad
la novia? ¿Quiere o no quiere casarse? ¿Aún ama al novio?
La
acción nos traslada a un piso de Tel Aviv, Israel, lugar en el que tendrá lugar
toda la acción. Aquí es donde nos encontramos a Margui encerrada en el dormitorio
de su madre el día de su boda. Mati, el novio que aguanta todos los caprichos
de su amada, no sabe qué pensar. A veces se desespera; pero, otras muchas, la
entiende, hasta el punto de olvidarse de la boda y solo querer recuperar su
cariño, si es que este se ha perdido.
Nadia,
la madre, sabe que todo puede estar relacionado con la desaparición de Natalie,
la hermana pequeña. ¿Fue cosa de un atentado? ¿Sigue vive en alguna parte? ¿Por
qué la policía no hizo lo suficiente? ¿Podrá alguna vez la hermana mayor
superar la ausencia de la pequeña?
Por
allí pululan también el pizpireto primo Ilan, un chico al que le gusta vestirse
de mujer, y la abuela, mujer con la que Ilan vive. La abuela no oye bien, pero
parece tener las papilas gustativas en plena forma, pues no para de comer. Su
conexión con Margui es clara, ¿será ella la clave para resolver este misterio y
hacer que la novia abra la puerta?
Tampoco
podemos olvidarnos de Arieh y Pninit, los padres del novio, preocupados por el
dinero que se han gastado en el gran evento, pero también por la felicidad de
su hijo, que sin duda depende que Margui salga del dormitorio. Ellos serán los
que busquen la solución (posible, al menos) para este delicado problema: una
psiquiatra de urgencias para novias arrepentidas. ¿Qué conseguirá la
especialista de Margui?
Llegados
a este punto, os será fácil deducir que esta es una obra de personajes de gran
calado, de seres que nos parecerán muy reales por toda la complejidad de la que
su autora los ha dotado. No hay que olvidar, sin embargo, el contexto en el que
estos actores se mueven: la ciudad de Tel Aviv, con sus conflictos y la
posibilidad de que un desastre ocurra de un momento a otro. Este trasfondo
queda perfectamente reflejado en ciertos momentos de la historia, sobre todo
cuando hablamos de la desaparición, supuestamente trágica, de Natalie.
Y la novia cerró la puerta
es una obra singular, una novela que se nos antoja en muchos momentos una obra
de teatro en ciernes, en la que nos encontramos con un personaje principal
pasivo, Margui, y un buen número de secundarios que no dejan de girar alrededor
de ella, en busca todo el tiempo de una respuesta al problema. ¿Es Margui una
mujer caprichosa? ¿Qué motivos tiene para encerrarse? ¿Conseguirá alguien
hacerla entrar en razón? Las preguntas que nos haremos a lo largo de lectura
son numerosas. Algunas tendrán respuesta; otras, seguirán quedando en el aire
para aquellos que no sepan ver la profundidad de Margui y su historia. En todo
caso, tendrás que leer esta gran obra para averiguarlo por ti mismo. ¡Adelante,
que los invitados te esperan ante la puerta de la novia para que les ayudes a
hacerla salir!
Cristina Monteoliva