martes, 25 de diciembre de 2018

Reseña: ÁNGEL NEGRO, de Manuel Gago.


Título: Ángel negro
Autor: Manuel Gago
Publica: Lince Ediciones
Páginas: 544
Precio: 19 €

Si bien algunos no hemos sido conscientes hasta hace poco de lo preciadas que son para los coleccionistas con menos escrúpulos las obras de arte ubicadas en iglesias, monasterios y demás sitios sagrados, lo cierto es que el robo y expolio de estos bienes lleva produciéndose desde hace bastante tiempo. En numerosas ocasiones, los vecinos, párrocos y demás se han dado cuenta del hurto demasiado tarde. Pero otras, no. ¿Y qué podrían hacer unos cuantos vecinos empeñados en recuperar una pieza muy apreciada por ellos? Casi de todo, descubriréis los que os adentréis en las páginas de Ángel negro, la novela de Manuel Gago basada en hechos reales de la que hoy os vengo a hablar.
Nicolás Bren es un capitán retirado de la Marina Mercante aficionado a la Historia de la Costa da Morte, especialmente a toda aquella en la que hay piratas de por medio. Un buen día, recibe un extraño encargo: averiguar dónde ha podido ir a parar la Santa Mariña, la imagen religiosa que ha sido robada del monasterio de San Silvestre, en la parroquia de San Silvestre de Cereiro. Para llevar a cabo las investigaciones, Bren contará con la inestimable ayuda de los habitantes del lugar, en especial de Andreu Mais, un ex contrabandista que ha de volver al mal camino al no poder pagar las facturas de su bar. ¿Conseguirán los dos recuperar a tiempo la imagen de la precisada santa?
Todo comienza un día de mediados de noviembre del año 1981 en Londres. Allí, un Lord distinguido contactará con alguien para encargarle el robo de una obra de arte para él muy preciada. Pronto, en sucesivos capítulos, descubriremos que la obra no es otra que santa Mariña, una talla tan atípica como venerada por los hombres y mujeres de la comarca de la Costa da Morte en la que se halla. Cuando esta es robada, todos sospechan del párroco. En el pueblo no se llevan bien con los curas desde la Guerra Civil por motivos bien fundamentados. Sus sospechas, en cierta manera, son certeras, aunque no sea el cura local el que mueva los hilos del contrabando de obras de arte de la zona, sino alguien por encima de él mucho más inteligente y sibilino.
La narración se centra fundamentalmente en los primeros años de los años ochenta del siglo XX, con la desaparición de la Santa Mariña y la carrera desesperada, emocionante e intrépida que desata su búsqueda, y en la que están implicados todos los vecinos del lugar, aunque el mayor peso de la misión caiga sobre Nicolás Bren, ese capitán retirado aficionado a la Historia, y Andreu Mais, el dueño del bar que ha de volver al mal camino con tal de asegurarse un futuro para su familia. Otros personajes de esta época más reciente que me gustaría destacar son don Servando, el clérigo ambicioso y Encarna Baamonde, una mujer acomodada que con sus investigaciones y sus contactos ayudará mucho a la misión de Bren y Mais.
He dicho antes que la narración se centra en el principio de la década de los ochenta del siglo XX. Pero también veremos otras épocas, con pasajes del siglo XII, el siglo XVI, la Guerra Civil Española y los años de mediados del siglo XX en el Vaticano. Gracias a los capítulos que se centran en estas etapas de la Historia, conoceremos los orígenes del monasterio de Cereiro, de dónde vino en realidad la Santa Mariña, por qué en el pueblo se odia a los curas y cuáles fueron los orígenes del nada bueno don Servando.
Ángel negro, en definitiva, es una novela cargada de Historia, aventura, emoción y valor que nos habla de la lealtad de un pueblo a una imagen muy preciada, del expolio silencioso al que se han visto sometidos los templos cristianos de España a lo largo de los años y de la necesidad de proteger todas las obras de arte, incluso aquellas que parezcan estar abandonadas. Un thriller que parece pura ficción pero que está basada en hechos reales que está esperando con impaciencia, como los vecinos a que vuelva a casa su Santa Mariña, a que la leas. ¿Te atreverás con esta misión?
Cristina Monteoliva


© Cristina Monteoliva.